Capítulo 37

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Al día siguiente nos levantamos temprano y guardamos las cosas para luego irnos con cuidado cada cual a su habitación.

Con Anne no nos dijimos una sola cosa, nos despertamos y nos vestimos en silencio, sin mencionar lo que había pasado, como si no hubiese existido aquella situación.

Llegué y me dejé caer sobre la cama para seguir durmiendo un par de horas más, ya que la noche anterior había estado "haciendo cosas" y terminé durmiéndome tardísimo.

Desperté luego de un par de horas con llamadas perdidas de mis amigos, estaban esperándome afuera del edifico. Me levanté lo más rápido que pude para darme una ducha rápida y alistarme, lo cual lo logré en tan solo 8 minutos (tiempo récord).

Salí del edificio y allí estaban, nos saludamos como siempre y nos dirigimos a la cafetería. El ambiente estaba extraño, sentía cierta tensión que aún no lograba descifrar.

Nos adentramos en el lugar y las únicas que habitaban allí eran las del trío del terror. Luego de sentarnos con nuestras respectivas bebidas y comidas, Josh rompió el hielo.

- Bueno chicas... necesito decirles algo importante, no me siento bien.

- ¿Que pasó? - preguntamos las tres al mismo tiempo con preocupación.

- Es que el escuchar a mis queridas amigas Anne y Matilde haciendo cochinadas me ha traumado - dijo y Clara y el rompieron en carcajadas, mientras que Anne y yo nos sonrojábamos.

Mire a mi derecha y observé cómo la atención de las muchachas estaba en nosotros, Josh casi que había gritado aquellas palabras. Sentí como mi rostro pasó de estar rojo a estar pálido, un sudor frío me recorrió desde la cabeza hasta las puntas de mis pies.

- Shh ya cállense - dijo la pelinegra - ¿no ven que están causando un escándalo?

- ¡Escándalo el que se dieron ustedes! - dice Clara y esta vez no pude evitar reírme.

- Bueno ahora cuenten que sucede - dice el ojiazul.

- ¿Qué sucede de qué? - pregunta Anne.

- Pues entre ustedes dos, pecas y señorita aplicada.

- No hay nada para contar - respondí.

- ¿Ah si? ¿Nada? - dice la morena.

- Nada- responde la pelinegra.

- Anoche no parecía lo mismo - vuelve a bromear mi amigo y rompimos en risas nuevamente, las cuales fueron interrumpidas al instante.

- ¡Silencio! - gritó Charlotte Scott, la amiga de la directora y Rebecca.

- Perdón - dijimos los cuatros avergonzados mientras la rubia se levantaba de su asiento y se retiraba de la cafetería con lo que parecía ser mucho enojo.

- Que miedo, será mejor que nos vayamos. - susurró Clara y todos asentimos.

Salimos y decidimos que era hora de que cada cual se vaya por su lado, ya que tenían varias cosas que hacer. Comencé a dar unas vueltas caminando y escuchando música, hasta llegar a una parte del internado que no podía reconocer.

- Los estudiantes no tiene permitido transitar por esta zona - dijo una voz que reconozco a la perfección y me doy la vuelta para encontrarme con esos ojos azules grisáceos.

- Lo siento, de igual manera ya me iba - dije intentando zafarme y di unos pasos hacia atrás.

- No - respondió seriamente, incluso enojada - ¿qué fue ese escándalo en la cafetería?

- ¿Escándalo? Pero qué dices - digo intentando ocultar mi nerviosismo.

- ¿Qué ocultas? - dice acercándose hacia mi, quedando a pocos centímetros de distancia,

- Yo... yo no se de qué hablas - tragué duro y maldita sea, ¿quién me mandó a ser tan evidente?

- No tienes por qué decirme nada, bien sabes que yo siempre sé todo.

- ¿Por eso es que estás así? - con su rostro me indicó que no entendía a qué me refería - así de enojada, digo, no debería de molestarte si fuiste tú quien decidió que las cosas serían así.

- ¿De molestarme el qué? Tan solo estaba bromeando - dijo mas calmada pero rápidamente su mirada pasó a ser de preocupación.

- Ah, bueno yo, ya es hora de que me vaya, nos vemos - dije como pude y en un falso intento de irme, me tomó por el brazo y me llevó a una habitación que no reconocía.

- Dime - dijo esta vez realmente seria y con su mandíbula demasiado tensa - ¿el qué no debería de molestarme Matilde? - mis piernas temblaron y mi corazón se aceleró.

- No, no, nada. Pensé que habías escuchado algo y por eso dije eso, actué impulsivamente, no tiene caso - me resistí.

Suspiró y guardó silencio por varios segundos, inspeccionándome.

- Déjate de estupideces, ¿acaso estás con alguien? - rió sarcásticamente.

- No yo... o sea no es que esté con alguien pero- me interrumpió.

- Ah, ya veo - su cara se convirtió completamente ilegible, neutral, como si fuese un robot - las relaciones dentro del internado están prohibidas.

- Ahora si piensas eso - levantó una ceja ante mi comentario y se acercó a mi, inmediatamente me arrepentí de haber dicho esas palabras.

Poco a poco quedé acorralada contra la puerta, quise buscar alguna salida pero me di cuenta que apenas la podía ver a ella en esta extraña sala, mucho menos vería alguna escapatoria.

No me quedó otra que mirarle a la cara, sus ojos, sus labios, la suavidad de su piel, todo de ella pedia a gritos que la tocase, que volviera a sentirla.

Cuando nadie ve Where stories live. Discover now