dieciséis

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Su vida era todo lo que había deseado, tenía un esposo que lo amaba, tenía una buena posición social y tenía dinero, aquel del que había carecido tanto cuando fue más joven.

Lo tenía todo.

Pero se sentía tan vacío.

Las noches al lado de Jungkook eran cálidas, sus fuertes brazos lo abrazaban en las madrugadas y lo sostenían cuando le estaba haciendo el amor, sus labios suaves le susurraban sus promesas de amor y besaban cada porción de su cuerpo, sus ojos solo le miraban a él, pero aún con todo ese amor, sentía que le faltaba algo.

Mientras lavaba sus cabellos rubios al ritmo de la música, se dio cuenta que es lo que le faltaba para sentirse completo; le faltaba poder. Tenía amor, dinero y una posición, lo único que necesitaba era tener poder y se sentiría completo.

¿Que otra cosa podría querer un hombre tan ambicioso como él? Tenía sed de poder.

Y sabía dónde conseguirla.

Justo en la empresa de Jungkook, aquella que alguna vez perteneció a Yoongi, así arrasando lo último que el difunto del ex de su esposo tenía en vida. Sabía que sería fácil, por eso no dudó en llamar a los abogados de Jungkook para que le informaran sobre lo que tenía que hacer para adquirir la mayor parte de las acciones de Jungkook, se excuso con que su esposo estaba tan ocupado que no podría hablarlo con ellos y que todo sería a través de Jimin, como buenos tontos le creyeron.

¿Cómo no creerle a esa cara de ángel? Si parecía un pecado pensar que él podría mentir.

Solo necesitaba la firma de Jungkook y una gran parte de sus acciones le pertenecerían, así llenando su gran vacío.

"Hola mi amor." Sonrío Jimin al ver a su esposo llegando, se mordió el labio al ver como se deshacía de su apretada corbata, haciéndole ver tan deliciosamente sexi.

"Hola, corazón." Saludo de vuelta Jungkook, yendo directo a abrazar a Jimin de la cintura, besando sus afelpados labios para luego levantarle en sus brazos y así llevarlo a la superficie más cercana, lo sentó sobre una mesa para volver a besar su mejilla, aún permanecía muy enamorado de su Jimin. "¿Cómo has estado?"

"Muy solito." Puchereo llevando sus brazos al cuello de Jungkook, luciendo lindo a los ojos de su esposo. "Te extrañe mucho."

"Yo también, amor." Sonrío plantando un beso sobre su mejilla, acariciando su cintura.

"¿Y por qué no me demuestras lo mucho que me extrañaste?" Susurro sobre su oreja soltando una risilla, envolvió sus piernas en la cadera de Jungkook para tenerlo más cerca.

"¿Y como quieres que lo haga?" Sonrío de lado, abrazando aún más a Jimin, apegandolo a su cuerpo por la cintura e inhalando el olor de su perfume.

"Demuestra lo mucho que me extrañaste aquí, encima de la mesa." Susurro de forma pícara, logrando provocar lo que solo él podía en Jungkook.

El mayor no necesito más, comenzó a besar el cuello del menor, pasando sus manos por su espalda y acariciando su cintura, robándole suspiros a Jimin y atrapando los gemidos de su esposo entre sus labios. Los besos eran tan calurosos que pronto sus prendas terminaron en el piso mientras se acomodaban en la mesa, disfrutando del placer que sus cuerpos les otorgaban y como su amor les quemaba en el pecho cada que se miraban a los ojos.

Hicieron el amor toda la tarde, aprovecharon que sus empleados tuvieran el día libre para hacerlo donde quisieran, en los sillones, las escaleras y la cocina, hace bastante que no se habían tocado como hoy y tenían que aprovechar esta oportunidad para dejar su amor plasmado en cada rincón de su hogar.

Tras haber engatusado a Jungkook, Jimin solo tuvo que darle una sonrisa para que firmara.

"¿Que es?" Pregunto Jungkook, recostandose el mesón mientras bebía una copa de vino y llevaba su mano libre a la cintura de Jimin.

"Nada importante, unas facturas." Mintió, si ahora le comentaba a su esposo su deseo de ser el accionario mayor de su empresa podría oponerse, pero luego al estar hecho no tendría nada que decir. Y Jungkook tampoco preguntaría mucho.

"Haces muchas compras, ¿eh? me dejaras en la calle." Bromeó tomando el bolígrafo que Jimin le ofrecía, firmando sin siquiera leer algo, confiaba en su esposo.

Y siempre esa confianza lo hundiría.

"Jamás podría dejarte en la calle, Kookie Kookie." Esbozo una amplia sonrisa al ver la firma sobre el papel, ya tenía el poder que quería, al fin se sentía completo.

"Yo sé que es así." Dejo los papeles sobre el mesón, volviendo a tomar a Jimin en sus brazos para besar sus labios y compartir una copa de vino.

Brindaron por ellos, Jimin brindo por su nueva adquisición.

Todo iba como quería, siempre.



























estaré actualizando toda esta semana pq esta historia llegará a su fin esta semana, gracias por seguir leyendo jeje 🫶🏼

Fue él;  kookminWhere stories live. Discover now