Capítulo 26: ¿Situación?

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*Yo también les extrañé 🤧*

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No me encarcelaron, pero no me dejaban salir de aquella habitación hasta que no se aclarara nada. No veía a nadie desde ayer por la noche, cuando me metieron aquí.

Mi instinto me obligaba a escapar, a correr por mi vida antes de que me mataran, pero la razón me mantenía los pies en el suelo y me decía que confiara en ella. Me decía que ella volvería a salvarme.

Cuando la puerta se abrió de repente me asusté y di un brinco, a lo que dejé de mirar por la ventana.

No supe sonreír cuando la vi con una bandeja llena de comida.

—No es gran cosa, pero suficiente para que no te mueras del hambre. —dijo dejándola en una pequeña mesa.

Sin apartar la mirada de la comida me acerqué y comencé a devorarla. Gemí por el placer de llevarme algo caliente a la boca.

—He hablado con Theo y con mi madre. —dijo y yo la miré mientras masticaba. —Aún... Aún no sabe que hacer. Ella por supuesto no quiere que muera nadie por su culpa, pero él es muy cerrado de mente y no se fía de vosotros.

—Podemos contactar con mi padre, contárselo todo y que hablen entre ellos. —propuse. —Con Richard funcionó.

—Él no es Richard. —caminó para quedar de pie frente a mi. —Y tengo miedo, Quinn.

La miré desde abajo y dejé de comer. Me limpié los labios con el borde de mi camiseta.

—Si muero no habrá sido en vano. Al menos lo habremos intentado.

—¿Habremos?

Tragué el último bocado con dificultad.

—Si, bueno... —agaché la cabeza. —Tú... fuiste tú la que...

—¿La que tuvo una nueva idea en la que no se mencionara matarme de un tiro en la cabeza, quieres decir? —se apoyó en la mesa con un brazo.

Me sentía pequeña observándola desde abajo en una silla, así que bajé la cabeza de nuevo.

—Lo siento mucho. —dije con una punzada en el pecho. —Te he tratado fatal, te he dicho cosas... cosas horribles, te he hecho llorar y te he amenazado de muerte varias veces. —levanté la cabeza y las lágrimas no pudieron esperar. —Y tú lo único que has hecho ha sido intentar protegerme todo el rato a pesar de todo.

Su ceño se arrugó y sus ojos se empañaron mientras me miraba. Aunque ella quisiera esconderlo sabía que le había hecho mucho daño. Me puse en pie y me acerqué a ella sin romper el contacto visual.

—Nada de lo que dije era verdad. —confesé. —Absolutamente nada...

—Llegué a creérmelo. —dijo en un hilo de voz.

—Lo siento... —repetí, atreviéndome a tomar una de sus manos. —La situación me superó de un principio, después de tantas guerras y tantas traiciones... Cuando me enteré de quién eras me cegó la rabia. Tienes que entenderme, por favor.

—Quinn. —tomó mi otra mano y se acercó un poco más. —Vamos a salir de esta. Yo os metí en esto por más que me cueste aceptarlo, si yo no hubiera aparecido... Ahora estaríais a salvo. Y claro que te entiendo, cualquiera habría reaccionado igual o peor.

—Si tu no hubieras aparecido ahora mismo no tendría ni puta idea de lo que es el amor. —confesé —Y si el fin del mundo aún está por venir... Quiero estar a tu lado.

Cuando sus lágrimas aparecieron volvieron las mías.

—Nunca dejé de amarte. —le dije. —Soy una puta mentirosa.

La paranoia de QuinnWhere stories live. Discover now