— Entonces, yo le dije es imposible que los peces se ahoguen, ella dijo que lo hacen por se cansan de nadar ¡Es como el colmo de los peces! — comento Darren.
Definitivamente, el humor de Darren no era el mejor, pero le encantaba compartirlo con su mejor amigo, Sebastian. Se soltó a reír cerrando los ojos tan pronto terminó de contar su anécdota, esperando escuchar alguna risa forzosa por el pelo negro. Sin embargo, paro en seco y abrió los ojos para mirar a su amigo cuando aquel sonido proveniente de su garganta solo era acompañado por el silencio.
Sebastián ni siquiera lo miraba, mantenía el brazo izquierdo recargado en su muslo (izquierdo) y la mano del mismo le sostenía la mejilla. Con la posición encorvada, como si fuera una tortura, el cuello caído y las piernas abiertas. Flojo. Desanimado.
Darren lo miró y después giró en dirección a lo que él otro observaba, ahora lo entendía. Esa cara de desesperanza, sufrimiento, comparación, celos y demás, que siempre se hacía un dilema cuando veía a la única persona que le causaba sensaciones explocibas y le enrojecia la cara.
Ryan.
Ese era el nombre del chico que mantenía en las nubes a su amigo. Pero, que también lo revolcaba por el suelo.
— Deberías de hablarle, ya.
Darren sabía perfectamente que Sebastián jamás haría nada más que observar, porque era un raro e invisible. Eso decía él. Pará Darren era lo contrario, simpático, divertido, amable, amistoso, inteligente, en fin, para nada de marginado.
Suspiro tras suspiro, Sebastian, le miró de reojo y después giro a ver al otro joven.
—Si fuera tan facil— soltó, resignado.
—Lo sería si no tuvieras miedo — Darren le reprochó, estiró sus brazos y los recargando por detrás, en la banca.
Sebastian suspiro de nuevo. A veces le gustaría que su amigo tratara de comprender que no sólo se trata del miedo, si no del rechazo, la indiferencia, la multitud, la orientación, el dolor. Es difícil gustar de alguien del mismo sexo (y por igual) , sobre todo cuando es un enigma, solo sabes su nombre y que existe. Idealizas y vives de tus propios sueños. Pero, en la vida real, las nubes no sostienen cuerpos. Los dejan caer. Y duele.
— Lo haría si supiera que sus amigos no van a golpearme — le reprochó, rompiendo postura y enderezado.
— ¿Les tienes miedo? — bufo el otro. Sebastian simplemente le miró, a veces le molestaba esa actitud de arrogante soltaba su amigo cuando le decía el porqué de su cobardía — Me tienes a mi. Yo los enfrentarse si te molestan — hizo un ademán golpeando al aire.
Sebastian relajo el rostro dajando caer sus hombros y volviendo a encorbarse, después soltó una sonrisa resignado. Tal vez su mejor amigo podía un raro, malo contando chistes, arrogante y miedoso o pesado, pero le mejoraba el día cuando esté le aplastaba de a poco.
Y si, sabía perfectamente que lo tenía. Pero, ser el amigo del homosexual marginado, también deja huellas de dolor. Regalo del agresor.
— Algún día lo haré, va — le dijo, aquel le sonrió y negó sabiendo que jamás lo haría.
Que toda la vida diría [[Mañana, mañana, mañana]] y siempre seguirían en el mismo día. Por la espera de la mañana.
Pero lo comprendía y lo dejaba.
— Esta bien — se estiró soltando un quejido y después sacó su teléfono para checar la hora —. Son las 1: 45 (p. m), deberíamos irnos o la bruja comenzará a gritar si faltamos a su clase.
Ambos rieron y Sebastián le asintió. Se levantaron de la banca y sacudieron sus traseros para ir bajando de apoco y llegar hasta la entrada. Darren salió primero y sin ninguna preocupación. Sebastián, el todavía dio una mirada al otro lado de la cancha, donde estaba sentado en las bancas, aquel "amor imposible" que tanto le torturaba por las noches y le limpiaba el sudor por las mañanas.
[[Ryan...]] fue lo único que pensó soltando un suspiro.
Y fue llamado por Darren saliendo del trance. Se fue.
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Borre el otro por que no me acorde de que iba. Me veras por aquí debés en cuando.
Deseame suerte, estoy en fin de semestre.
🌹 Pará tu.
Nos vemos pronto.
No te olvides de checar la otra historia, actualizaré cuando tenga tiempo.
