Capítulo 13: El nosotros

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— ¿No vas a invitarme a pasar? —pregunta en la entrada mientras sujeta seis bolsos en cada mano.

— ¡Tío Lian! —chilla Gwen quien aparece en la entrada, corriendo, y se abraza a la pierna de mi amigo.

— Hola Guny —saluda el rubio con una sonrisa—, te traje tu regalo.

— ¡Sí! —Ella corre hacia la sala.
Lian pasa y Egan se acerca besándolo.

— ¡¿Qué haces aquí? Te resfriarás —Se queja su pareja y yo le doy toda la razón.

— Estaba cerca y decidí pasarme, no te preocupes —aclara.

Egan toma las bolsas y besa nuevamente sus labios para luego dirigirse a la sala.

Mi amigo me mira inquisitivo.

— ¿Cómo lo llevas? —pregunta cuando nos encaminamos hacia donde están los demás y su mirada se posa en alguien en escencial.

— Normal —expreso encogiéndome de hombros.

— Sabes que puedes contar conmigo, ¿verdad? —cuestiona y le sonrío, feliz de tenerlo a mi lado.

— Lo sé Lian, lo sé.

Pov Lian

El estado de embriago comienza a surtir efecto. La menor se ha dormido y ahora está descansando en una habitación. Eimi, Dylan, Egan, Alexa y Jeremy conversan y se ríen de cualquier pendejada.

Yo los observo desde mi sillón. Noto como Dylan se pone de pie y va hasta la cocina. Le sigo.

— Hey —llamo su atención y él voltea hacia mí.

— ¿Eres Lian cierto? —cuestiona colocando una de sus manos en su bolsillo.

Entre todos los demás él es quien más sobriedad mantiene.

— Si, soy el mánager de Alexa y Egan —Me presento.

Entrecierra sus ojos por un momento hacia mí, como si estuviese buscando algo. Chasquea su lengua luego de unos segundos.

— Tú trabajabas en la cafetería junto a ella —recuerda y una de mis comisuras se eleva.

— Si, así es, y no sabes como me arrepiento de haberte dicho aquel día sobre su vuelo, tal vez hubiese sido mejor que se marchase en ese momento.

Le escucho resoplar y deja su copa en la encimera, me observa atento y serio.

— Dime, ¿a qué has venido? —pregunta.

— Solo quería saber como estaba —Me encojo de hombros—. Quería asegurarme de que estuviese bien.

Dejo caer mi vista en la copa de vino de mi acompañante, y recuerdos caen a mi mente como un duro golpe.

Una semana después de que ella hubiese llegado a Italia Egan y yo bebíamos sentados en la sala mientras veíamos una película, pero la realidad es que nuestra atención no estaba en aquello.

— Me preocupa Alexa —mencionó mi pareja despegando su cabeza de mi hombro para mirarme—, por fuera puede parecer que está bien, pero no lo está, se ve más delgada, casi no come, la depresión es mala y me preocupa que cometa una estupidez.

Suspiro cansado y bebo hasta lo último de mi copa.

— Yo también me preocupo por ella, pero de esto solo puede salir si se lo propone,  nosotros solo podemos darle nuestro apoyo —Le recuerdo.

Una ligera sonrisa triste sale del rostro de mi chico y llevo una mano a su mejilla, acariciando su piel.

— Hace meses ella se veía tan feliz —dice—. Nos ayudó a escapar de casa, hizo de tapadera —río recordando esos momentos—, incluso tuvo que fingir que no sabía nada de nosotros para no delatarnos —muerde su labio inferior, nervioso—. Me duele no poder hacer nada por ella.

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