Capítulo XLV: Invasión de los Einherjar

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"Él les dio vida a ustedes, cuando estaban muertos por causa de sus propios delitos y pecados."

—Efesios, capítulo 2: 01

[Presente. Planeta Wonderland: Reino de Corazones].

De vuelta en la actualidad, todavía se llevaba a cabo la celebración del primer contacto público entre la Sociedad Sobrenatural y la Sociedad de Wonderland. Hasta el momento no hubo ningún incidente, gracias al esfuerzo de la guardia del Reino de Corazones que vigilaba las calles.

Los caballeros y guaridas de este reino vestían armaduras medievales con números en las pecheras que iban del "1" al "9", según el rango militar, casi como naipes de una baraja de póker, y a partir de cada tres rangos el diseño de la armadura pasaba de ser muy simple a más elegante y detallada. Las armaduras tenían detalles de color rojo y traían armas antiguas muy simples en comparación a las de los caballeros mágicos de Albión, que parecían auténticas armas mágicas y tecnológicas.

Cada vez era más notorio que este reino, y muy posiblemente el mundo entero, no contase todavía con los avances tecnológicos y mágicos necesarios para competir con la Sociedad Sobrenatural, y tal vez ni siquiera con algunos países de la Sociedad Humana. Esto hacía entender mejor el motivo por el que decidieron colaborar con el Reino de Albión, e incluso construir un portal que condujera en las afueras de ambos reinos, ignorando el prejuicio contra las criaturas no-humanas.

La Reina de Corazones, y muy posiblemente los otros reyes de Wonderland, estaban dispuestos a intercambiar información y recursos de su mundo, a cambio de conocimientos y otros recursos más valiosos de la Sociedad Sobrenatural, para así avanzar décadas o incluso siglos de tecnología y armamento en pocos años.

No era un mal trato, considerando que los pocos pueblos humanos en la Sociedad Sobrenatural vivían aislados del resto de pueblos y reinos; algo bastante parecido a lo que hacían los reinos humanos en la antigüedad del Mundo Mortal, cuando sabían que entre ellos podrían caminar criaturas no-humanas. Y esto sucedió en una época en la que no había tanto contacto entre diferentes continentes; nadie podía imaginarse el caos que se desataría, y lo aislado que estarían todos los países entre ellos, ahora que había más contacto global y choques entre países.

Con mucha dedicación, esta nueva sociedad de humanos no pecaría de lo mismo, sino que se mantendría abierta a la Sociedad Sobrenatural. Después de todo, este era un mundo alternativo al planeta Terra.

En la plaza del pueblo muchos se reunieron para escuchar a la Princesa de Corazones. Los nativos del Reino de Albión supieron dónde ir y orientarse en las calles del pueblo, gracias a que había mucho espacio entre las extravagantes casas, aparte de carteles escritos tanto en gaélico escocés como inglés que indicaban las direcciones.

La plaza era redondeada y bastante espaciosa; incluso las casas y edificios alrededor tenían espacios públicos en techos y balcones, a los que se podía acceder con escaleras de madera y piedra, para que más gente pudiera estar allí y mirar desde lejos.

En el centro se hallaba una construcción de piedra de considerable altura, adornada con enredaderas y rosas como las que había alrededor de la plaza, tenía barandillas con el característico diseño de corazón, y una escalera trasera para subir arriba; la estructura servía como puesto para dar discursos e información al público en la plaza.

Quedó demostrado cuando un grupo de soldados de rango "9" se alinearon a quince metros alrededor de la estructura, como una escolta de guardias para proteger a una persona muy importante en la cima de la estructura. No era la Princesa de Corazones, sino un peculiar hombre joven escocés de cabello blanco alborotado con una pequeña coleta, piel bastante pálida, ojos grises y semblante carismático. Era delgado y llevaba un traje blanco muy caro y elegante, pero ajustado lo suficiente como para hacer relucir sus músculos desarrollados.

Las Bestias de Dios I: el Despertar de DráculaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora