Drabble-Ghost||¿Sólo amigos?

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¿Sólo amigos?

OMNISCIENTE

Debió haberle hecho caso a Simon y no separarse tanto de él en el bar, pero no, ahí tenía que ir ella de estúpida yendo a bailar con desconocidos. Si tan sólo hubiera obedecido, no estaría en esta situación que le enchinaba la piel y le hacía desear que se abriera un hueco en la tierra para tragarla y escupirla al otro lado del mundo.

—¡Detente! —pidió, frustrada.

—No te resistas. Sé que lo quieres.

El fuerte agarre en su mandíbula le impidió girar el rostro. Aquel aliento a alcohol chocó contra su rostro causándole repugnancia.

—¡Por favor…!

Sus súplicas fueron ignoradas, de repente los labios del desconocido se estamparon bruscamente contra los suyos. La lucha fue inútil. Quería gritar, huir lejos de él y lavarse la boca con agua, jabón y cloro de ser necesario. No esperaba que el comportamiento de ese hombre se tornara insistente sólo por haberlo rechazado. Iba a vomitar, iba a llorar. No importaba qué tanto se revolcara o pataleara, era imposible librarse de esa maldita tortura.

Comenzaba a ahogarse por la falta de aire cuando un milagro ocurrió: el extraño fue quitado de encima suyo. Al abrir sus ojos los brazos de su mejor amiga la envolvieron y el cuerpo de su cuñado las resguardó. Apenas alcanzó a distinguir la figura de Ghost haciéndose cargo agresivamente de quién se había atrevido a tocarla, empujando al hombre a las oscuridades del callejón para propinarle una paliza violenta que le dejaría un par de huesos rotos.

—¡¿Estás bien?! —le preguntó su amiga, exaltada.

—¿Te tocó indebidamente? —fue el turno de Soap.

—Me forzó a besarlo.

Su voz había salido como un hilo débil, todavía continuaba traumada por la disgustante experiencia. Skyler la abrazó y MacTavish sobó su cabeza tratando de hacerle entender que estaría bien, que ésto no volvería a ocurrir.

—Las llevaré al auto, vengan.

—Simon —nombró (t/n), cuestionando al escocés con su mirada inquieta.

—Él estará bien, el tipo no lo creo tanto. Vamos, estás aturdida, debes calmarte.

Sky rodeó sus hombros atrayéndola consigo. John las escoltó lejos de ese sucio e inhóspito callejón al que había sido arrastrada. Cómo dijo, las llevó hasta el parqueo. Se aseguró de dejar el auto cerrado, avisando que regresaría pronto; debía evitar que Simon acabara matando al civil.

—Se enojará conmigo —susurró.

—No lo hará. ¡Dios! Juro que vi las llamas del infierno arder en sus ojos cuando giramos en la esquina y te encontramos acorralada por… Olvídalo —negó, sobando su espalda—. Será mejor que no hablemos de ello. Pero Ghost no se enfadará contigo, sólo se ha preocupado mucho por ti. Eres especial para él.

—Sólo soy su amiga.

—Yo creería que para él significas mucho más que eso.

(T/n) no replicó, prefirió acostarse en el asiento, reposar su cabeza en el regazo de su amiga y cerrar sus ojos. Los dedos de ésta se entrelazaron en sus mechones, acariciando su cuero cabelludo en un intento de relajarla. Estuvo a punto de lograrlo, sin embargo en cuanto oyó los pasos acercándose de sus acompañantes, se volvió a tensar, pensando en que Simon entraría directo a regañarla por su imprudencia.

Sorprendentemente fue lo contrario.

Sólo se sentó en el asiento del copiloto, sin mirar atrás, sin emitir una palabra; se mantuvo en silencio absoluto desde que Soap arrancó el motor hasta que llegaron a la casa y bajó, siendo el primero en perderse en su habitación.

—Dormiré aquí —susurró (t/n).

—¿Estás segura de que dormirás en el sofá? —cuestionó Skyler.

—Sólo hay dos camas para invitados y ambas se encuentran en un mismo cuarto, él está ahí.

—De acuerdo —suspiró—, te traeré unas mantas.

Quizá sí debió haber ido a la habitación de invitados, acostarse en su cama e ignorar la pesadez para poder conciliar el sueño por lo menos. Daba una y otra vuelta, pero sus párpados no cogían ni una pizca de pesadez; no podía dormir, era demasiado incómodo.

Resignada a pasar la noche en vela, se levantó silenciosamente dirigiéndose a la cocina. Tomó un vaso del mueble, sirviéndose un vaso con agua que bebió con lentitud, perdiéndose en sus pensamientos. No sintió nada. En verdad, ni siquiera escuchó una pisada o un crujido de la madera. Por suerte había puesto el vaso sobre la mesa cuando un par de manos se deslizaron por su cintura haciéndola pegar un respingo, con costos ahogó el grito de susto que quiso escapar por su garganta.

—Simon —murmuró, tragando con fuerza.

—Dormirás arriba.

—En realidad ya tengo un lugar donde descans…

Fue interrumpida cuando él la volteó de golpe, alzándola sobre su hombro.

—No fue pregunta, fue orden —lo oyó corregir.

Desistió en luchar contra su agarre firme, no deseaba causar un alboroto en la casa ajena mientras Skyler y John dormían. Se permitió llevar, rezando en sus adentros porque el enojo le hubiera bajado. Así pareció ser, pues simplemente cerró la puerta a sus espaldas, la dejó en su cama y él se desparramó en la suya, boca abajo.

—Simon —llamó en voz baja—, ¡Simon!

—Duerme.

Al diablo con todo.

(T/n) se levantó yendo directo a acostarse a su lado, sin prestarle importancia al hecho de que la cama era individual y quedaban estrechos. Lo abrazó, aferrándose a su cuerpo con piernas incluidas al igual que una garrapata. Sabía que él no tardaría en moverse, y así sucedió: giró envolviéndola en sus brazos fuertes, estrujándola contra su torso.

—Lo siento.

—Estás bien, es lo que importa —murmuró su voz ronca.

—¿Cuándo se irán?

—¿Por qué?

—Usualmente no suelen pasar más de dos días, quiero disfrutarte lo mejor posible.

Amigos.

¿En verdad lo eran?

—Mañana.

Se separó un poco, apreciando sus profundos ojos castaños; el cansancio reflejado en ellos era inmenso. Su agarre se aflojó permitiéndole inclinarse para acercarse a su rostro. Las respiraciones se mezclaron, él la esperaba atento, rozando sus labios sedientos por borrar todo rastro de aquella escoria que la había forzado a besarlo. Amigos. Odiaba la palabra, así cómo aborrecía la barrera que había interpuesto para bloquear los sentimientos de (t/n), sentimientos que él reciprocaba en silencio y ante los cuales temía volverse vulnerable.

—Duerme bien, Simon, mañana te prepararé el desayuno —sus labios se desviaron, besaron su mejilla—. Iré a mi cama.

—Permanece conmigo.

—¿Seguro? Dormirás incómodo.

—Incómodo sería la palabra incorrecta, lo sabes bien.

Por supuesto.

Se volvió a acomodar contra su cuerpo, permitiéndose adueñar de sus brazos que la sostuvieron cerca suyo como si anhelara fusionarse.

—Te quiero, Simon.

No respondió, lo suyo no eran las palabras, en vez de ello besó su frente, sintiéndose en paz al poder descansar a su lado

Él también la quería.

CoD||HeadcanonsWhere stories live. Discover now