Capítulo 40

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Habían pasado un par de horas y ya nos habíamos instalado en la habitación, esta tenía un baño a la entrada, luego la cama, el closet y televisor, con un balcón que tenía una puerta a un jacuzzi privado.

Rebecca quedó en la planta baja hablando con unos abogados, mientras yo permanezco tirada en la cama de una hermosa habitación.

Dado que la rubia iba a tardar, decidí aprovechar las velas y bath bombs que habían dejado en el baño para relajarme en la bañera.

Abrí el grifo y dejé que el agua caliente llenara la bañera, eché una de las esferas efervescentes y prendí un par de velas aromáticas para iluminar el cuarto, y dado que este estaba lleno de vapor, decidí dejar la puerta entre abierta.

Me quité la ropa y me recosté en esa cama de espuma, sintiendo mis músculos relajarse de lo tensos que se encontraban estos últimos días. La música que sonaba desde el televisor frente a la cama, hacía que mis ojos comiencen a picar levemente del sueño, lo cual me asombraba ya que el volumen estaba elevado.

Pero algo me impedía ceder a los brazos de Morfeo, ese algo es el famoso sobre pensar. Me sentía alejada de la realidad, lejos de comprender por las cosas que estoy pasando en mi vida actualmente.

Hace tiempo no mantengo contacto con los amigos de mi ciudad, o ex amigos actualmente. Simplemente me olvidaron, salieron adelante, y es que era obvio; nadie iba a esperar mínimo un año para poder volver a verme.

Mi familia tampoco tiene mucho interés en saber que es de mi. Mis padres llaman cuando me necesitan para sus negocios, y el resto bueno, nunca estuvieron mucho en mi vida, supongo que debo de culpar a mis padres por ello. Pero ya no puedo culparlos más, por más que lo merezcan o no, ya han sido responsables de suficiente, y el echar la culpa a otro no me hace sentir mejor.

Por más que tratara evadirlo, el internado se siente solitario, y aunque los chicos son capaces de alegrar mis días, ese antiguo y familiar sentimiento siempre vuelve a mi, así como vuelve la lluvia después del sol, la tormenta ocultando el arcoíris, la noche tras el día.

Unas lágrimas escaparon de mis ojos y las limpié con mis manos, no me permitiría llorar por algo que me ha acompañado toda la vida.

La puerta se abre abruptamente y Rebecca prende la luz concentrada en vaya a saber qué, mientras se salpica con agua su rostro dándome la espalda. Cuando se mira al espejo, nota mi figura casi cubierta en agua detrás de ella.

- Perdón no...- su mirada me recorre nerviosa - no te vi - río ante su nerviosismo.

- No pasa nada - miento, la verdad es que me estaba muriendo de vergüenza, lo único que me tapaba era una fina capa de espuma que cada segundo iba descubriendo las partes desnudas de mi cuerpo - ¿estás bien?

Se recuesta en el lavamanos y mueve su cuello de un lado al otro, parecía estar estresada.

- Si, solo que habían unas partes del contrato que no sabía que existían.

- Si te hace sentir mejor, yo no tengo ni la menor idea de lo que trata siquiera - digo torpemente y ella ríe.

- Deberías de tenerla, ¿sabías que el contrato es por varios años? - mis ojos se abrieron de repente.

- ¿¡Años!?

- Exactamente. Ahora estaba intentando acortar el tiempo, pero no se si será posible.

- Tranquila, ¡tú puedes! - digo sarcástica mientras saco el brazo del agua para hacerle un gesto con la mano, pero lo que logré es que la espuma se aleje de mi pecho. Por suerte, pude cubrirme con mis brazos a tiempo.

Ella rió, no se si por mi comentario o porque casi me ve desnuda por querer hacerle la burla.

- ¿Y tú hace cuánto estás aquí? El espejo sigue empalado pero la habitación está fría - dice insinuando que el agua ya estaba helada.

- Hace... poco - digo y ella hace una mueca de desconfianza, se acerca y mete su mano en el agua, que en hecho si estaba enfriándose, pero aún tibia.

- Bueno, no se a lo que tú llamas poco pero lo dudo - se burla.

- Qué dices, yo la estoy pasando increíble. Es más, mira que linda que está - digo y procedo a tirarle agua.

Comencé a reír y cuando abro mis ojos logro ver por un milisegundo su cara de enojada transformándose a traviesa, hasta que su mano toma mi frente y me hunde en el agua, largándome al segundo.

- Hija de puta - dije mientras frotaba mis ojos.

- Tu te lo buscaste - dice con su mano en mi frente aún. La tomo para asegurarme de que no me vuelva a hundir y me sostiene con fuerza.

- Me vuelves a mojar y te mato - dice seria.

- Te prometo que no - digo aguantándome la risa.

- Más te vale - relaja su rostro y parece creerme, pero aún no soltaba mis manos.

Su camisa blanca estaba mojada y transparente, dejando ver más de su piel. Su rostro aún seguía impecable y su cabello igual. Los ojos azules me penetraban casi que el alma, y el ambiente rápidamente experimentó un cambio.

Pareciera que nos coordinamos, ya que ambas nos impulsamos hacia los labios de la otra. Los suyos encajaban perfectos con los míos, y me despertaban sensaciones que creía haber perdido. Sus delicadas manos sujetaron mi rostro, acomodándome el cabello que le impedía acariciar mi piel.

Dirigí la mano que no estaba sujetándome a la bañera hacia su cuello, necesitaba más de ella.
Tiró de mi pelo haciendo que mi cabeza se incline hacia atrás, dejándole así paso libre a mi cuello, el cual ella aprovechó a besar.

Volví a juntar nuestros rostros y como pude desabroché su camisa. Me separé para contemplarla y la atraje más hacia mi, y cuando pensé que se había parado para deshacerse del resto de su ropa para acompañarme, se dio la vuelta y caminó hacia el otro lado de la habitación.

- No pienso meterme en agua fría - cuando mis ilusiones estaban desapareciendo, la veo ir desprendiéndose de algunas de sus prendas. Estaba yendo al jacuzzi.

Me levanté y me envolví en una toalla para no mojar toda la habitación. La puerta estaba entre abierta y cuando la atravesé, su cuerpo me acorraló contra ella. Comenzó a besarme y con sus manos recorrer mi cuerpo a través de la toalla.

Aproveché a hacer lo mismo y noté que únicamente estaba en ropa interior. Se separó y me empujó hacia el jacuzzi, me quitó la toalla y me indicó que me meta. Obedecí y me senté mirándola de frente, esperando a que quedáramos en igualdad de condiciones, pero no. Se adentró aún con las prendas restantes.

Se sentó sobre mis piernas para continuar lo que estábamos haciendo y aproveché a dejar su cuerpo descubierto.

Cuando nadie ve Where stories live. Discover now