Déjà Vu [#3] ✔️

Capítulo 24: El día después

Me asomé por la ventana de la sala para ver si mi papá seguía fuera de la mansión, cuando lo vi entrar nuevamente a su auto y alejarse de aquí, fue que pude respirar nuevamente.

Sentí una punzada en la cabeza y un dolor en el pecho a medida que iba dejando salir las lágrimas, lo que mi papá había hecho me dolía, alejarme de él me quemaba el alma, y el solo saber que Marcus estaba en la cárcel por mi culpa siendo inocente me hacía sentir peor.

No pude pegar un ojo en toda la noche pensando en mi novio, llorando mientras me culpaba una y otra vez.

A la mañana siguiente llegó Alex para hacerme compañía, ella aún no sabía nada, decidí no contarle hasta que llegara para no preocuparla durante la noche. Le expliqué cada detalle de lo sucedido, omitiendo la parte donde teníamos nuestro momento, no tenía ganas de dar explicaciones sobre ese tema, no tenía ánimos de nada, solo quería verlo, ver con mis propios ojos si estaba bien. 

—Em, no me gusta verte llorar, amiga —comentó Alex acariciando mi cabello luego de que yo terminara de relatarle lo sucedido.

Ella estaba sentada en la cama de Marcus y yo acostada sobre sus piernas, no había dejado de llorar y el dolor de cabeza aún no me pasaba.

—No me siento bien, todo esto es mi culpa.

Mi móvil sonó sobre la cama, pero no tuve ganas de mirar quién era, solo seguí llorando en silencio.

— ¿No vas a contestar? —preguntó mi mejor amiga.

—Depende, ¿es Marcus? ¿Número desconocido?

—No.

—Entonces no.

Ella resopló insistiendo nuevamente.

—Es tu tía Morgan, puede ser importante, Emery.

—Déjalo que suene, no quiero hablar con nadie.

Sin embargo, ella hizo caso omiso y atendió la llamada por mí.

— ¡Hola, Mottie!... Hostia, pero qué amargada, tía... vale, vale... aquí está conmigo, ya te la pongo.

Ella me pasó el móvil y yo solo rodé los ojos atendiendo la llamada.

—Hola, tía.

—Hola, cielo, ¿Qué tal todo?

Resoplé.

— ¿Quieres la verdad o la mentira?

— ¿Ahora qué hizo tu papá?

—Anoche unos oficiales se llevaron preso a Marcus.

— ¡¿Qué?! ¿Pero, por qué?