Just Kiss Him.

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Claramente el observar nos hace aprendices del mundo, y para Sebastian, un maestro.

Pero, nunca se termina de aprender en la materia de la vida; por lo tando lo convierte en suplente.

Sebastián siempre se había preparado para el examen más importante desde que entró a la preparatoria y universidad -– lapso donde conoció a Ryan–, hablarle.

Tan sólo se encontraban a un metro y medio, de casillero a casillero, de espalda a cara, con miedo e indiferencia. El pelo negro le rogaba al universo, a quien fuera [[voltea, voltea, date cuenta de mi presencia]], suspiraba pesado. Las manos le sudaban, su corazón palpitaba a mil por segundo, las piernas y los labios le temblaban, vaya manojo de nervios que le hacia el joven. Con las corrientes eléctricas que sentía podía haber iluminado el mundo.

Pero era inofensivo, tímido e inseguro. Con la confianza de que ahí llegaría su acto, se giro brusco cerrando los ojos y camino a paso rápido por sí alguien lo había visto de esa manera.

Intentó número... Vaya, perdimos la cuenta.

Llegó hasta su clase y sentó con el corazón agitando la respiración. Recargo ambos brazos en el pupitre y comenzó a matarse y ahogarse en pensamientos.

[[ Inútil, cobarde, imbesil. Lo tenías enfrente. ¡ACTÚA! ]] se acuchillaba.

Un pequeño toque por su espalda le salvo, regresó en sí y miró a la persona. Era su maestra de inglés. Una joven de lentes que en cada clase solía querer encajar con la "chaviza", pero los jóvenes carecían de empatia. Le miró por unos segundos hasta que sintió como los ojos le comenzaban a arder, dejó caer la vista en la madera y trago saliva mojando cada interior de su mejilla y garganta. Jamás dejó de llamarse cobarde.

—¿ Pasa algo, Sebas? — preguntó delicadamente la mujer, intentado buscar la mirada del joven.

Aquel negó.

—¿Seguro? No voy a regañarte, ni juzgarte. Puedes confiar en mí — le ofreció su confianza, en una voz suave y cálida.

Sebastian no pudo soportar más, era "débil", lo aceptaba. Sus lágrimas cesaron hasta ir recorriendo su rostro y caer en la madera, dibujando pequeñas gotas que se agrandaban entre más agua se estanco.

Subió la mirada de apoco, haciendo que el corazón de la mujer se encojiera, cambiando el gesto a uno más doloroso. El joven gimoteo una vez tras otro.

— ¿Que pasa? —delicada, como si hablar  fuerte fuera a romper al pelo negro.

— No lo sé... — confesó, mirando a la mujer, un ojo, luego el otro. Buscando alguna respuesta a esos sentimientos que se desbordaban por tanto dolor — . Me siento asfixiado, desesperado, lleno de miedo y cobarde. Quiero huir. Dejar de sentir tanto — se tomó del pecho y cerro los ojos, esperando que con eso, las lagrimas pararán.

Pero es agua, más dolor, se drena por la piel, la hidrata y la seca. La mantiene viva aunque sientas que mueres.

—¿ Por qué, Sebas, que tiene de malo, que te preocupa? —indagó la mujer, tan solo su voz resonó en el aula. Era una maravilla que los demás no llegaran.

Aquel abrió los ojos y la miró, después bajó la vista y decido a confesar su problema, su pecado; suspiro tomando valentía.

— Me gusta alguien, Señorita Gil. Me gusta alguien.

— ¿Que hay de malo con eso? Es una maravilla — sonó entusiasmada, pensando que era un problema de adolescentes muy fácil de resolver.

[[Estos jóvenes de ahora, se complican la vida. Son todos hermosos.]] pensó.

NSB (Ryanx Sebastián)Where stories live. Discover now