HC-Todos||Arroz con leche

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Fuerza Operativa 141, Los Vaqueros y el arroz con leche.

—¿Qué es eso que estás comiendo? —escuchaste la voz de Soap a tus espaldas.

•Al mirarlo de reojo lo descubriste asomándose sobre tu hombro para curiosear. Los demás miembros de la Fuerza Operativa 141 y varios de los Vaqueros ya estaban entrando por la puerta del comedor, todos buscando saciar sus hambrientos estómagos.

—Arroz con leche de la grandma. Me lo enviaron hoy.

—¡¿Arroz con leche de tu abuelita?! ¡¿Y no me trajiste ni un poquito?!

—Me lo comí también —le respondiste a Alejandro, que se había acercado junto al sargento Parra—, pero el tuyo sigue intacto, Rudy. Sé que te encanta, además eres el favorito de mi abuela. No me atrevo a recibir un leñazo de su parte si se entera que no te di —sufriste un escalofrío que le dió risas al sargento mayor.

—Te lo agradezco (t/n), es de los mejores postres que he comido.

—No puedes estar hablando en serio, ¿cómo que te lo comiste? ¡la abuelita lo mandó para mí hija de la chingada!

•Fact número uno: Alejandro Vargas y Rudy Parra son fanáticos de la comida que hacen las benditas manos de tu familia. La última vez que invitaste a una parrillada a tu unidad (los Vaqueros), se proclamó a tu señora abuela y a tu madre como patronas de la gastronomía.

•Al ver qué simplemente te encoges de hombros y vuelves a meter una cuchara de ese exquisito postre en tu boca, Alejandro te sentencia en su cabeza a tres mil horas de papeleo diario.

—¿Puedo probar? Se ve apetecible —volvió a preguntar el escocés.

—Claro que sí chikistrikis, toma.

•Apenas agarras una porción de arroz en tu cuchara y se la ofreces, dándosela exitosamente cómo a un bebé, a Soap le brillan los ojos como si hubiera alcanzado la cúspide del paraíso.

•¿Estás ofreciendo comida? De inmediato hay una fila interminable de operativos formada frente a ti que te saca el alma del cuerpo.

—¡Ah no, no crean que les voy a dar! ¡Manada de desvergonzados!

—¡Pero (t/n)!

•Las quejas y réplicas son bastantes, pero tu firmeza es inquebrantable. No importa los ojos de cachorrito que pongan ni las pataletas que hagan, Soap terminó siendo el único privilegiado que degustó la delicia mortal.

•En adición al punto anterior: al jabón se le infla el pecho con superioridad al saber que sólo le compartiste a él. Se auto denomina cómo el favorito de la reina rata (haciendo alusión a tu clave: Rats), pero al instante es bajado del puesto cuando Ghost le recuerda que Rudy consiguió un topper repleto de arroz con leche para él solo.

—¿Quieres, fantasmín?

•El británico siente la presión de muchos pares de ojos encima suyo apenas le haces esa pregunta. Casi pareciera que se le van a abalanzar encima como lobos rabiosos si dice que sí.

•Ghost es Ghost, le vale un pepino lo que piensen los demás; por ello incluso se inclina un poco, levantando ligeramente su balaclava a la altura de sus labios.

—Está bien —aceptó.

•Una multitud de reclamaciones se alza apenas introduces tu cuchara en la boca de Ghost, hasta Alejandro parece que va a armar un equipo de quejas para realizar una huelga sobre el arroz con leche de tu abuelita.

—No es tan dulce, me agrada. Gracias, Rats.

—¡Con gusto! —le sonreíste.

• Ignorar al resto se convierte en una tarea exitosa en cuanto te levantas y caminas fuera del comedor, satisfecha con tu almuerzo.

•Tenías la tarde libre, así que sin informar a nadie, te dirigiste a la zona de la cafetería, dónde la cocina está predispuesta en la parte trasera.

—¡Hola Jack! —saludaste a tu amigo, el cocinero.

—Pequeña roedora, ¿has venido a husmear?

—No, en realidad Me preguntaba si podrías prestarme unas cuantas cosas para hacer un postre.

•Convencer a un cocinero de que te preste su espacio es difícil, pero con un poco de persuasión (prometiéndole que le ayudarías a lavar los trastos después de la cena), lograste obtener lo que querías.

•Manos a la obra. Pareces chefcito yendo de allá para acá, poniendo el arroz a hacer, buscando leche, pasas, clavos de olor en polvo (porque sinceramente los odiabas completos con toda tu alma), y vertiendo otros tantos ingredientes para que saliera perfecto; hasta tu amigo se anima a aprender.

•Al igual que tu abuela y tu mamá, eras muy buena cocinando, de hecho se trataba de una de las tantas pasiones que tenías escondidas.

•De buena voluntad pasaste tus largas horas en la cocina haciendo el arroz con leche, pensando en sorprenderlos con una tasa servida al lado de su plato para cada uno.

•Faltando quince para las siete, comenzaste a servir el postre en unas tacitas que pusiste en las bandejas. Estabas exhausta, pero complacida de haber finalizado con tu labor.

—Me iré a duchar —dijiste apenas terminaste de servir y acomodar los utensilios que habías usado—, vendré a cenar y después a ayudarte, gracias por todo Jack, no le digas a nadie que yo lo hice.

—Lo que digas, Rats, ya vete —contestó mientras comía su segunda taza de arroz.

•Luego de una ducha rápida y de prepararte con ropa limpia, nuevamente te encaminas al comedor, que luce repleto a juzgar por la bulla que proviene de éste.

•En cuanto cruzas el umbral de la puerta, se propaga un silencio sepulcral que te hace fruncir el ceño. Todas las miradas están puestas sobre ti, y no entiendes el por qué hasta que se ponen en pie y te hacen un saludo militar lleno de respeto, uno que otro tiene las mejillas atiborradas de… ¿arroz con leche?

—¡Gracias, (t/n)! ¡Te queremos!

—¡Jack, te dije que no dijeras nada!

•No te da tiempo de reprocharle al cocinero, entre Alejandro y Soap te sientan en una de las mesas y te sirven como si fueras una reina, hasta aseguran que lavarán los trastes después para que puedas irte con tranquilidad.

CoD||HeadcanonsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora