Drabble-Price||Al rescate

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Price al rescate.

OMNISCIENTE

¡Agh!

¡¿Por qué estaba haciendo tanto frío?!

—¿Qué pasa, Rats? Pareces gelatina.

—Ja, ja, muy gracioso Gaz. Claro, búrlate de mí, ya te veré llorándome cuando muera de hipotermia —ladró (t/n) de vuelta, arrugando el entrecejo.

—No es para tanto, la temperatura sólo bajó un par de grados —se escuchó la voz del capitán.

—Se olvidan que provengo de un país tropical donde las temperaturas suelen oscilar entre los veinticinco a treinta grados, ¡no los asquerosos menos seis! ¡Odio la nieve, a los repentinos descensos y al maldito frío en sí! Con un carajo, con razón no quisiste decirme cuál sería el lugar del trabajo antes de que hubiese firmado el acuerdo, eres un sucio.

(T/n) oyó la risa leve de Price escurrirse a través del comunicador en su auricular, bastó para proporcionar cierta tibieza en su pecho que suavizó su irritación. Tan sólo podía imaginar la sonrisa del capitán, las ligeras arrugas remarcándose a los costados de sus ojos y su expresión destellando esa complicidad única que ambos guardaban recíprocamente.

—¿Cómo va el camino?

—Despejado, estamos cerca de la base —contestó Gaz, que iba a su lado.

—Se me caerá la nariz en cualquier momento.

—No seas pesimista, Rats, pronto podrás estar refugiada junto al fuego.

A (t/n) le daba igual si había sido entrenada para enfrentar o adaptarse a esta clase de situaciones, los climas gélidos eran su enemigo por naturaleza. Mierda. Sus misiones siempre habían sido ubicadas en sitios desérticos y cálidos, donde el bochorno insoportable era mejor que congelarse los putos dedos hasta sólo sentir un hormigueo incesante en las yemas.

Avanzar a través de los cúmulos de nieve tiesa era una tarea ardua que le hacía arder los muslos como si estuviera corriendo un maratón. Controlar su respiración para evitar cólicos era otro factor a tomar en cuenta, pues a medida que iban escalando la cima de esa maldita montaña empinada, el oxígeno iba disminuyendo. Luego estaba el cuidado indispensable que había que tener a la hora de pisar el suelo, había grietas por todos lados, pequeños abismos que podrían significar su muer….

—¡MALDICIÓN!

—¡(T/N)! —exclamó Gaz.

El corazón le dió un vuelco enorme al resbalar por una de las grietas que conducían a una caverna congelada, sus reflejos fueron feroces al clavar su pico en el hielo oculto. La adrenalina se disparó en su estómago al acabar colgando. Sintió que se le revolvían las tripas al mirar hacia abajo y descubrir una cama de estalagmitas que amenazaban con atravesar su cuerpo si es que llegaba a caer, lo cual tenía una probabilidad altísima de ocurrir.

—¡Mierda, mierda, mierda! —jadeó, aferrándose con todas sus fuerzas a la empuñadura de su herramienta.

—¡Rats! ¡¿Me copias, Rats?!

—¡Rats ha caído! —contestó la voz de Garrick a través del transmisor—, ¡repito! ¡Rats ha caído!

—¡Rats aquí, copiado! ¡Estoy guindando!

—¡Gaz el equipo de cuerdas! ¡Bravo Six en camino! —replicó el capitán.

Tener los dedos entumecidos no era de gran ayuda, sin embargo, negándose a perecer siendo empalada por un jodido témpano de hielo, con gran esfuerzo logró sacar el pico restante del arnés en su cinturón. Pudo escalar un poco, lo suficiente como para distinguir el borde de nieve descubierto que le había jugado la trampa mortal; aunque divisar a Gaz era imposible, sólo se podía apreciar los indicios de una ventisca que próximamente se transformaría en tormenta de nieve si es que no se apresuraban en subirla.

En sus adentros le rogaba a todo ser existente por una última oportunidad para vivir. Si caía a ese maldito abismo de picos, su cadáver no podría ser recuperado.

¡Se rehusaba a morir en el frío!

