2 | Primera parte

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Un rato después de salir de casa de Sally, Annabeth y Noah llegaron a casa, la cual estaba absorbida por el silencio de la soledad.

Annabeth llevó el niño a su habitación para preparar las cosas para darle un baño. Una vez que todo estuvo listo lo llevó a la tina con agua caliente.

La rubia se preparó para la dura tarea que tenía por delante. A Noah le encantaban los baños porque amaba jugar con el agua, pero eso también significaba que sí ella bajaba la guardia terminaría toda empapada de agua.

Una vez que el baño término y el niño estaba vestido con su pijama de Nemo y listo para la cena, Annabeth lo llevó a la sala y lo dejó jugando con unos cubos de colores. Ella se dirigió a la cocina para preparar los alimentos.

La ventaja de que su departamento tuviera un concepto abierto era que desde la cocina podía ver claramente lo que Noah estaba haciendo. Lo cual Annabeth agradecía, ya que perderlo de vista siempre era símbolo de problemas.

Un rato después ambos cenaron y luego Annabeth decidió jugar un rato con su hijo para compensar todas esas horas que no lo veía.

En algún momento Annabeth se había planteado la idea de dejar su trabajo para pasar más tiempo con su hijo, puesto que en si su sueldo solo era un ingreso extra en esa casa, pues el sueldo de Percy cubría todos los gastos de la casa sin ningún problema. Aun así, ella siempre había amado su profesión, además tampoco le agradaba la idea de pasar todo el día encerrada en casa esperando a que Percy se dignara a volver.

Una media hora después ya había llegado la hora de dormir de Noah, y aunque el niño parecía aún tener energía, ella lo llevó a su habitación y comenzó a arrullarlo para que se durmiera.

Noah pronto comenzó a balbucear mientras se quedaba dormido, aun así, antes de hacerlo, le hizo la misma pregunta que le hacía casi todas las noches.

—Mami, ¿done eta papi?

—Papi está trabajando mi cielo, pero no te preocupes, por eso —le dijo con la voz ligeramente quebrada mientras le acariciaba el rostro—. Cuando menos lo esperes papi va a regresar.

Annabeth le dio un beso en la frente mientras los ojitos verde mar de Noah se cerraban al ser vencido por el sueño. Ella lo llevo a su cuna y lo arropo para después salir he ir a su habitación. Al llegar su mirada se cruzó con el espejo donde pudo ver su reflejo, vio sus ojos cristalizados y su expresión de derrota. Por más que intentara pensar lo contrario, todo estaba tan mal.

Un sollozo se ahogó en su garganta. Había tantos sentimientos confusos, tanta impotencia en su interior mientras sentía que su matrimonio se estaba derrumbando sin que pudiera detenerlo, pero sobre todo estaba cansada de esperar.

Su mirada se posó en su mano derecha, específicamente en su dedo corazón, donde deberían de estar sus anillos de bodas, pero su dedo estaba vació porque en un impulso un mes atrás se los había quitado.

Una traicionera lágrima cayó por su mejilla y luego otra. Últimamente, se sentía tan sola. Había pasado un mes desde la última noche que Percy había pasado en casa. Ella sonrió amargamente.

Miro sus manos otra vez, pensando en cómo podría usar los dedos de sus manos para contar los días completos que Percy había pasado con ellos en los últimos seis meses y como le sobrarían dedos al contarlos.

Él había estado tan distante. No se veían y él apenas y la llamaría unos minutos ocasionalmente en la semana. Pensó en los escasos momentos en los que él había estado ahí y en cómo, aunque físicamente estaba, parecía como si su mente estuviera en otra parte.

Annabeth a veces sentía que él le estaba ocultando algo, y aunque había intentado que Percy le digiera lo que fuera que estuviera pasando, él siempre solo la besaría para evitar hablar del tema.

Operación clasificadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora