trece

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Jimin era un hombre muy seguro de sí mismo, nunca se había comparado con nadie y jamás se había visto menos, siempre se había dicho que es suficiente y por demás para cualquiera. Su gran seguridad y egocentrismo era algo que atraía mucho, fue lo que le robó la atención a Jungkook desde el primer minuto, su descaro, su seguridad y su coqueterio fueron los detonantes para que su esposo le diera todo lo que tenía.

Y aunque Jimin sabía lo mucho que valía y que solo en sus sueños Jungkook encontraría a alguien tan bueno como él, había algo que le molestaba demasiado y era que le vieran tan poca cosas que quisieran ponerse a competir con él. Cualquier persona cuerda debería de tener en mente que nadie podía competir con él, ya que siempre perderían.

Pero al parecer, aquella mujer que había tomado el puesto de la nueva secretaria de Jungkook no tenía aquello en mente y eso le molestaba.

¿Como aquella mujer vulgar y corriente podría ponerse al mismo nivel de él? Era estúpido y molesto, lo peor es que la muy zorra no trataba de ocultar sus claras intenciones con Jungkook, solo que el muy estúpido estaba muy embobado con su esposo que no se daba cuenta. Y claro que Jimin no dejaría pasar aquello, tomaría cartas en el asunto, ya que ninguna mujerzuela podría compararse con él.

Por eso es que la había invitado a que tomaran un café con la excusa de que quería conocer a la secretaria de su esposo, ocultando la verdadera razón.

Jimin había sido puntual, claro, él respetaba el tiempo de los demás y el suyo también, se pidió un vaso de agua mientras esperaba, hasta que su grata compañía arribó. Se dio el tiempo de observar mientras ella caminaba, tenía un mal porte, un tinte que no iba con ella y joyería barata, le pareció gracioso cómo es que ella creía que podía ser competencia para Jimin.

Ni siquiera otro hombre rico como Yoongi había sido competencia para él y la de joyería barata pensaba que podría serlo.

"Buenas tardes, señor Park." Saludo ella con una reverencia mientras tomaba asiento.

"Buenos días." No sabía su nombre, por lo que solo le ofreció una sonrisa de cortesía y amabilidad, terminando su vaso de agua. "Y puedes decirme Jimin."

"Jimin, está bien." Ella volvió a sonreír, creyendo que se había ganado al esposo de su presa.

Llamo al mesero y se pidió un café, Jimin la imito, conversaron brevemente, Jimin trato de saber un poco más de ella, se entretuvo con lo rápido que pudo descifrarla. Aun con la conversación siendo algo entretenida el tiempo valía oro y decirle la verdadera razón de porque estaba ahí no podía esperar.

"No tengo mucho tiempo, entonces." Limpio los restos del café de sus labios con la servilleta. "La razón por la que te invite no era para hablar de tu vida o la mía, sino que quiero dejarte algunas cosas en claro."

"¿Cómo qué? Jimin." Pregunto como una mosca muerta.

"Tu posición." Dijo. "No creas que no he visto cómo es que te acercas a mi esposo, no creas que no me he dado cuenta cómo es que le arrimas tu escote cada vez que le das algún papel. Jungkook es un hombre muy atractivo y millonario, sé que un hombre así te robara la atención, pero siquiera ten algo de respeto, por él, por mí y por ti, ya que coquetearle frente al esposo es de muy baja posición, porque no creo que sepas la magnitud de hacerlo, con solo un chasquido puedo bajarte de tu lugar y hacer que nadie más te contrate."

Creyó que había logrado su cometido, intimidarla, pero la risa que ella soltó le hizo saber que no era así.

"¿Tan amenazado te sientes de mí?"

"No." Sonrió. "Para nada, solo que me molesta que una mujerzuela con perfume barato y joyería de imitación se pegue tanto a mi esposo, me molesta que creas que estas a mi nivel como para competir conmigo y tratar de robarme al marido." Dijo, tomando su billetera y revisando sus billetes para dejar lo de la cuenta. "Entiende tu lugar, eres la empleada de mi esposo y solo serás eso, si tu sigues con tus fantasías de grandeza al lado de Jungkook me veré en la posición de ser yo quien te bajé de esa nube, porque como te dije, con solo un chasquido hago que te despidan, así que antes de ponerte de competencia con el esposo de tu jefe, deberías de ser inteligente y ganarte al esposo, pero como no lo hiciste." Se encogió de hombros.

"¿Usted me va a despedir?"

"No, no soy un monstruo, sé que necesitas dinero para comer y para pagar el bolsón que seguramente sacaste a créditos de una galería de segunda mano, tranquila, si tú te portas bien, tu puesto no corre peligro." Volvió a sonreír. "Y no me digas señor Park, dime señor Jeon, yo pago tu café y espero que se te haya quedado en la cabeza, ahora, me tengo que ir, ten buena tarde." Y como un gato presumido se fue contoneando sus caderas con una sonrisa en el rostro.

Había intimidado a aquella mujer satisfactoriamente, ahora ninguna igualada se compararía a él, pues nadie puede robarle el marido a él, solo Jimin puede robárselo a otra persona; pero nadie a él.

Fue él;  kookminWhere stories live. Discover now