Capítulo XII: Bestias de Agua Salada

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"...En un momento, los cuatro piratas habían trepado el declive de la loma y estaban ya sobre nosotros...".

—La Isla del Tesoro, de Robert Louis Stevenson.

[Monolitos de los Kelpies]

Poco después de que el barco del clan Nightfall Angels huyera impulsado por los propulsores, Mabel se dispuso a perseguirlos. Pero en vez de usar también los propulsores de su propio barco, la rabia y el deseo de venganza la hizo preferir usar otra alternativa; una más rápida y sorpresiva para hacer un ataque de frente.

Así que ella se agachó, poniéndose de cuclillas, y toco el suelo de la cubierta del barco con ambas manos. Acto seguido, sus ojos ganaron una luz fantasmal de color rosa; misma que comenzaba a emitir todo su cuerpo, y pasaba al suelo a través de sus manos. Poco a poco la luz fue extendiéndose por todo el suelo, pasando por los bordes y los mástiles. De esta manera, en cuestión de segundos, todo el buque estuvo envuelto en esa luz fantasmal, que le daba al barco una apariencia de barco fantasma.

Utilizó la técnica de su poder del Vacío, Aquí y en Ningún Lugar: Aparición Cheshire.

Y como efecto, el barco empezó a fundirse con la luz rosa y desaparecer en el aire, a partir de la proa y terminando la popa. A medida que esto sucedía, la parte que se fundía con la luz rosa volvía a materializarse en otro lugar; la parte trasera de una hilera de colinas altas del mar. Al final el buque de Mabel, junto con ella y su tripulación, apareció detrás de las colinas Monolitos de las Kelpies, justo en frente del barco Draco Wang.

—Fue buena idea turistear alrededor de esas piedras antes de ir al puerto —dijo Mabel con una sonrisa orgullosa, mientras se ponía de pie, tambaleándose un poco, mientras la luz rosa desaparecía de su cuerpo y del barco—. ¡Woo! ¡Ja, ja, ja! ¡Prepárense para abordar!

Los Yokai a bordo no tardaron en responder con gritos de emoción entre risas siniestras; se reían por la diversión que les daba la situación, y estaban emocionados por la batalla pirata que tendrían ahora. Así que todos corrieron a sus puestos para comenzar el ataque.

Por otro lado, la tripulación en el barco Draco Wang también se preparaba para el inminente ataque.

Un grupo conformado por Azrael, Raziel, Camael y Erzuli se ocupaban de cerrar las velas para evitar que sean dañadas durante un bombardeo; se desplazaban de un lado a otro trepando por los mástiles, ajustando las sogas de las velas sin problemas, y con la rapidez de un experto.

Uriel se ocupaba de manejar el timón según las órdenes de Miguel, mientras que Amitiel y Raven se ocupaban de leer juntas el manual de instrucciones del barco, para conocer mejor sobre las otras funciones de la mesa de controles, con el fin de emplear las funciones especiales del barco.

Los demás estaban preparándose para enfrentar el barco enemigo. Y entre ellos, Jofiel y Rafael trajeron una caja cada uno. Eran cajas grandes, que al ser depositadas en el suelo, hicieron un ruido fuerte que revelaba lo mucho que pesaban.

—¡Aquí están las balas de cañón! —aviso Jofiel, abriendo ambas cajas con sus manos de un solo movimiento, mostrando que las cajas estaban llenas de bolas de hierro.

—¡Esperen un momento, ¿Dónde están los cañones de este barco?! —preguntó Angela todavía sufriendo de nervios, y más aún al darse cuenta de que nunca se mencionó ni un solo cañón.

—¡¿Quién necesita cañones cuando tienes fuerza de bestia?! —respondió Rafael mientras agarraba una bola de hierro, con tanta fuerza que sus dedos abollaron el duro hierro. Luego el arthdruwid se preparó casi como un jugador de béisbol a punto de lanzar la pelota y, tal como en dicho juego, arrojó la bala de cañón hacia el barco enemigo.

Las Bestias de Dios I: el Despertar de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora