𝟜. Moonlight

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La primera semana de clases por fin había finalizado, de verdad fue extraña, desde el miércoles estuve sentándome en la mesa de Munson y sus amigos los raros, cuando me dignaba a alzar la mirada a mis amigos, ellos me la regresaban con cierta lástima. Intente preguntarle al lunático que le había pasado ese día después de curarle, pero me sacaba la vuelta con otro tema o iba a hablar con otra persona; quise investigar con Steve, no obstante, me evitaba cada que podía, incluso fingía no conocerme cuando le dedicaba un simple saludo en los pasillos; lo único que pude sacar fue de parte de Evie, al parecer Chrissy llego de un intercambio que hizo a Inglaterra por un año y se incorporaría al instituto el lunes —Lo prometido es deuda— en la reunión del club se me estaba haciendo entrega de la camiseta.

—No...— ni siquiera alcancé a terminar la frase cuando noté como su mirada se tornaba oscura, no decía nada por los demás miembros presentes —Está bien, me la pondré— aceptaba poniéndomela sobre la blusa que ya traía. Todo el Hellfire club me recibía de una manera calurosa, intentaba forzar una sonrisa para corresponderles, pero solo me salía una mueca. Quería correr de ahí y me sentí tan aliviada cuando Munson anunció que ya podíamos irnos a casa. Su herida ya estaba mucho mejor, hoy fuimos con la enfermera Lane a la hora del almuerzo a que le retiraran los puntos, solo faltaba que la cicatriz se atenuara, aunque él parecía feliz de tenerla, decía que le daba un aspecto genial.

Tenía un cansancio impresionante, me explicaron los conceptos básicos de su juego, pero no capté ninguno de estos —Veo que traes una camiseta nueva, ¿Hellfire club? ¿Qué es eso?— preguntaba mi padre a la hora de la cena, había llegado apenas a casa y ni tiempo de cambiarme me dio —Pensaba que estabas en el club de francés con Evie, ¿acaso se pelearon y decidiste cambiarte?

—Sigo estando en el club de francés— solo que no he asistido toda esta semana, el profesor me echará la bronca —, es una larga historia.

—Los jóvenes de ahora y sus actividades raras— habló mi abuelo, oh no, aquí vamos de nuevo —, un club que se hace llamar del fuego infernal, ¿cómo mi nieta puede estar en algo como eso?

—Fred— papá trataba de calmarlo, desde que la abuela falleció, su humor había empeorado. Ambos eran como la noche y el día, mi abuela siempre irradiaba luz con su sonrisa, mientras que mi abuela era más fuerte de carácter; ella era la única que podía controlar sus cambios de humor —, déjala que tome sus propias decisiones, aunque sean unas que no nos gusten.

—No puedes pedirme que la vea tomar malas decisiones— tomaba un bocado del trozo de carne en su plato — y para ti sigo siendo el señor Welch.

—Ya, ya, tengamos una comida en paz y armonía donde todos seamos...— el timbre sonando interrumpía a mamá —¿Quién será a esta hora?— se levantaba para abrir la puerta, el barrio era muy tranquilo cómo para que vinieran a tocar la puerta a estas horas de la noche.

—¡Señora Palmer, qué gusto verla!— la voz de Evie llegaba hasta el comedor —¡Sí, vengo a ver a Lexie! ¿Mi madre? Está bien, se le hizo raro que no asistiera a la reunión de los miércoles en el club— sus pasos acercándose se hacían cada vez más ruidosos —¡Lex!— se lanzaba sobre mí para abrazarme. Entre sus manos tenía una bolsa del supermercado repleta de cosas —He venido a pasar una divertida noche de mejores amigas, cómo en los viejos tiempos— a veces me preguntaba por qué me hice su amiga, su energía en este momento me fatigaba.

—¡Eso es perfecto!— mamá se metía a la conversación —Lexie ha acabado su cena— mentira, tengo el plato lleno aún.

—Y le vendría bien una convivencia sana— mi abuelo miraba directa e indiscretamente a mi camiseta.

Evie también lo hacía y, con una mueca de asco, la miraba más detenidamente —No se preocupe, señor Welch, esto tiene arreglo— hacía que me levantara, por el movimiento llegue a tirar unos cuantos envases de condimentos en la mesa, y me empujaba escaleras arriba. Cuando la puerta de mi habitación estuvo completamente cerrada, Evie mostraba su otra faceta —Joder, verte con esa cosa me dan ganas de vomitar, debes quitártela ya— sacaba la camiseta del club a la fuerza y, de una vez, la que traía debajo dejándome en sujetador. Abría la ventana mientras de su bolso sacaba una cajetilla de cigarros —. Veamos que tienes en este armario— mientras fumaba iba sacando vestidos de fiesta, cada uno más revelador que el anterior.

𝐄𝐍𝐂𝐀𝐃𝐄𝐍𝐀𝐃𝐎𝐒 || 𝗘𝗱𝗱𝗶𝗲 𝗠𝘂𝗻𝘀𝗼𝗻  (+𝟭𝟴)Where stories live. Discover now