𝟟. Descubrimiento

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Retiro lo dicho, verles tocar era lo peor. Tenía las palmas de mis manos tan pegadas a mis oídos que pensé se fundirían en algún punto, no sé cómo los chiquillos del Hellfire Club pueden disfrutar tanto ver a tres idiotas ruidosos que cabecean al ritmo de la música —¿No es sensacional?— me preguntaba uno de los niños llamado Dustin Henderson, le dediqué una media sonrisa.

—No seas tonto, ve como sufre la pobre— señaló una pelirroja, a ella vaya que la reconocía por ser hermanastra de Billy y, aunque no se juntaba mucho con el grupo de raros, convivía para estar cerca de su novio, Lucas Sinclair. No saben las veces que escuché a Billy quejarse sobre este niño, no tengo nada en contra de él, se ve como un chico bueno.

Desde que llegamos me aplaste en un sillón viejo que estaba puesto en el garage de Gareth y ahí se fueron sentando los demás. Me impresionó saber que entre los miembros también se encontraba la hija del oficial Hopper, sin embargo, ella se dedicaba más que nada a bobear con Mike Wheeler —¡Venga Palm, levanta y pon un poco de ánimo!— Munson se me acercaba sin dejar de tocar la guitarra, esa cercanía me ponía los pelos de punta, dejo de tocar unos segundos para quitar mis manos de mis orejas —Sonríe mujer— estiraba las comisuras de mis labios para formar una sonrisa. Los demás a mi alrededor reían, les parecía muy gracioso su líder —. Ahora se una buena chica y ve a comprar bebidas para todos— me tomaba por el mentón, pero alejé mi rostro con rapidez.

—¡Uh, yo quiero uno de naranja!— la lista de bebidas me comenzó a llegar de golpe.

—¡CÁLLENSE TODOS!— grité, no podía procesar tantas cosas —¡Traeré la misma soda para todos!— tenía que sacar un poco de fuerza, los niños parecían cómo recién regañados por sus padres —. Dinero— estiré mi brazo hacia Munson, con la palma de mi mano abierta esperando el efectivo para ir a comprar.

—¿Dinero? Princesa— ¿podría dejar de llamarme así? El único que podía hacerlo era Steve —, es tradición que la nueva oveja pague un tributo, ¿no es así chicos?— volteaba en dirección de Gareth y Jeff que se veían confundidos en un principio para salir al final con un "Claro, la tradición más importante". Y una mierda, eso Munson se lo acababa de sacar del culo.

Gareth me acompañó a la calle dándome unas direcciones para llegar al minisúper más cercano, eran unas cuantas cuadras a pie. Por el camino iba curioseando las casas y los jardines, acariciando a cuanto gato callejero y doméstico se me pusiera enfrente. En la entrada del supermercado tomé un carrito y me paseaba por los pasillos hasta llegar a la zona de bebidas, eché un paquete de doce latas de gaseosa —¿Qué más llevo...?— ya tenía un poco de hambre, unas frituras no me vendrían nada mal —Oh, mierda...— vi a Samuel, el hermano de Steve, viendo otras chuches en el mismo pasillo, traía unos lentes de sol y parecía recién salido de una revista de modas. ¿Acaso vino a ver a Evie? Ella vive cerca de aquí.

Di media vuelta sigilosamente y doble para llegar al pasillo continuo, solo debo pagar ya esta porquería e irme —Son diez dólares, señorita— la amable cajera ya tenía la caja registradora lista para tragar mi dinero y con mucho pesar extendí el billete. Metí mis compras en bolsas plásticas, la vida me sonreía un poco, me pude librar de Samuel.

Aún tenía el cuerpo un poco débil, por lo que los refrescos y las frituras me pesaban un montón —Maldito Munson, maldito Hellfire Club, maldito Samuel, maldita Evie por darme la maldita idea de ir a esa discoteca— creía que maldecir a todos me vendría bien —, maldito Nathan, maldito- — iba a seguir con mi lista de gente por maldecir, pero Gareth y Jeff estaban en la entrada del garage, este último fumando, al parecer estaban en un descanso.

—¿Crees que se acerque a ella?— preguntaba Gareth, me escabullí para esconderme detrás de un pequeño árbol, tuve que subir a una pequeña piedra, el terreno era demasiado irregular.

𝐄𝐍𝐂𝐀𝐃𝐄𝐍𝐀𝐃𝐎𝐒 || 𝗘𝗱𝗱𝗶𝗲 𝗠𝘂𝗻𝘀𝗼𝗻  (+𝟭𝟴)Where stories live. Discover now