4 DAN

1.4K 159 7
                                    

Aunque puede resultar contradictorio, delante del lienzo en blanco es uno de los pocos lugares en el que puedo ser yo mismo y no siento esa extraña opresión que, a veces, trata de aplastarme: la del vacío creativo.

Hay solo otro momento en el que soy el hombre que quiero ser: cuando estoy con Shannon. Si ella no está cerca, parece que algo me falta, como si el aire fuera más denso e irrespirable, el día más oscuro, el sol menos brillante...

Es una locura. Sentirse tan conectado a una persona, tanto como para que todo lo que piensas, lo que sientes, lo que anhelas pase por ella, por lo que diga, por lo que haga, por lo que imagine.

Hace un buen rato que estoy detenido delante del cuadro que comencé a pintar ayer. Apenas son ligeros trazos, pero tengo todo el boceto en mi cabeza; la imagen ya ha sido creada por mi mente, ¿eso le dará la potestad de existir? ¿Basta imaginar una creación para que esta «sea», o necesita ser materializada? A veces, el cuadro me habla, me susurra qué debería plasmar sobre él, qué espera de mí, y tengo que aparcar mis intenciones para dejarme llevar por esa intuición que llega de la nada y me dirige como si me hubiera poseído.

He notado que cuando estoy con Shannon esto ocurre con frecuencia. Ella me inspira de una manera que me apabulla, que hace que tiemble de la necesidad de crear, de hacer arte. Incluso me pican las palmas de las manos por la cantidad de imágenes que quiero esbozar. Por eso, la figura que está comenzando a tomar forma sobre el blanco lienzo es ella.

Estas manos que la dibujan anhelan moldearla, acariciarla, venerar cada centímetro de su cuerpo y hacer que solo me desee a mí y a nadie más. Que me inspire y sea mi musa, como pone en el manuscrito que tanto parece importarle. Eso es lo que ambiciono; tanto y a la vez tan poco. Ella es arte en estado puro. Cada curva, cada centímetro de su piel, cada célula...

¡Dios! Sé que puede sonar enfermizo, pero es lo que siento y tengo la jodida manía de ser brutalmente honesto conmigo mismo. Es necesario para mi paz mental, pero, por mucho que intento dejar mi mente en blanco, Shannon siempre se las apaña para aparecer ante mis ojos, aunque, en ese momento, no esté conmigo. Es su presencia constante la que me acompaña, su manera de ser la que me alienta, ese amor que sé que me tiene el que me hace luchar por ser el mejor.

—Venga, Dan, tío, céntrate —me digo en voz alta en un desdoblamiento preocupante.

Trato de desentumecer los hombros estirando el cuello a un lado y a otro, pero sin que mi vista se aleje de lo que ya está dibujado sobre la tela.

Tomo el pincel y, como siempre me ocurre, una sensación recorre mi brazo para instalarse en la nuca. De ahí, baja por el centro de mi espalda y me eriza todos los poros de la piel. Es la misma sensación que noto cuando toco a Shannon, cuando la acaricio y su calidez me embarga.

Tan solo pensar en cuánto se asemeja el acto de dibujar con el de mimar a la mujer a la que amo —el pincel sobre el lienzo, mi lengua sobre su piel— hace que mi cuerpo reaccione en consecuencia. No sé qué me pasa últimamente, que solo pensar en ella deriva en que quiera soltar lo que esté haciendo, buscarla y enterrarme en su interior hasta que los dos nos quedemos sin aliento.

Suelto un bufido. Mi intención de pintar se acaba de ir por el desagüe al imaginar cómo respondería Shannon a mis caricias. Si cierro los ojos, solo puedo verla a ella, tumbada sobre la cama, albergándome entre sus piernas, con los párpados entrecerrados y los labios hinchados y rojos por mis besos y mis mordiscos.

«Dan, tío, ¡que ya no estás en la adolescencia!», pienso. Pero, al parecer, mis hormonas sí que lo están.

Echo la cabeza hacia atrás y un largo suspiro escapa de mi garganta a la vez que, casi de manera instintiva, poso mi mano sobre el estómago y la dejo resbalar poco a poco hasta que encuentra mi polla. Está dura y, si me mantengo en este estado, tengo muchas probabilidades de sufrir un aneurisma por falta de riego en el cerebro.

La Musa de FibonacciWhere stories live. Discover now