Epílogo

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El tiempo pronto paso y Poseidón jamás se cruzó en la vida de Percy y en aquella bodega quedo sepultado el secreto de que ambos eran padre e hijo. Pero aun en la distancia, él no perdió su pista y durante los siguientes años se dedicó a contemplar como su descendencia vivía tranquila lejos de él.

Fue testigo de como Percy dejo de trabajar como un agente de campo para ya no exponer ni a su familia ni a él mismo. Vio como Sally era feliz al ver a su familia en paz y a salvo.

Poseidón también contempló la llegada de Thomas a la familia, el pequeño niño que volvía locos a todos, y así el tiempo siguió su curso mientras él veía a sus tres nietos dejar de ser niños para convertirse en adolescentes y luego en adultos, incluso aún pudo ser testigo del matrimonio de Noah con aquella chica que lo hacía sonrojar cada vez que sonreía. 

Veintidós años fueron los que Poseidón vivió mirando a su familia en la distancia y a pesar de eso la tarde en la que murió se fue tranquilo sabiendo que su hijo, sus nietos y su reciente bisnieto habían podido vivir la vida tranquila que Sally siempre quiso para ellos.

Poseidón murió lejos de ellos como siempre estuvo, pero el recuerdo cálido de la felicidad que había atestiguado en ellos durante aquellos años lo acompaño hasta el último segundo y entonces se fue, y al hacerlo pudo reencontrarse con aquel pequeño al que no pudo salvar.

En el más allá Poseidón al fin pudo liberarse de la culpa, pudo pedirle perdón a Anfitride y al pequeño Tritón por no haber podido salvarlos, pudo pedirle perdón a Chrisaor por no haber sido el padre que necesitaba y por haber permitido que destruyera su vida mientras creía que lo protegía.

Cuando finalmente él alcanzó la paz, unos cálidos ojos azules aparecieron frente a él y unas manos suaves sujetaron las suyas. Una sonrisa se formó en su rostro.

—Te estaba esperando —él le dijo—, pero me alegro de que hayas tardado tanto en llegar.

—Tenía que asegurarme de que nuestro hijo aprendiera a ser un buen abuelo —ella bromeó—, pero ya estoy aquí y en este lugar ya no necesitamos alejarnos.

—No, ya no.


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Gracias por leer esta historia. 


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