𝟙𝟙. Recaída

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⚠️ Este capítulo tiene contenido maduro, explícito verbal y sexual, así como consumo de sustancias⚠️
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—Es un idiota— fue lo que le dije a Palm antes de cerrarle la puerta en la cara, era obvio que planeaba tener un pícnic con Harrington que no salió como lo esperaba. La canastilla que me dio pesaba bastante, ¿qué tantas cosas había preparado esta chica? La puse en la encimera de la cocina y la abrí quedándome boca abierto. Muffins, trufas, fruta, pasta y hasta una botella de vino era el contenido.

Siendo honesto, no podía sentir mucha lástima por ella, por más lágrimas que salgan de sus ojos, solo puedo ver a dos chicos populares hacer lo que mejor saben hacer: dañar a los que tienen a su alrededor, destruyendo todo lo que tocan y dejan apenas cenizas. Tomando uno de los muffins me di cuenta de que eran de frutos rojos, qué recuerdos, estos eran cómo los que mamá cocinaba cuando no estaba drogada y había un poco más de presupuesto; di un pequeño mordisco, mierda, incluso saben igual, la malparida sabe hacer cosas bien.

Cuando metí la mano pude sentir, hasta el fondo de la canasta, algo raro, pequeños envoltorios que saqué para encontrarme con un par de condones —Vaya, sabe a lo que va— los tire a la basura, realmente no es que me hicieran mucha falta. Regrese a mi habitación donde me disponía a componer un poco, ¿cuál sería mi nueva canción? Quizá algo que tenga que ver con la traición, tomando cómo ejemplo a Palm y a Harrington. Alguien volvía a tocar la puerta, esta vez de una manera más suave; maldita Palm, debería aprender a dejar de molestar. Seguía de insistente tocando sin parar —Si vienes por tus condones, déjame decirte que...— la persona parada en mi puerta no era ni Palm, ni Jane, era Chrissy.

—Hola...— dijo tímidamente.

—¿Qué es lo que quieres?— nuestra pequeña discusión de hace unos días seguía rondando en mi cabeza, la recordaba tan claramente como el agua.

—Comprar.

—Ni muerto— iba a cerrar la puerta, pero ella alcanzaba a meter el pie —, ¿quieres hundirme más en la mierda? ¡Lárgate!

—¡Eres el único dealer que conozco!— pensaba que la habían llevado lejos para que arreglara sus problemas, ahora veo que todo sigue igual, sigo viendo en sus ojos ese mismo deseo de consumir —¡Te puedo pagar el doble!— sacaba de su bolso un fajo de billetes.

—Sabes que la hierba cuesta cinco veces menos que eso.

—No vengo por hierba— esto era malo, mire por todos lados, luego a los billetes y así un par de veces.

—Está bien, pasa— la dejaba entrar a mi hogar —. Ya conoces este sitio muy bien, así que no hay recorrido— de una gaveta rebuscaba entre frascos y bolsas de plástico hasta encontrar lo que ella tanto deseaba, la ketamina. Su presentación era como la que le di al hermano de Steve aquella noche, una pequeña bolsa con polvo. La tiraba en la mesa de la sala frente a Chrissy, que se había sentado en el sofá, y tome los billetes, como un intercambio —. Listo, tienes lo que buscabas, ahora largo.

—Espera, de hecho también vengo a recordar los viejos tiempos— ahí mismo abría la bolsa tirando el contenido sobre la mesa —, ¿lo recuerdas? ¿Recuerdas lo bien que la pasábamos juntos?

—Realmente no, ¿sabes por qué? Porque la mayor parte del tiempo estaba drogado— ¿ven? Destruyendo lo que toca, dejando apenas las cenizas.

—Ahora te harás el santo, juzgas el que consuma, pero eres el que me vende— se cruzaba de piernas y sacaba más billetes —. Son tuyos si vienes aquí e inhalas un poco.

—¡No soy una maldita prostituta!

—Eddie...— ese tono, ella sabe cuando lo usa puede pedirme cualquier cosa —, si lo que me dijiste en la enfermería es real, es momento de demostrarlo. Ambos necesitamos esto...— enrollaba uno de los billetes para ofrecérmelo. Mi mano temblaba al acercarse a ese papel, recordar lo que sentía hace un año, recordar que podía dejar de pensar cuando consumía... puede ser que Chrissy tenga razón, no, ella TIENE razón. Yo necesito ese polvo esparcido por toda la mesa, más que nada, necesito consumirlo junto a ella.

𝐄𝐍𝐂𝐀𝐃𝐄𝐍𝐀𝐃𝐎𝐒 || 𝗘𝗱𝗱𝗶𝗲 𝗠𝘂𝗻𝘀𝗼𝗻  (+𝟭𝟴)Where stories live. Discover now