43. Pánico

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¿Siguen vivas después de leer el capítulo anterior?

¿Sufrieron? Espero que no mucho porque aún les falta otra lloradera.

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Narra Austin

Ella se fue.

La mujer que amo decidió irse de mi vida.

Miro a mi alrededor y respiro de forma entrecortada comenzando a sentir un gran dolor en el pecho. Doy algunos pasos y me tomo de la primera pared que encuentro para tener algo de estabilidad.

Por favor no, ahora no.

Ruego para que el ataque de pánico se esfume, pero no sucede porque ahora siento que el aire no llega a mi pulmones y termino por sentarme en el suelo mientras afirmo mi espalda en la pared.

Cierro los ojos con fuerza cuando lo peor comienza a llegar. El estómago se me revuelve y las ganas de vomitar no se hacen esperar, me llevo las manos a la frente y estoy sudando por el esfuerzo que hago en intentar regularizar la respiración.

La primera arcada me paraliza por completo y lo odio con mi vida porque el maldito miedo a morir me está haciendo perder el control.

-No puedo... -Me viene otra arcada que me tiene hiperventilando.

Entonces, cuando creo que no podré ganar esta batalla y voy a terminar totalmente inconsciente, los recuerdos de mi madre viene a mi mente:

-Recuerda no perder el control, cariño, las respiraciones profundas serán tu mejor compañero -murmura, sin dejar de acariciar mi cabello solo como ella lo sabe hacer.

Tenía diez años y acababa de tener un ataque de pánico que casi me deja inconsciente. Y por ella pude tranquilizarme.

-Quiero que siempre estés conmigo, solo tú me ayudas, mamá.

Recuerdo haberle respondido y sus ojos brillaron de una forma única.

-Lamentablemente no siempre podré estar contigo, cariño. Pero quiero que cuando estés en una situación parecida a esta... -Toma mi rostro para que la mire-, recuerdes mis palabras e imagines que en cada respiración profunda estoy allí apoyándote y acariciando tu cabello.

Fue su repuesta.

Así que poniendo todo de mi parte y cerrando los ojos con fuerza comienzo con la primera respiración. No voy a mentir diciendo que ayuda, porque no lo hace, pero aquello no me detiene y sigo con las respiraciones.

Hago lo que mamá me pidió y me la imagino a mi lado respirando junto conmigo y sin dejar de acariciar mi cabello. No sé cuantos minutos estoy así, pero abro los ojos cuando ya no siento la sensación del mareo y el malestar del estómago disminuye un poco.

Me quedo en la misma posición y es justo en este momento donde me dejo ir. Abrazo mis piernas y escondo mi cabeza en ellas para dejar soltar todo lo que siento.

Lloro porque la amo, porque en el fondo siempre sentí que esto iba a suceder y porque verla tan vulnerable me hizo sentir un completo patán, pero juro que ya no puedo. No puedo ayudarla si ella no quiere y si yo tampoco estoy del todo bien.

Ambos necesitamos superar, necesitamos amarnos y sobre todo...debemos aprender a no hacerle daño a terceros en el proceso. Y me odio por eso, porque sé que mi hija va a sufrir.

No puedo evitar que los recuerdos lleguen, su hermosa sonrisa, sus ojos brillantes y su alegría cada vez que jugaba con Hilary, pero también sé que solo le duraba pequeños momentos porque cuando estaba en la soledad podía sentir su dolor.

Todo Lo Que Quiero (#2) Where stories live. Discover now