Capítulo 10

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- Apúrate, debemos llegar en hora a la casa de tus abuelos - dijo mi madre mirándome desde la puerta de la habitación, mientras agarraba mi mochila.

- Listo - dije mientras salía de la habitación y cerraba la puerta.

Caminamos hasta la administración, así mis padres firmaban la salida.

- Espéranos en el auto - ordenaron mis progenitores.

Me dirigí al auto y me adentré a la parte trasera. Coloqué mis auriculares preparándome para un largo viaje, y observé por la ventanilla a varios estudiantes largándose del instituto. Me sorprende, ya que apenas son las 6:30 am.

- ¿No te olvidas de nada no? - preguntó mi padre subiéndose al auto.

- No.

- Bueno, nos vamos entonces.

Al cabo de unas horas llegamos a la casa de mis abuelos paternos, una gran casa de campo con un jardín impresionante. Me bajé del auto y me adentré en la deslumbrante casa.

- Hola pequeña rebelde - dijo mi abuela sorprendiéndome con un abrazo.

- Hola abuela, ¿dónde está el abuelo?

- Está en la habitación, sube a saludarlo - asentí y me regaló una de sus sonrisas.

Me dirigí a las escaleras que se encontraban a la izquierda, que era la que dirigía a las habitaciones principales. Más que una casa, era una mansión, pero a mi abuela le molestaba que usáramos ese nombre. Las subí y me quedé sin aliento, necesitaba realizar ejercicio urgentemente.

- ¡Hola Matilde! - dijo alegremente mi abuelo mientras salía de su habitación.

- Hola abuelo - me acerqué a él y me abrazó fuertemente.

- Dime, ¿cómo has estado? y, ¿qué tal el internado? - otra vez, el tipo de pregunta que se repite, y que no creo poder contestar sinceramente.

- Bien, el internado es bonito y me está yendo bien - respondí mientras bajábamos las escaleras.

- Me alegro mucho - dijo para luego saludar a mis padres, los cuales nos observaban en el trayecto.

Nos dirigimos al comedor y comenzó el almuerzo familiar. No me integré mucho, solo asentía y respondía con monosílabos, tenía mucho sueño como para aportar algo más.
La relación con mis abuelos es buena, no los conozco mucho y apenas los veo, así que creo que eso es lo que me hace creer que son buenas personas.

Al cabo de unas horas, nos marchamos con destino a casa, había que aprontar las maletas para mañana temprano viajar a New York.

- Hija, te compré unos vestidos para las fiestas y la cena, si decides ir - dijo mamá mientras ingresábamos a nuestra casa, parece que pasaron años desde que me fui, pero solo fue un mes.

- Gracias. ¿Dónde están?

- En tu habitación, ve y apronta las maletas que se hará tarde.

Asentí y me dirigí a mi habitación, sobre la cama se encontraban los vestidos en sus envoltorios. Bajé las respectivas cremalleras de cada uno y los observé, eran tres bellos vestidos y me emocionaba usarlos.
Me introduje en mi vestidor y busqué que ropa llevar, debería ser en su mayoría elegante. Tomé otros vestidos que ya tenia por si acaso, algunas camisas, blazers y pantalones de vestir. Pero, aún así me gusta estar cómoda, así que opté por también llevar ropa más casual.

Al terminar, me dirigí al comedor para cenar, en esta ocasión sola, ya que mis padres estaban durmiendo debido a que el reloj marcaba 11:30 pm.
Terminé la comida y me duché para luego acostarme y rezar para que este viaje valga más la pena que quedarme una semana en esta casa.

6:00 am sonó mi alarma y debía aprontarme rápido, ya que en una hora debíamos estar partiendo al aeropuerto. Lavé mi rostro, desayuné, cepillé mis dientes, me vestí y maquillé un poco, ya que mis ojeras eran demasiado notorias. Terminé de aprontar algunas cosas que me faltaron acomodar anoche y partí al aeropuerto.

Llegamos y esperamos a abordar, era un vuelo corto y en primera clase, nada que no se pueda soportar.
Al llegar nos ubicamos en un hotel muy elegante, nuestra habitación contaba con dos habitaciones y baño para cada una, lo cual iba a ser útil a la hora de aprontarme, ya que suelo demorar bastante.

Almorzamos en el hotel y recorrimos algunas calles de la ciudad caminando, y aunque creo que es un lindo lugar, me parece demasiado alborotado para mi gusto.

Regresamos y nos dispusimos a dormir un rato, ya que más tarde comenzaría la primera fiesta.
Esta sería en la casa de unos amigos íntimos de la familia, e irán demasiadas personas, millonarios, para ser exactos. Mis padres aprovecharán para hacer negocios, mientras yo me dedicaré a beber alcohol mientras critico a la cantidad de gente engreída que habrá en el lugar.
No es la primera vez que voy a asistir a este tipo de fiestas, y, siempre termino riendo de los comentarios ignorantes de gente mayor que se cree dueña de todo.

Cuando nadie ve Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz