HC-Keegan||Infidelidad

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Infidelidad de Keegan.

•¿Cómo ha ocurrido esto? Luego de haber estado varios meses en una misión, por fin regresas a tu hogar sabiendo que Keegan también ha finalizado con su trabajo y tiene unos días libres.

•Te quedas extrañada cuando descubres que la puerta de entrada principal está sin seguro, de inmediato sacas uno de tus cuchillos personales, preparada para atacar; tu bolso se queda en la entrada. No hay nadie en la sala ni en la cocina, tampoco en el baño de invitados. Sin dudarlo te desplazas a las habitaciones, despejando el perímetro en cuestión de segundos.

•Tu mayor preocupación es Keegan, sabes que él puede defenderse por sí mismo, no obstante ser precavida no está de más. El problema surge cuando entras en la habitación que compartes con él. Te congelas en tu lugar, ni siquiera guardas el cuchillo, sólo lo dejas caer en cuanto tus ojos se posan sobre dos figuras que yacen tendidas en la cama.

•Es una mujer, tu intuición te lo grita. Puede que esté cobijada, pero su melena rubia sobresale. Keegan abraza su cintura, está de lado, él nunca duerme de lado contigo. Confirmas que es él cuando miras la marca de nacimiento en su pantorrilla derecha, sí, es Keegan, el mismo que te confesó sus sentimientos por ti hace un año y medio.
•Juras haber escuchado el crujido de tu corazón partiéndose.

—¿Ren...?

—¡Vete a la mierda!

• Al ver que das media vuelta y te vas, Keegan aparta las sábanas yendo tras de ti. Hay una pequeña sonrisa divertida en sus labios que se borra cuando ve por el reflejo de un espejo, que ya hay lágrimas cayendo por tus mejillas.

•Qué despistada e inocente eras en ciertos aspectos. Si te pusieras a pensar en ello, te darías cuenta que es demasiado sospechoso el hecho de que Keegan no se percató cuando ingresaste a su cuarto. Además, él nunca dejaría la puerta sin llave. Es meticuloso y perspicaz, agarrarlo desprevenido sería como atacar a un lobo huargo con las manos desnudas.

—Ren, cariño, ven aquí.

—¡¿Para qué?! ¡Lárgate con esa zorra que tienes arriba! —le replicaste furiosa, sin detenerte.

—Escúchame primero, ¿quieres? No es lo que estás pensando.

—No me quieras ver la cara de estúpida. ¡Cinco malditos meses afuera para venir a encontrarte…! —tu voz se ahogó, tragaste con fuerza—, ¡para encontrarte engañándome con otra! ¡Es de las pocas veces que podemos estar juntos y tú…!

—¡Es un maniquí! —se apresuró en admitir al ver que ya casi rompías en llanto.

—¿Qué…?

—Lo que has oído. Quería hacerte una broma, es un maniquí. No hay ninguna mujer arriba, ven, puedes confirmarlo por ti misma —te extendió su mano.

•Titubeas al aceptar su mano, pero por el amor que le tienes decides darle una oportunidad de explicarse. Te rehusas a creer que Keegan te ha sido infiel porque así lo quiso, él no era esa clase de persona.

•En sus adentros, Keegan está entre cagado de la risa porque su intención de molestarte ha funcionado, y a su vez está pensando en que quizá se le ha pasado un poco la mano.

•Puede que sea un reverendo desgraciado, pero no quería hacerte llorar, de verdad.

•Apenas vuelven a ingresar en la habitación, destapa las cobijas mostrándote que, en efecto, hay un maldito maniquí con una peluca puesta que ocupa tu lugar en la cama.

—¿Ves? No había ninguna muj…

—¡Paff!

•Bien, se tenía merecida la bofetada, lo entiende perfectamente, así que se limita a sobar su mandíbula, viendo la furia encenderse en tus ojos.

•Te pedirá perdón con un ramo de girasoles, comprará tu comida favorita: fideos en salsa, y hasta hará todas las tareas de la casa sin rechistar, estando al tanto de que sólo así va poder recibir tu perdón.

•Va a venerarte como si fueras su diosa, prometiendo y jurando que no podría fijar sus ojos en nadie más que en ti. De hecho me lo imagino como en esas fotos donde hay una mujer sentada y a sus pies, arrodillado, está un chico adorándola.

•¿Keegan cómo tu esclavo? La ocasión no se repetirá dos veces, aprovéchala.

CoD||HeadcanonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora