6 | Primera parte

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Un par de horas después, el mismo coche que se la había llevado dejó a Annabeth en el estacionamiento de su oficina. Ella miró el lugar, casi vació y sin esperar más condujo hacia casa. Durante todo el trayecto los nervios no la habían abandonado ni un minuto. Al llegar a casa espero un momento antes de salir del coche y mientras caminaba hacia la entrada del departamento trato de relajarse para que Percy no notara su incomodidad.

Al entrar la recibió el silencio.

—¿Percy?... ¿Noah?

Pronto Annabeth se percató de que ellos no estaban en casa. E internamente lo agradeció, puesto que aún se sentía tan abrumada que necesitaba un tiempo para estabilizarse.

Una media hora después, su teléfono sonó.

—Hola —Annabeth respondió al notar que era Percy quien la llamaba.

—Hola. Estoy en casa de mi madre, porque no vienes y nos acompañas a cenar.

—Yo... No puedo, Thalia me invitó a una cena con sus amigas —mintió rápidamente—. ¿Podrías quedarte con Noah?

—Claro, no te preocupes por él, yo me encargo. Que te diviertas... Adiós Annabeth. Te amo.

—Adiós. Yo también te amo. —Murmuró antes de colgar.

Perfecto, Percy no volvería hasta más tarde. Por lo que ella tendría tiempo para prepararse y cumplir la orden que el agente Grace le había dado.

Un rato después se metió a la ducha y al salir revolvió todo su closet intentando encontrar algo que le sirviera.

El agente había sido muy claro, ella tenía que ir al hotel que le había pedido y dejar un micrófono en la habitación 36. La cual era al parecer de un tipo que estaba involucrado en algunos tratos con la mafia neoyorquina.

Así que ella debía ir infiltrada y hacerse pasar por una sexo servidora para no levantar sospechas, dado que no era nada raro verlas entrar y salir de la habitación del tipo que estaban investigando.

El agente le había asegurado que en el momento en que ella estuviera en el hotel el mafioso no estaría, así que debía darse prisa al entrar y salir. Aun así, ella estaba demasiado nerviosa por pensar que algo pudiera llegar a salir mal.

Annabeth rebusco en su guardarropa. Para hacer creíble la idea, ella debía lucir como una mujer sexy o provocadora, pero su estilo no tenía nada que ver con eso.

Su vestimenta actual era en su mayoría discreta. Así que decidió buscar en la ropa que solía usar de soltera. Tampoco es como si en aquella época derrochará sensualidad al vestir, pero sí le gustaba lucir más sexy que en su punto actual como mamá.

Finalmente, Annabeth encontró un vestido azul marino que en su época era uno de sus favoritos, motivo por el que aún lo conservaba. El vestido no era súper sexy, pero seguro serviría. Ella comenzó a vestirse mientras recordaba que la noche que conoció a Percy lo había estado usando.

—Ay, no —exclamó al ver como lucía en el vestido. El tiempo no había pasado en balde y definitivamente su cuerpo ya no era el mismo, sobre todo después de haber tenido a Noah.

Bueno, no es algo que yo usaría ahora, pero supongo que para esta ocasión es perfecto, pensó mientras se giraba y observaba su reflejo.

El vestido era ajustado, pero después del embarazo sus caderas eran más grandes, al igual que sus pechos, por lo que el vestido le quedaba especialmente ajustado en esas zonas, haciendo que el vestido luciera más corto de lo que en realidad era y que el escote fuese más revelador de lo que debía.

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