Todo Lo Que Quiero (#2)

42. Quiebre

No podía dejarlos con la intriga y yo tampoco podía esperar para escribir este capítulo jsjs.

Preparen su pañuelos, ahora si los necesitan.

No olviden de darle apoyo al capítulo. 200 votos y 200 comentarios...

Narra Stacy

No, no, no...

Por favor díganme que no acabo de escuchar que Hilary me ha dicho "mamá".

Esto no puede estar pasando, me niego a creerlo. Me llevo las manos al pecho al sentir que mi respiración se acelera y ni hablar de cómo me tiemblan las manos. Miro a Austin que me observa fijamente y en su rostro solo hay preocupación.

No sé si será por las palabras de su hija o por miedo a mi reacción.

Con los ojos cristalizados, niego cuando me doy cuenta que quiere decir algo y me doy vuelta para salir de la habitación bajando las escaleras de forma rápida.

Necesito salir de aquí.

Necesito respirar.

Necesito olvidar lo que acabo de escuchar.

Escucho los pesados pasos de Austin que me sigue, pero no me quiero detener.

—Cielo, espera... —Me toma del brazo y me gira para que lo vea.

Su rostro está abatido y su respiración es acelerada, quizás, porque venía corriendo.

Ahora ya no sólo me tiemblan las manos, sino, que todo el cuerpo. No es un buen momento para hablar.

—Debes soltarme, Austin —siseo, intentando hacerlo, pero me lo impide.

Me acerca un poco más.

—Debemos hablar sobre lo que ha pasado, debemos...

Niego.

—No quiero hacerlo.

—Cielo... —insiste y ya no puedo más.

—¡Ya basta, Austin! —me altero—. ¡Tu hija acaba de decirme "mamá"! ¿Sabes qué significa eso? —no recibo respuesta y solo puedo sentir como todo se está volviendo un maldito caos—. Hilay me está viendo cómo su madre y yo no lo soy.

Escucho su suspiro. No entiendo porqué está tan calmado ante lo sucedido, yo estoy a punto de morirme y él solo quiere que hablemos como si nada.

—Lo sé, pero podemos aclarar...

Lo interrumpo.

—¡No quiero porque yo no soy su madre! —digo fuerte y claro.

Ni siquiera proceso lo que acabo de decir, pero siento como Austin suelta mi brazo de forma abrupta y su rostro cambia. Ya no hay preocupación, ya no parece abatido, solo hay dolor.

Da dos pasos apartándose por completo de mí y siento el vacío, pero no digo nada.

—¿Acaso te he pedido que lo seas? ¿Lo he hecho? —pregunta, su voz es dura.

Niego enseguida.

—No lo has hecho, pero... —Me quedo en blanco sin saber que decir.

Austin no cambia su mirada dura y puedo jurar que nunca lo había visto de esta forma.

—¿Pero qué, Stacy? —vuelve a preguntar—. Anda puedes terminar lo que quieres decir, puedes hacerlo. —Niego, ante sus palabras—. ¡Quiero saberlo, Stacy!