Capítulo 13

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- Voy a por otra copa - dijo la rubia y me miró dudosa - ¿vienes?

Asentí y la seguí al interior de la fiesta. Observé el lugar, todos estaban borrachos y bailando, excepto por algunas personas mayores que se encontraban sentadas.

- ¿Vas a seguir tomando? - preguntó mi acompañante.

- ¿Qué crees? - dije obvia.

- Creo que no deberías tomar - me miró seriamente con cara de desaprobación.

- Que lástima, yo creo que si - sonreí y ordené para ambas.

Tomamos asiento y, en silencio nuevamente, tomamos nuestras copas. Su compañía era incómoda, no hablaba, solo observaba el lugar o su bebida.

- Escucha, - hizo una pequeña pausa para girarse y mirarme - se supone que nosotras no debemos intercambiar fuera del internado, así que si alguien pregunta, esto no pasó. Y, que quede claro, que luego volveremos a la formalidad - sonaba seria, y su mirada estaba de la misma manera.

Para ser sincera, no se que es lo que tanto le preocupa, si apenas hemos hablado.

- Hasta luego entonces, profesora - dije burlona y me levanté del asiento.

Se veía confundida, más bien asombrada. Es que, para relacionarnos de esta manera, prefiero no hacerlo directamente.

Me dirigí a la mesa y mis padres se levantaron de sus asientos rápidamente.

- Que bien que viniste, ya nos estábamos por ir - dijo papá.

- ¿Tan temprano?

- Son las 3am, y mañana tenemos una reunión a las 10 am.

- Ah, no lo sabía.

Durante el camino al hotel, mis progenitores hablaban sobre la fiesta y temas que no lograba entender, ya que noté que el mundo me daba vueltas. Supongo que si debería de haber dejado de tomar.

- Matilde, despierta - dijo mi madre sacudiendo mi hombro - ya llegamos al hotel.

No se en que momento me quedé dormida, pero me levanté con pereza y me dirigí a mi habitación, me puse la pijama, cepillé mis dientes y me acosté.

Busqué mi teléfono y no estaba, ni en el vestido, ni en la mesa de luz, o en ningún lado. Debo de haberlo dejado en el auto, mierda. Es muy tarde para ir a buscarlo, así que decido dormir.

- Con tu madre ya nos vamos a la reunión, tienes el desayuno en la sala - dijo mi padre entrando a mi habitación - cualquier cosa nos llamas.

- Está bien - dije con el mayor esfuerzo que pude.

Mi cabeza dolía y estaba agotada. ¿Qué hora es? Busqué y teléfono y recordé que estaba en el auto, así que me dirigí a la sala para ver la hora. 9:45 am, demasiado temprano, pero ya me levanté.

Tomé una pastilla para la resaca y me duché, desayuné y prendí la televisión, estaba el programa de Jimmy Fallon, uno de mis favoritos.

Pasaron dos horas y se escuchó el sonido de una llave en la puerta, esta se abrió e ingresaron mis progenitores, con unas caras terribles.

- Apronta tus cosas, nos vamos - dijo mi padre casi que gritando.

- ¿Qué pasó? - pregunté confundida.

- Vinimos con un propósito de un negocio, pero no se pudo realizar - dijo mi madre un poco más calmada, pero aún así se le notaba cierto enojo.

- Pero, ¿por qué? - mis padres se miraron de una manera extraña y luego me miraron a mi, ¿qué sucedía?

- No importa, apúrate que en una hora nos marchamos.

Rápidamente me dirigí a mi habitación y ordené mis cosas, en cuestión de 40 minutos ya estaba pronta.

- ¿Tienes todo listo? - asentí - bueno vamos, tu padre nos espera.

Al par de horas ya estábamos en el avión, mis vacaciones prácticamente terminaban, y no fueron de lo más interesantes.

Olvidé mencionar que, mi teléfono no estaba en el auto, así que lo di por perdido. Por suerte tengo uno en mi casa de repuesto.

Llegamos al cabo de cuatro horas y subí a mi habitación, tomé el teléfono y lo puse a cargar.
Cuando por fin prendió, me comuniqué con los chicos para avisarles lo sucedido, a lo cual se burlaron de mi torpeza.

Cuando nadie ve Donde viven las historias. Descúbrelo ahora