Capítulo 27: Huida

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— No.

— ¡¿Qué?!

— Es la boda de mi mami, no puedo estropear su día —dijo casi en un susurro la pequeña.

— Gwen, en serio, no te pido que la arruines, solo consígueme un tiempo, estaré allí lo menos tardar en quince minutos —aseguró.

— Dylan, yo...

— Diez cajas de chocolate dorado extragrande y con pegatinas —subió la apuesta y escuchó un resoplo.

— Está bien, solo quince minutos Dylan, ni un segundo más —advirtió para después colgar.

A pesar de lo madura que fuese Gwen para su edad, seguía siendo una niña, y sin duda el chocolate era su punto débil.

Dentro de la iglesia Kail se acercó al altar nuevamente y pidió que prosiguieran los votos y Gwen se acercó con los anillos en la almohadilla a su ligar correspondiente.

— Bien, luego de tal interrupción, procedamos con los... —decía el cura cuando de repente la niña de cabello castaño se desplomó en el suelo.

— ¡Gwen! —Se escuchó un fuerte grito y Alexa corrió hasta su hija, tomándola en brazos. Kail, preocupado, gritó por un médico mientras todos se aglomeraban.

Gwen, en los brazos de su madre, parecía desfallecida por completo, incluso su respiración era descompensada.

< Lo siento mami, esta también es mi venganza por la vez que fingiste desmayarte cuando te golpee con una almohada, espero me perdones como yo a ti. >

Mientras tanto Jade, consciente de la situación, miraba la escena desde lejos preguntándose si devía intervenir, sin duda Gwen debía llevarse el premio Oscar de este año.

< Digna hija de su madre. >

Pensó mientras tomaba un sorbo de wiski.

(...)

Exactamente quince minutos después de tratar de que Gwen despertase, la niña mágicamente abrió sus ojos, miró a todos desconcertada y se sobó la cabeza.

— ¿Qué pasó? —preguntó "confundida".

< ¡Me dolió el golpe! ¡Y ni siquiera podía expresarlo! ¡¿Cómo mamá puede hacer esto?! >

— Mi niña, te desmayaste, ¡estás bien? —preguntó preocupada Alexa.

— Si, es que no desayuné —bajó la vista fingiendo vergüenza.

< Más vale que Dylan me compre mis cajas de chocolate. >

— ¿Podemos terminar esto de una vez? —preguntó el cura bastante irritado—, tengo una misa y otra boda luego de esto, por favor.

— Por supuesto —aseguró Kail.

— Vamos mami —Más animada que nunca Gwen la llevó hasta su lugar en el altar y tomó la almohada con los anillos que habían sido recogidos.

— Kail, ¿aceptas a Alexa para amarla y respetarla, en la salud y la enfermedad, en los buenos y malos momentos, serle fiel y servicial hasta que la muerte los separe?

— Si, acepto —habló él mirando con ojos llenos de amor a su prometida.

— Alexa, ¿aceptas a Kail para amarlo y respetarlo, en la salud y la enfermedad, en los buenos y malos momentos, serle fiel y servicial hasta que la muerte los separe?

Alexa quedó en silencio por unos segundos, miró a su alrededor, donde algunos la miraban felices, otros con dolor y algunos con pena. Tras un suspiro y haber tomado su desición abrió sus labios, para pronunciar el tan esperado "si".

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