𝐄𝐍𝐂𝐀𝐃𝐄𝐍𝐀𝐃𝐎𝐒 || 𝗘𝗱𝗱𝗶𝗲 𝗠𝘂𝗻𝘀𝗼𝗻 (+𝟭𝟴)

𝟙𝟘. Pícnic para dos o más

¿Qué es lo que pasa cuando quieres confiar demasiado en un hombre? Se los contestaré: la catástrofe, eso es lo que sucede, lo que siempre termina pasando. Desde ayer por la noche me puse a preparar bocadillos y postres para un pícnic perfecto, obvio mis padres me preguntaban para qué tanta comida y yo contestaba que iba a ser un día de chicas con Evie; hablando de ella, hoy me prohibió visitarla porque va a tener a Samuel en su casa, siempre ha aprovechado que su madre trabaja casi las veinticuatro horas para meter chicos a su casa. Steve me había dejado una nota el jueves indicándome que nos veríamos en el parque junto al videoclub, las 12 p.m. y de ahí me llevaría a otro parque lejano, pero «hermoso», según sus palabras. Iba a ser un día bueno después de una mala semana, una semana soportando a Munson y su mal humor, una semana donde Nancy Wheeler se estuvo acercando mucho a mí para preguntarme cosas del club de francés y, cómo básicamente teníamos el mismo collar, decidí dejar el mío en casa, sin embargo, hoy por ser algo especial me lo puse. Ahora lo sentía pesado, como el collar que me marcaba como propiedad de un amo al que no le interesaba.

No diré que la cocina me encanta, pero me defiendo bien; para la ocasión prepare muffins de frutos rojos, trufas de chocolate, recipientes con fruta como fresas y sandía, la pasta favorita de Steve, que es la trenette al pesto, e incluso pude traer vino blanco gracias a Gareth que me lo consiguió a cambio de una cita con Evie; la única razón por la que se que esa pasta va con ese vino es porque él no dejaba de mencionar lo buena que era la combinación. ¡Gaste la mayoría de mis ahorros en la comida, en una puñetera canasta y en un atuendo nuevo para que me viera linda! ¡TODO PARA NADA! Ahora estoy sentada sola, en la banca de este puto parque de mierda, junto a una canasta ridícula, con las lágrimas amenazando en salir y con unas ganas incontrolables de fumar sin poder hacerlo, porque si alguien que pudiera ir de chismoso con mis padres me viera, ese sería mi verdadero fin, ni siquiera puedo ver a mi mejor amiga para que me consuele un poco —¿Lexie?— lo que le faltaba, la pequeña Jane Hopper me había encontrado.

—Jane...— como pude limpie las pocas lágrimas de mis mejillas con mis manos —, ¿q-qué haces aquí?

—Generalmente paseo a mi perro en este parque, su nombre es Phoenix— cierto, ni siquiera había notado que llevaba consigo a un beagle muy lindo que movía su cola con entusiasmo —, ¿qué haces tú aquí?— se sentaba a mi lado en la banca de madera.

—Oh... tengo una cita conmigo misma— me esforzaba por sonreír.

—Claro— alargaba la "o", pero me dejo seguir con mi mentira —, ¿qué es lo que traes para... convivir contigo misma?— abría la canasta para dejar que viera el contenido —¡Wow, es muchísimo! Hasta una botella de vino, qué elegante— estaba a punto de agarrar algo, cuando se dio cuenta de que no me había pedido permiso.

—Puedes tomar lo que quieras, engordaré si solo lo como yo— con mi permiso, se abalanzó sobre los muffins, su perro se acostaba a sus pies, estaba muy bien entrenado, seguramente el oficial Hopper tuvo que ver con eso.

—¡Están riquísimos, es lo mejor que he probado en mi vida!— los devoraba con una sonrisa y un gran brillo en sus ojos —Que estúpido la persona que te dejó plantada.

—¡Hey!

—Sí, sí, disculpa, "convivencia contigo misma"— su presencia logró tranquilizarme un poco, ya no me sentía tan solitaria. ¿Es por eso que Munson llego a contarle lo que sea que sucedió con Chrissy? ¿Debería intentar confiar en una niña de catorce años? Mi "relación" con Steve era algo que ni siquiera le había contado a Evie, pues sabía lo fácil que a ella se le iba la lengua y hablaba de más.

—Jane, ¿puedo contarte algo?— apretaba el borde de la banca, canalizando todas mis energías en mis palabras.

—Lo que quieras— no le respondí y eso terminó en que me viera con más atención —, seré una tumba— que buena comprensión de la situación tenía.