Capítulo 8

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Liz

Abro los ojos y miro el techo de mi habitación. Aún es de madrugada y estoy sumida en silencio y oscuridad.

Me pongo de costado y tomo mi móvil que se encuentra en mi mesita de noche. Cierro los ojos con fuerza cuando, al desbloquearlo, la luz del brillo me cega. Olvidé bajárselo antes de irme a dormir.

Faltan siete minutos para se hagan las tres de la madrugada, aún es muy temprano pero siento que he descansado ocho horas a pesar de haber dormido solo tres.

Y ahora, no me puedo dormir.

Mierda, tuve un sueño.... Era increíble aunque mi cuerpo haya decidido despertar cuando las cosas se estaban poniendo buenas, pero de todas maneras esa increíble sensación que me dejó en lo boca de mí estómago persiste y no sé por qué, pero algo me decía que tenía que escribirlo.

Es como si alguien haya pasado y me haya metido esa idea en la cabeza diciendo "ten, toma y ve lo que haces con ella" y presentía que lo que debía hacer con ella era escribirla porque ¡Dios! ese sueño había sido demasiado bueno como para solo terminar allí. Debia darle más profundidad y color.

Era como si algo dentro de mí me pidiera a gritos que lo hiciera, que lo escriba. Y, cómo si de una máquina se tratase, mi cerebro comenzó a crear más momentos y escenas para agregarle a ese sueño y, mierda, eran muy buenas.

¿Es qué acaso la inspiración decidio volver a mi? No me quejo pero, ¿justo a las tres de la mañana tenía que ser?

Con rapidez e intentando hacer el minimo ruido posible porque al estar la puerta de mi habitación abierta se escucha todo, salgo de mi cama y voy hacia el escritorio para buscar mi laptop que era como si me estuviese esperando de brazos abiertos y me gritara "¡al fin perra, se te ocurrio algo en ese cerebro de nuez!".

Regreso a mi cama -que aún seguía calentita- y me tapo con las mantas, apoyando la laptop en mi regazo y suspirando con alivio al comprobar que tiene batería.

Creo que en este momento el universo esta de mi lado. Debo aprovecharlo rápido antes de que se le ocurra no sé, enviar a Will Smith para que me borre la memoria y así no poder comenzar a escribir.

No tardo en abrir un documento en Word y, tras pensarlo por unos segundos, mis dedos se mueven con rapidez sobre las teclas sintiendo esa satisfacción y tranquilidad llenándome el cuerpo a medida que escribo.

Ni siquiera tengo sueño, parece que en cuanto centre mi vista en la pantalla de mi laptop me desperté por completo y siento que tengo toda la energía del mundo para escribir. A pesar de estar envuelta en mis mantas y en el calor de mi cama.

No escribo un titulo, porque todavía no se me ocurre nada, y tampoco hago una sinopsis. Me limito a comenzar con el capítulo uno improvisando todo a mi paso. Sé que luego tendré que dedicarle tiempo para planear y profundizar en los personajes pero ahora quiero dejar que todo fluya y ver hacia dónde me lleva esto.

No sé por qué, pero presiento que sea lo que sea que estoy escribiendo, va a marcar un gran paso en mi vida.

Si es que no me bloqueo en el medio.

Las horas pasan a medida que mis manos se mueven con rapidez y agilidad sobre el teclado. No sé en que momento terminé por hacerme una colita desordenada amarrando mi pelo y tampoco sé cuando me levanté a prepararme un café sin intentar hacer mucho ruido para no despertar a Aaron.

Lo que sí sé es que estoy como en un trance, donde siento que las horas pasan rapidísimo pero que no es algo tedioso, sino todo lo contrario. El tiempo se me pasa rápido porque estoy disfrutando de lo que hago a tal punto que no tengo noción de cuándo el sol comenzó a filtrarse debajo de las cortinas dando inicio al amanecer.

Noches de inviernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora