𝟙𝟠. Servicio Dominical

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Lo primero que hice al llegar a casa fue darme una buena ducha con agua caliente, lo necesitaba, necesitaba que mi cuerpo se relajara al máximo, pues me dolía un montón, más que nada sentía débil mis piernas. Pasaba el estropajo y lo restregaba con ganas contra mi piel, hasta el punto de poner varias zonas enrojecidas, pero todo era para sacar simbólicamente el hecho de que folle con Eddie Munson. No fue malo, fue raro, pero aunque no lo haya detestado, debía ser una simple anécdota que se enterraría y jamás se volvería a tocar el tema.

Cuando secaba mi cabello con la toalla, pude ver en el espejo encima del lavabo unas cuantas marcas en mis clavículas, eran de color rojo-violeta y un poco de azul; baje la vista notando cómo había más, incluso en la parte interna del muslo, muy cerca de mi entrepierna —Que cabronazo...— Munson me condenó a usar ropa que me cubra completamente por un buen rato, ¿cómo una chica como Chrissy Cunningham, que se ve tan correcta y dulce, puede aguantar todo eso? Supongo que un poco de maquillaje en las zonas que no pueda cubrir la ropa bastará. Me puse otra pijama encima para que, cuando mis padres se levantasen, yo estuviera acostada como si nada hubiera pasado. Antes de poner la ropa sucia que utilice en la noche en el cesto, acerque la camiseta para olerla... olía a él y a su casa.

"Eres una rarita" me dije a mí misma.

Repase mi habitación un segundo y llegue a mi escritorio, donde estaban esas putas fotos, «¿Quién las envió?», fue el pensamiento que me llego, algo que debí preguntar desde un principio, con la cabeza sobria. El único que sabía es Munson... no, él no, puede ser molesto, arrogante, loco, un poco imbécil y altanero, pero dudo que él se arriesgara a romper nuestro acuerdo.

¿Nancy? Supongo que es la opción viable, sin embargo, ella misma hubiera podido venir y reventarme la cara teniendo la gran ventaja de vivir a unas casas de distancia. Entonces, ¿quién? Examino más de cerca las fotos, debe ser alguien lo bastante listo y con tiempo para seguirle a muchos sitios o con mucho dinero para contratar a alguien listo y con tiempo, las fotos captan los lugares de encuentro con esta chica de pelo rubio, tanto dentro como fuera de la escuela y todas son altamente comprometedoras. Quería ver los detalles un poco más, pero el ruido de una puerta abriéndose me alertaba de que la gente en la casa estaba despertándose.

Guardaba las fotos y la carta en el sobre que escondía cuidadosamente bajo mi cama, en una caja de zapatos vieja que usaba para esconder cartas. Tapaba todo mi cuerpo con una gruesa manta y me acurrucaba intentando descansar, aun con los rayos del sol pegando directamente a mi cara. Traía en la mano esa camiseta impregnada con el olor de Munson, ¿cómo debería describirlo? Olía a cigarrillos mentolados, alcohol y alguna clase de perfume del que no puede diferenciar un aroma específico, solo que es muy fuerte y debía serlo como para quedarse en mi ropa tanto tiempo.

"¿Qué pasará con Steve?"

Ese es otro tema que debía abordar, rayos, pensé que había sacado todo con Munson toda mi tristeza y lágrimas, pero tuve que ahogar un sollozo en mi almohada. ¿Esto es a lo que llaman un «corazón roto»? Aun cuando dormí un poco en el remolque, me siento muy cansada y mis ojos me pesan, tanto que comienzo a cerrarlos hasta que el sonido de alguien llamando a mi puerta me sobresalta —Lex, cariño, el desayuno está listo— es papá, recordar que es domingo de sus waffles especiales me pone un poco de mejor humor. Acostumbrábamos a desayunar los domingos en el jardín, antes de ir al servicio de la iglesia.

—¿De verdad tengo que ir hoy? Estoy muy cansada...— solo había una iglesia en todo el pueblo, lo que significa un potencial encuentro con los Harrington.

—Los jóvenes de ahora ya no muestran respeto ni por nuestro señor— el abuelo hacía sus típicas muecas.

—Cariño, son solo unas horas, regresando podrás descansar todo lo que necesites— mi madre apretaba mi mano mostrándome un poco de apoyo. Termine mis waffles, pasándole algunos pedazos a Nyx bajo la mesa, y me arregle lo mejor que podía, con un vestido amarillo con estampado de flores blancas, largo para mantener la "decencia" —. Hemos llegado tarde, nos tocará sentarnos hasta atrás— buscaba con la vista donde podría estar Steve y, como siempre, lo encontraba en los asientos de hasta adelante. Me di cuenta cómo volteaba a un lado en específico, cruzaba miradas con esa otra chica animadora, creo que se llama Demi O'Neill. ¿Siempre fue así? ¿Era tan imbécil que no me daba cuenta de lo que pasaba bajo mis propias narices? Tuve que conformarme con morder mi labio inferior hasta casi hacerlo sangrar y pedirle a Dios que me diera la fuerza de voluntad suficiente como para no ir a buscar un cuchillo y clavárselo en el pecho.

"Ese dolor sería apenas una milésima parte de lo que yo estoy sintiendo"

Era rutina que al terminar el servicio mis padres se quedaran a saludar a algunos amigos, en algunas ocasiones Steve y yo lográbamos escaparnos al bosque trasero para... hacer cosas. Tome mi bolso largándome al pequeño parque que tenía la iglesia, sentándome en uno de los columpios, miraba y jugaba con las rocas del suelo, hasta que unos zapatos de hombre entraron a mi campo de visión —Es raro verte sola— por fortuna no era Steve, ese inconfundible pelo rojo que brillaba más con los rayos del sol era difícil de olvidar —, ¿puedo?— señalaba el columpio continuo al mío, asentía con la cabeza dándole permiso de estar a mi lado —No te ves muy bien...

Pero si me he puesto maquillaje, me asegure que no se vieran mis ojeras por llorar tanto —Estoy bien— ponía mi mejor sonrisa —, ¿y Mya?— era mejor pasar la conversación a otro tema.

—Al parecer ayer fue a un club y se le pasó la mano, sigue vomitando en casa.

—¡Y no me invitó la maldita!— me hacía la ofendida.

—Dijo que pasaría por ti con alguna idea extraña para sacarte a escondidas, supongo que no estabas en casa— por supuesto que no estaba. Pasamos unos minutos en silencio los cuales disfruté —Lex...— me llamaba de repente, a punto de poner su mano sobre la mía.

—¡Lexie!— Jane corría para abrazarme, atrás de ella venía toda la cuadrilla de niños. Dejaba a Zack de lado, estaba segura de lo que me iba a pedir y yo no quería tener ese tipo de compromiso.

—Niños, no me puedo librar de ustedes ni los fines de semana— bromeaba, pero a nadie pareció hacerle gracia —. ¿Dónde está Ed...Munson?— si ya era raro preguntar por él, sería el doble hacerlo por su nombre cuando no solía hacerlo.

Max soltó una carcajada —¿Qué haría Munson en la iglesia? Estoy segura de que sigue roncando— quisiera debatirle, sin embargo, no puedo simplemente decir "Nah, estuve toda la noche y parte de la mañana en su casa y puedo decir que está muy despierto".

—Supongo que se quemaría si está cerca de una— soltó Zack, esto sí hizo reír a los niños.

—Eres... ¿Moore?— preguntó Max y mi amigo asentía —Dios, mi hermano está furioso contigo porque lo has desplazado en popularidad...

—Lo... ¿Siento?

—¡No lo sientas, ha sido muy divertido! ¡Déjame estrechar la mano de mi héroe!— sé que Billy y Max tienen su relación complicada, mejor dicho, se odian a muerte, son más felices si no se ven la cara.

La familia de Steve estaba a pocos metros de nosotros, podía notar cómo intentaba establecer contacto visual conmigo; Jane, siendo siempre muy perspicaz, no podía quedarse sin hacer algo y se puso justo donde podía taparle la visión. ¿Por qué pasaba el tiempo hablando con chicos de primero año? —¡Lexie, vámonos!— esa era mi gran salida.

—Bueno chicos, fue... lindo hablar con ustedes.

—¿No vendrás al ensayo de la banda?— me interrogó Dustin.

—Nop.

—Eddie te matará— advertía.

—Dile a Munson que se vaya a la mierda— casi corría para llegar al auto, daba pasos largos ignorando a los adultos que me saludaban y dejando a Steve en un "Oye", no quería saber nada de él. Me encerré en mi cuarto y nadie se molestó en levantarme, lo agradezco. Ni siquiera quería gastar energía en sentir.

𝐄𝐍𝐂𝐀𝐃𝐄𝐍𝐀𝐃𝐎𝐒 || 𝗘𝗱𝗱𝗶𝗲 𝗠𝘂𝗻𝘀𝗼𝗻  (+𝟭𝟴)Where stories live. Discover now