Capítulo 1

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Liz

—Ya he mirado quince pisos que se acoplan a mi sueldo. A esta altura estoy comenzando a creer que en cualquier momento terminare viviendo debajo de un puente.

Escucho su risa a través de la línea.

—Yo te iría a visitar si terminas viviendo debajo de un puente, solo trata de que sea uno bonito.

Me llevo una mano a la cabeza, intentando apartar los mechones de pelo que me molestaban. Había pensado demasiadas veces en cortármelo pero luego veía mis rizos naranjas y me arrepentía.

—Dudo que exista algún puente bonito, Kaycee —suspiro deteniéndome en el medio de la acera— ¿Tan complicado es encontrar un lugar barato y decente para vivir?

El problema es que eres pobre, por eso no encuentras nada.

Bueno, ya. Gracias por los ánimos.

—Las chicas y yo no tenemos ningún problema en que sigas quedandote en nuestro piso el tiempo que desees.

—¿Y en dónde se supone que dormiré? —pregunto recordando a sus tres roomies con las que había convivido el último mes y medio—. Enserio, no te preocupes, ya encontrare algo. Ya hiciste suficiente dejándome dormir en el sillón y no es por ser desagradecida, pero tengo el cuello y la espalda contracturada.

Y ni hablar del día que una de sus compañeras de piso entro a oscuras con el novio y no se dieron cuenta de que yo estaba durmiendo en el sillón. Sí, no fue muy agradable tener que presenciar como se metían mano encima mío.

Tampoco es que tenía otro lugar más al que ir que no sea el piso compartido de Kaycee y bueno, Mike me había ofrecido muchas veces quedarme con él pero su piso estaba muy lejos de mi facultad. También estaba la casa de mis padres pero bueno... precisamente es de donde me fuí.

Grave error irme de allí sin siquiera tener alquilada una habitación en algún lugar pero la convivencia con mis padres ya se estaba tornando un poco insoportable y yo necesitaba salir de allí.

Lastima que ahora hace un mes que estaba buscando un piso o habitación para rentar y no encontraba absolutamente nada medianamente barato.

Ya me podía ver en cualquier momento acampando con el vagabundo de la plaza y no era una imágen muy bonita la que proyectaba mi cabeza.

¡Dios! ¿En dónde se supone que haría pis? ¿En un árbol?

—¿Por qué no vas a preguntar a donde te mencionó Karla?

Tuerzo mis labios al recordar la recomendación de su compañera de piso, estudiante de psicología. Aunque en su momento agradecí que ella haya estado atenta a ofertas ahora no creía que sea tan buena idea.

—Sería compartir un piso, Kaycee, y no con cualquier persona, sino que con un hombre —recalco la última palabra.

Ni siquiera tenía un hermano como para saber que se sentía vivir con un hombre y mi papa, bueno, tuve que aguantar muchos años ver sus calzones tirados en el baño. Dudo que una persona que comparta piso haga eso.

—Es el amigo del amigo de Karla, tampoco es como si se tratase de un psicópata. Karla lo ha visto varias veces y ella sigue con vida.

Sí, bueno. Debería alegrarme de que Karla siguiera con vida.

—No lo sé —murmuro finalmente escuchando de fondo el sonido de la maquina de coser.

—Te paso la dirección del lugar y te fijas —mi móvil vibra anunciando la llegada de su mensaje con la dirección del lugar—. Total, ¿qué puedes perder con mirar un piso más?

Noches de inviernoOn viuen les histories. Descobreix ara