No obstante, por más que suplicó en silencio, sus plegarias no fueron escuchadas. La piedra donde había clavado el pico se rompió inesperadamente haciendo que su última mano se deslizara debido al peso de su cuerpo y de su equipaje. Insultó a los cuatro vientos, apenas pudiendo agarrarse con las fuerzas que le quedaban; cerró los ojos, temiendo y preparándose mentalmente para el dolor que recibiría.

—¿Rats? ¿Me copias? —una vez más se alzó la voz del capitán.

—Rats aquí, copiado. No lo resisto más.

—¡Bravo Six, bajando al rescate!

¿Rescate?

Al alzar la mirada descubrió una figura conocida descendiendo al igual que un ángel, hasta juró haber distinguido esa mística aura celestial rodeando su cuerpo. (T/n) quiso besarlo cuando llegó a su lado, sosténiendola inmediatamente en sus brazos para brindarle soporte.

—¡John! —musitó con alivio, descansando un momento sus adoloridas manos.

—¿Estás bien, cariño?

—Lo estoy, solo quiero salir de esta estúpida brecha.

—Te sacaré de aquí, aguarda.

Traía un equipo de cuerdas y arneses de seguridad consigo en su cinturón que comenzó a ponerle, cerrando los ganchos con agilidad para evitar que cayera; arriba Gaz se había encargaría de ayudar a sostenerlos y jalarlos mediante una clase polea improvisada.

—¿Qué haces con la mochila todavía puesta? —cuestionó frunciendo el entrecejo mientras terminaba de abrochar su equipo.

—Ahí adentro está mi cobija, no planeo dejarla ir y congelarme.

—Querida —soltó otra de sus risas causales—, no necesitas una manta cuando me tienes a mí. Me aseguraré de mantenerte caliente una vez lleguemos a la base; deja caer la mochila.

—Ya cásense —espetó Gaz por el comunicador.

—Mejor empieza a subirnos. (T/n) sostente fuerte.

Gaz acató órdenes al instante mientras Price comenzó a ayudarse con sus propios picos. Con bastante cuidado, al cabo de unos quince minutos habían vuelto a la superficie de la montaña. (T/n) sintió que respiraba aire, por primera vez se quedó acostada en la nieve, con su mano sujetando fuertemente la del capitán en muestra del profundo agradecimiento que le profesaba por haberla rescatado.

—Gracias John —suspiraste con sinceridad.

—No te habría abandonado jamás, dulzura.

—Te lo agradezco también, Gaz, siempre cuidando al equipo.

—Aquí estaré para cubrirle las espaldas a mi rata favorita.

Le ayudaron a ponerse en pie y juntos los tres se pusieron en marcha cuánto antes hacia el refugio. Llegar fue más rápido de lo que esperaban, estaban verdaderamente cerca de la base y el capitán Price lideró la ruta. Apenas ingresaron al pequeño compartimiento, (t/n) se aproximó a la calefacción, dejándose caer felizmente en el suelo junto a ella.

—Iré a dormir, estoy agotado hasta el carajo —avisó Gaz yendo a dónde un diminuto cuarto se disponía para su descanso.

—¡Duerme bien Gaz! —le deseó su compañera—, ahhh, esto es el paraíso, ojalá pudiera arder en llamas.

—¿Qué tal si mejor vienes aquí?

(T/n) volteó, prestando su atención a Price que se había sentado en una silla junto a un transmisor. Sin pensarlo saltó del suelo poniéndose en pie para ir directo al regazo del capitán, siendo recibida por sus fuertes brazos que la rodearon sosteniéndola contra su cuerpo.

—Te debo una por salvarme de morir, ¿no es así? —susurró.

—Querida, parece que el shock todavía te está afectando la cabeza. Moriría y mataría por ti, (t/n), sabes que te amo.

—Y yo a ti, John.

Price acunó su mejilla, juntando sus labios con los suyos en un dulce beso que terminó por calentar su alma, de pronto la calefacción fue inútil comparado con él.

Puede que el clima frío no fuese tan molesto estando resguardada en el abrazo del capitán.

CoD||HeadcanonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora