catorce

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Jimin estaba acostumbrado a robarse la atención, siempre había recibido miradas y había hecho que más de una persona se girará para seguir viéndole, era alguien que fácilmente se llevaba la atención. Su atractivo y su carisma eran la razón que llevaba a todos a cierta fijación con él, quien sea quería tener los ojos de Jimin sobre su persona. Y a pesar de toda esa atención, Jimin no tenía atención para nadie más que su esposo, siempre había sido así.

Y se aseguraba que fuera mutuo. Que los ojos de Jungkook no mirara a nadie más y sus pensamientos solo fueran de un solo nombre.

Era así, lo sabía. Jungkook había hecho todo para demostrárselo.

Pero a pesar de aquellas demostraciones Jimin tenía una espina atorada en su garganta, porque a pesar de sus amenazas aquella mujer de mal tinte aún le sonreía a Jungkook, aún jugaba con su cabello mientras hablaba con él y eso a él le daba tanto asco, porque aquella mujerzuela lo hacía cuando él estaba ahí, tal vez para molestarle, o simplemente para demostrarle a Jungkook que no le importaba que estaba casado.

Perra estúpida. Pensó Jimin. Ten un poco de clase.

Y ante aquel contraataque de la secretaria, no se le hizo tan difícil planear algo. No podía seguir teniéndola cerca de su marido, no porque desconfiara de él ya que sería un tremendo imbecil si es que lo cambiaba a él por aquella, sino porque no soportaba que se creyera alguien de su nivel como para creer que sería competencia.

Nadie lo era, no cuando se trataba de Jungkook.

Tenía que darle una razón a Jungkook para que la despida, y no solo tenía que llevarlo a despedirla sino bloquearla en otras empresas. Él quiso ser bueno con ella, pero ella simplemente no colaboro y solo siguió retandolo.

"¿Qué es lo que pretendes?" Pregunto Jimin al entrar al vestidor en donde ella estaba guardando sus cosas.

"No se de que habla, señor Jeon." Se hizo a la desentendida con una sonrisa.

"Lo sabes muy bien." Dijo, cerrando la puerta a su detrás. "Creo que no te quedó en claro que dejaras tu juego frente a mi esposo, ¿no?"

"No se de que habla." Le dio la espalda, haciendo enojar a Jimin, la tomó de los hombros y la volteó, estampando su espalda en los casilleros.

"Deja de andar de zorra con Jungkook, Anne. Te lo advertí, fui bueno contigo porque entiendo en la posición que estas, se que debe ser muy difícil ser alguien pobre. Pero no creas que podrás salir de tu hoyo por mi marido."

"¿Y tú no lo hiciste así? ¿ah? ¿no también trabajabas para él? ¿no te metiste en su matrimonio?"

"Sí paso, me metí en su matrimonio, pero porque Jungkook me quería a mi, dejo todo por mi. No te compares conmigo que no somos iguales, yo jamas me le ofrecí como una prostituta barata."

"Fuiste su amante, es lo mismo." Sonrió.

"Tal vez, ¿pero tienes derecho a acusarme de algo? no, porque solo eres una zorra sin clase, no fuiste a la universidad, tomaste unos cursos para aprender a ser secretaria y entraste a esta empresa por una recomendación, supongo que te sentaste en las piernas de alguien para que te recomendaran ¿no?" Sonrió de lado, complacido de ver como la picardia de Anne se iba desvaneciendo. "Vives en un mini departamento, usas cosas sacadas a cuotas e imitación, ¿crees que puedes estar a mi nivel y meterte en mi matrimonio?"

Hubo silencio, ambos eran casi de la misma edad, pero Jimin estaba en una posición social superior a Anne, por eso es que sus palabras la herian aún más.

"Una muerta de hambre sin clase que por más que le muestre sus pechos a mi esposo no logrará hacer nada. Ahora, o renuncias o...-"

"¿O que?"

"O le tendré que decir a tu pobre y enferma madre que su preciosa hija viene a ser una zorra a su trabajo, que quiere meterse en un matrimonio ajeno y-"

"No te atrevas a meter a mi madre en esto." Le empujó fuerte de su camino, Jimin sonrió por dentro.

"Pobre de ella, se sacrifico tanto para que su hija tuviera una vida decente, ¿pero que hace ella? querer abrirle sus piernas a alguien casado, me pregunto, ¿que sentirá cuando se plantee la pregunta de por cuántos hombres pasaste para-"

"¡Cállate!" Volvió a empujarlo.

"Para una mujer tan vieja puede ser un gran golpe enterarse que su hija es una cualquiera."

"¡Qué te calles!" Y justo como quería Jimin, Anne levantó su mano y la estrelló contra su rostro, tan fuerte que logró tirarlo al piso.

La lleno de enojo y ella aprovecho la soledad de los vestidores para abalanzarse a él y seguir golpeando su rostro, tomarlo de sus cabellos y darle un arañazo por accidente. Una madre es sagrada y cuando alguien se metía con el nombre de ella era imposible que la rabia no cegara los sentidos, Jimin sabía aquello y aprovecho.

Porque le había pedido a Jungkook que viniera a verlo en el pasillo de los vestidores para poder irse juntos a cenar, cuando los gritos fingidos de Jimin de dolor fueron más sonoros Jungkook no dudo en abrir la puerta, encontrandose con la escena de su precioso esposo siendo atacado por una de sus empleadas.

"¿¡Qué es lo que haces!?" El grito de Jungkook interrumpió el accionar de Anne. Jungkook fue hacía ellos separandolos, tomando a Jimin en sus manos para levantarlo. "Jimin..."

Con sus manos limpio las lágrimas que habían rodado de las mejillas de Jimin.

"¿Qué es lo que hacías? ¿¡Por qué golpeabas a Jimin?!" Exclamó en dirección de Anne.

"Jungkook..." Sollozo Jimin, haciendo lo posible para manchar la camisa de Jungkook con sus lágrimas y la sangre del arañazo que Anne le había dado.

"Yo...señor...no-no es lo que cree, yo..."

"¿Entonces que es? Estabas atacando a mi esposo."

"Sí, pero él-"

"Nada, quiero que recojas tus cosas, estas despedida, mañana se hará los tramites para darte lo que te corresponde de tu sueldo de este mes y de tu liquidación."

"Señor Jeon, por favor." Se levantó del suelo, tratando de rogar por su puesto, no podría conseguir uno así en otro lugar y mucho menos con aquel sueldo que tanto necesitaba.

"Nada, estas despedida, recoge tus cosas." Jungkook no dejo que ella le dijera nada más, le dio la espalda aún con un brazo rodeando la cintura de Jimin.

Antes de salir y cerrar la puerta, Jimin la miró una vez más y le sonrío.

Nadie podía meterse con él.

Siempre iba a ganar.

Fue él;  kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora