Capítulo 5: Reencuentro y despedida

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En la oscuridad de su habitación la muchacha reprimía sus ganas de asesinar a sus padres. Odiaba que le dieran órdenes pero últimamente no quería ni que le hablaran. Desde que había descubierto las mentiras de su amiga. Se sentía traicionada aunque después de la discusión que habían tenido, verla humillada y derrumbada le había gustado. Sin tener que encender la luz se levantó de su cama y se plantó frente al ordenador, encendió la pantalla y la luz azul la recibió provocando que sus pupilas se contrajeran tan rápido que tardo unos segundos en adaptarse. Antes de poder teclear nada, la voz en su cabeza le hablo.

¿Qué has encontrado?

-       Aun nada.

A qué esperas, te he dado una orden.

-         Hice lo que me pediste, pero no salió del todo bien.

Solo te daré una oportunidad más. Tráemela.

-         Pero...

Sin peros, tráemela.

Yanira no soportaba la migraña que le daba cada vez que entraban en contacto. Enfadada e irritada cogió su teléfono, se levantó y fue hacia la ventana para que el frio de la noche le despejara.  Envió un mensaje y mientras miraba su reflejo, un rostro extraño de ojos rasgados y dientes afilados le devolvía la sonrisa.

...


Desde la ducha Luna escuchó el sonido de su móvil. Mojada y con la toalla alrededor del cuerpo salió apresuradamente del baño, el tono del mensaje solo pertenecía a una persona. Sus manos agarraron temblorosamente el móvil. No quería leerlo y aun así le dio a aceptar.

"Lo siento mucho.

Necesito tu ayuda.

Nos vemos en una hora

en la casa en ruinas."

El mensaje le sonó extraño, pero le alegro tanto que Yanira se pusiera en contacto con ella que lo paso por alto. Se vistió a toda prisa mientras pensaba en cómo salir sin tener que hablar con Eme. Dejaría una nota escrita sobre la cama y haría como todo adolescente, salir por la ventana. Sabía que si quería llegar a tiempo a la cita con su amiga tendría que ir corriendo ya que estaba bastante lejos. Se le pasó por la cabeza transformarse pero después de un día como el que había tenido sabía que no era buena idea.

Al ponerse la chaqueta sobre su camiseta de asillas de color gris oscuros, notó el familiar roce del colgante. Con sus vaqueros desgastados caminó hacia la ventana y la abrió con cuidado de no hacer ruido, silenciosamente saltó por ella y nada más tocar con la punta de las deportivas el suelo ya estaba corriendo a una velocidad relativamente humana. Si alguien la viera simplemente pensarían que era una chica muy rápida. 

Se marchó sin darse cuenta de que su móvil se había quedado en el suelo justo donde se le había resbalado de las manos al leer el mensaje.

Ya era casi la hora y estaba muy cerca, por lo que disminuyó la velocidad. Al torcer la esquina en la que se encontraba la casa, vio que la puerta estaba abierta y supuso que Yanira la estaría esperando dentro. A cada paso que daba se levantaban pequeños remolinos de polvo. Observaba detenidamente como a través de los cristales rotos de las ventanas se filtraban los últimos rayos de luz, la brisa del viento agitaba los pedazos de papel que se encontraban en las esquinas, el eco de los pasos de las ratas correteando entro los escombros le provocaron tal escalofrío que tubo que abrazarse a si misma.

Aquella casa había sido en algún momento un lugar muy bonito, Luna se lo imaginaba como un salón donde se reunía la familia para compartir sus relatos diarios mientras cenaban o almorzaban con normalidad, pero ahora, incluso con los rayos de una cálida luz, solo había frío en esa habitación, al igual que en el resto de la casa. En la parte más alta de las escaleras estaba sentada su amiga. Algo en ella era diferente, su esencia había cambiado, le transmitía algo extraño, Luna lo ignoró pensando en que sería simplemente por el enfado, pero en lo profundo de su ser sabía que no era cierto.

LunaWhere stories live. Discover now