Capítulo 16

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Liz

—Oh, hola Seth.

Él me sonríe y yo me hago a un lado para dejarlo pasar dentro del piso.

—Hola, bonita pelirroja ¿Cómo está tu resfrío?

—Bien —hago un mohín—, mañana ya tengo que volver al trabajo.

—¿Quieres que te falsifique un certificado medico? —sube y baja sus cejas.

Frunzo mi ceño, cerrando la puerta detrás de mí y camino hacia la sala, siguiéndolo.

—¿Puedes hacer eso? —pregunto duditativa.

—Poder puedo, pero no debo.

—Sí, mejor no lo hagas. No quiero meterte en problemas.

Él me guiña un ojo y coloca sus manos en sus caderas, mirando hacia todos lados. Va vestido con ropa deportiva y su cabello esta algo húmedo, indicio de que hizo ejercicio antes de venir.

—¿Y el osito gruñosito?

Río ante el apodo que Aaron tanto odia.

—Fue a hacer las compras hace un momento —contesto, apoyando la laptop en la mesita de café y acomodándome el el sillón, Seth me imita—. No creo que tarde mucho en volver.

Asiente. Creo que los dos sabíamos bien que Aaron salía lo justo y necesario.

—¿Tú no tienes que hacer las compras?

—Se las encargué a él —me encogo de hombros.

Seth enarca ambas cejas, incrédulo.

—¿Y no se opuso?

—No es como si le hubiese dejado mucho tiempo para quejarse.

Ríe.

Sí que se había quejado cuando le di mi pequeña lista con la comida que necesitaba y el dinero para pagar todas las cosas, pero lo ignoré y me encerré en el baño a tomar una ducha. Cuando regresé a la sala, se había llevado la lista y el dinero, así que sí fue a comprar por mí. A no ser que se haya llevado el dinero para gastarlo en otra cosa como venganza por haberlo molestado.

Pero no, Aaron no sería capaz de hacer eso. Aun me seguía pidiendo permiso para entrar a mí habitación, que en realidad era suya porque el piso completo era de él. Regalo que le hicieron sus papas cuando cumplió dieciocho años, es lo que él me dijo.

Seth abre los ojos enormemente como si hubiese recordado algo y se pone de pie.

—Si no esta puedo aprovechar a hacer algo —murmura y lo veo desaparecer por el pasillo.

Me pongo de pie y lo sigo hasta la habitación de Aaron que es dónde se metió. Sí, esperaba que Aaron no llegue justo ahora porque no era alguien que le gustase mucho eso de que otras personas entren en su habitación.

Tú lo hiciste, y también dormiste en su cama. Dos veces.

Sí, trato de no recordar mucho como terminó esa segunda vez. Aún tengo los rasguños marcados en mi brazo.

—¿Qué haces? —inquiero, cruzándome de brazos y observándolo desde el umbral de la puerta.

-Necesito ver qué lápices y rotuladores son los que necesita para regalárselos en su cumpleaños -responde, indagando en el escritorio.

Elevo mis cejas en su dirección.

—¿Su cumpleaños?

¿Era su cumpleaños? ¿Cuándo? Él no me lo había dicho, aunque, pensándolo bien, dudaba que Aaron fuera de esas personas que amen celebrar su cumpleaños.

Noches de inviernoWhere stories live. Discover now