doce

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Acto final: Park Jimin







El peso de su nuevo collar de perlas sobre su cuello blanquecino se sentía muy bien, mientras se miraba al espejo del probador se enamoraba un poco más de sí mismo.

Era precioso, era obvio que Jungkook estaría completamente loco por él.

Pero no era un día para pensar en Jungkook, no cuando después de su compra se dirigía al centro penitenciario en donde habían encerrado a Taehyung, quería ver como se encontraba su última víctima, ya sea para mofarse o asegurarse de que él aún pensara que el crimen había sido cometido por Jungkook.

De todas formas, nada podría hacer encerrado y con todo el mundo apuntándole como el verdugo de su amigo, un crimen pasional en donde no había ninguna atadura que se uniera a Jimin.

Todo salía como quería.

Al llegar a la prisión hizo mala cara por el poco glamour que aquellas paredes contenían, pero solo venía a ver a Taehyung y se iría, tal vez lo atormentaria un poco o tal vez no.

De todas formas, se sentó a esperar a Taehyung, cuando lo vio llegar sintió su mirada pesada sobre él, no pudo evitar sonreír en cuanto se sentó frente a él.

"Hola." Saludo Jimin, con una sonrisa cínica.

"¿Qué haces aquí?" Contestó de forma brava.

"¿Eres desconsiderado con tus visitas?" Frunció sus labios negando con la cabeza.

"No, pero si con criminales."

"Pero ese eres tu, ¿no? por eso es que estas aquí." Sonrió. "¿Cuantos años tendrás al salir?"

"Vete al diablo." Dijo muy cerca del teléfono que les comunicaba. "¿Qué es lo que quieres? ¿Para que viniste?"

"Mhm, solo quería saber como estabas, nada más."

"Pues, ¿como crees que este después de que me inculparan de un crimen que no hice?"

"¿Qué no hiciste? ¿Aún sigues con la idea de que mi esposo lo hizo?" Pregunto inocentemente.

"No." Dijo. "Ahora se que no fue él, sino tu."

"Otra vez con tus acusaciones sin fundamento." Rió rodando los ojos. "¿No aprendes? te metiste con un hombre millonario y poderoso, ¿creías que te saldrías con la tuya?"

"Yo no me salí con la mía, ni Jungkook, solo tu. Ahora que lo veo y analizo mejor, tiene sentido que te hayas desecho de Yoongi, necesitabas el camino libre para tener a Jungkook ¿no?"

"Yo no diría eso." Se encogió de hombros. "Pero no vine a hablar de él, sino de ti, ¿como estas?"

"Mal." Respondió recostandose en su silla, mirando de forma despectiva a Jimin.

"Que mal. Bueno, eso es todo." Sonrió levantándose de su asiento, sin mirar atrás. Sonriendo al notar durante la corta visita los ojos hundidos y la mirada apagada de Taehyung, estaba destruido, por lo que no se le pasaría en la cabeza re abrir el caso.

Bueno, aunque re abrieran el caso, Jimin aún tenía algunas pistas bien ocultas, podría usarlas cualquier momento, ya sea para endurecer la sentencia de Taehyung o para su propio beneficio.

De todas formas, estaba cansado y quería ver a su esposo, no lo había podido ver durante toda la mañana. Por lo que ordenó a su chófer que lo llevara a la empresa.

La cual pronto sería suya.

Con una sonrisa, buen olor sobre su ropa, se subió al ascensor en busca de su esposo, ansioso de hablar con él sobre su día. Un día que había empezado con pie derecho pero con tan solo segundos se había arruinado al ver a la nueva secretaria de su esposo. Ella era joven, posiblemente fe su edad, cabello castaño, piel tersa y un escote vulgar, ella le sonreía a Jungkook mientras jugaba con su cabello de forma coqueta.

Jimin conocía a los de su clase, él había empezado como ella, seduciendo sutilmente al pez gordo. Pez gordo que le sonreía de vuelta a aquella mujer sin nombre.

Si bien sabía que Jungkook lo adoraba con su vida, era hombre después de todo, un hombre que podría caer ante el perfume barato y un escote horrible. Aún así, no se preocupo, después de todo Jimin era su esposo.

Y no era como Yoongi, jamás sería tan débil como él.

Por eso, camino hacía Jungkook y envolvió sus brazos en su cintura reposando su mentón en su espalda.

"Te extrañe." Saludo, llevándose la completa atención de su esposo.

"Amor." Saludo él, embobado con la presencia de Jimin. "¿Vamos a mi oficina? ¿tienes sed? ¿hambre?"

"Estoy bien, vayamos a tu oficina." Sonrió, miro de reojo a la secretaria, se dio cuenta como es que ella le había rodado los ojos.

Lo que le causó gracia, pues era una mujer estúpida, jamás podría seducir a Jungkook, no cuando Jeon estaba loco por él.

No cuando podría destruir su vida de un solo chasquido.

Porque esperaba que aquella sonrisa de zorra solo se haya quedado así y que no fuera una caza fortuna que tratara de interrumpir en su camino. Le iría mal, todos los que habían interrumpido en su camino les había ido mal.

Y esperaba que por el bien de Jungkook, que jamás llegará a mirar el collar de imitación que reposaba en el cuello de aquella mujer.

Jimin lo amaba y le dolería en el corazón.

Pero le dolería más el ego.

Fue él;  kookminWhere stories live. Discover now