Capítulo 20

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Aaron

Soy un imbécil.

¿Ahora te das cuenta?

No, hace ya un buen tiempo que lo hice.

Bien, estamos en la etapa de aceptación.

Suspiro con la mirada puesta en la ventana de Liz de la cual no sale luz. Seguro que ya ha llegado dado que estuve varias horas dando vueltas con la camioneta intentando aclarar mi mente y luego estuve como una hora estacionado frente al edificio de nuestro piso sin animarme a bajar.

Soy un maldito cobarde.

No sé cómo mirarla a la cara luego de lo que sucedió en la fiesta, luego de haber huido como un maldito imbécil tras el mejor beso que he dado en toda mi maldita vida.

Dios, ese beso. No puedo sacármelo de la cabeza, juro que aun siento la sensación de los labios de Liz sobre los míos, de su pequeño cuerpo contra el mío, de sus manos tocándome y su maldito olor a coco.  

¿Tenía intenciones de besarla? Por mucho que me cueste ser honesto, llevo semanas muriéndome por hacerlo y estaba más que claro que esto en algun momento iba a terminar sucediendo, que no iba a poder reprimirme más. De tan solo recordar ese beso, me dan ganas de ir a buscarla y repetirlo hasta que me harte —que dudo que eso suceda. El beso, ella, han sido absolutamente espectaculares; incluso mejores de lo que me había imaginado, y conste que lo había hecho muchas veces. Habría llegado muchísimo más lejos si no hubiera escuchado a la voz de la razón.

No podía hacerle eso a ella.

Yo no estaba preparado para tener de nuevo otra relación y dudaba estarlo en un futuro. No quería que mis inseguridades lo arruinen todo. No quería que la historia se repita pero en este caso, yo fuera el malo de la relación y Liz no quiera verme más.

No quería joderla a ella con mi oscuridad.

Mentiría si no dijera que no ansio por un momento hacer las cosas bien y dejarme llevar pero no puedo y eso me mata.

Mi móvil vibra sobre el asiento del acompañante. Me siento aun peor cuando percibo que en el fondo deseo que sea Liz. Pero no es una llamada suya, sino de Seth. Y ya puedo imaginarme por qué llama.

—¿En dónde estas? —es lo primero que pregunta y ya solo con eso sé que ya lo sabe.

—Por entrar al piso —miento.

—¿Quieres que vaya allá?

—No, solo quiero estar solo.

O mejor dicho ansio estar con Liz pero dudo que ella lo quiera tanto como yo. Y la entiendo.

Intento evitar el pinchazo en mi estómago ante su suspiro de decepción.

—Aaron, ¿por qué hiciste eso? —pregunta y me sorprende el tono cansado en su voz.

—¿Hacer qué?

—¿Por qué la besaste si luegos ibas a hacer como si nunca sucedió nada?

Trago con fuerza. Cada vez que pienso en Liz me siento como un capullo. Y más ahora, porque yo mismo sabía que si la besaba luego iba a complicar las cosas, pero de todas formas me comporte como un egoísta y terminé haciéndolo.

—¿Ella te lo dijo?

—Te ví, Aaron —dice con tono cargado de decepción—. Vi el momento en que la alejabas y huías ¿Sabes cómo se sintió Liz luego? —dice y yo cierro mis ojos, no queriendo oírlo. No queriendo oir cómo le hice daño—. Se fue llorando, Aaron. Ni siquiera quería mirarme a la cara para que no vea como le había afectado eso.

Noches de inviernoWhere stories live. Discover now