1 | Segunda parte

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Se supone que iba a publicar esto en unos días, pero en fin.

Oficialmente, habían pasado cuatro meses desde la noche en que Annabeth le había pedido el divorcio a Percy, y casi cuatro desde que ella se había ido a California con su familia. Desde entonces él no había vuelto a verla, a pesar de que había ido un par de veces para visitar a Noah, en esos momentos siempre solía recibirlo el padre de Annabeth, su madrastra o sus hermanos adolescentes, pero nunca ella y lo único que sabía de Annabeth era lo poco que ellos o Noah habían dicho.

Quizá sería muy fácil para él, pedirle a un agente que la siguiera, pero esa había sido una de las razones por las que ella se había enojado tanto, así que desde su pelea él no había vuelto a poner a otro agente para vigilarla.

—Ya quita esa cara, por favor, parece que te estás muriendo —Jason le dijo mientras bebían unos tragos.

Después de todas esas semanas había sido él quien había tenido que aguantar el mal humor de Percy justo como lo había predicho.

—¿Cómo se supone que debo de estar? Annabeth y Noah son mi vida, sin ellos nada tiene sentido.

—Entonces concéntrate en algo más.

—Necesito a Annabeth —Percy volvió a lamentarse—. Este fin de semana iré a California a ver a Noah... espero poder verla aunque sea un segundo.

—¿Cómo están? —Reyna los sorprendió al llegar hasta la barra—. ¿Por qué esas caras?

—La esposa de Percy le pidió el divorcio —le respondió Jason.

—Ah, ¿sí?

Jason se rio de la expresión en el rostro de Reyna.

—Rey, solo no te emociones —Jason le dio una palmada al hombro de Percy—, que este hombre está perdidamente enamorado de su esposa y ni muerto le va a dar el divorcio.

—¿Y yo por qué me emocionaría? —Reyna respondió con altanería mientras pedía una copa—. Lo que pasó entre Percy y yo fue hace demasiado tiempo —la agente Ramírez sonrió—, y en este momento realmente me gustaría probar cosas nuevas —dijo guiñándole el ojo a Jason.

***

Pronto el viernes llegó y Percy fue al aeropuerto muy temprano para irse a California. Un poco después de medio día, él llegó a hotel y dejó su maleta para ir a casa de los Chase. Al llegar lo recibió Bobby, uno de los hermanos gemelos de Annabeth.

—Hola Bobby.

—Hola Percy, pasa... Renacuajo, tu papá vino por ti —Bobby grito llamando a Noah.

Al instante Noah apareció en escena. Pero no estaba saltando de alegría como habitualmente hacía cuando llegaba su papá, en ese momento había un puchero en su rostro mientras caminaba en medio de un evidente berrinche.

—¡Quiero a mi mamá! —le gritó a Bobby.

Bobby rodó los ojos como si hubiese escuchado esa demanda varias veces durante el día.

—Ya te dije que tu mamá no está. Regresa en unas horas.

—¡No! ¡Quiero a mami ya!

—Hey, campeón. ¿Qué tienes? —le preguntó Percy yendo hasta él y levantándolo en brazos.

—Quiero a mi mami —dijo el pequeño antes de lanzarse a llorar. Percy pareció desconcertado, por lo que solo miro a Bobby, quien se encogió de hombros.

—Estas últimas dos semanas ha estado insoportable —el adolescente respondió—, quiere estar pegado a Annabeth las veinticuatro horas.

Percy sabía que Noah estaba muy apegado a su madre, pero no a ese extremo.

—Tranquilo —Percy le dijo frotando la espalda—. ¿Quieres ir por un helado?

—¡No! —el pequeño exclamó haciendo un puchero—. ¡Quiero a mami!

—¿Dónde está Annabeth? —Percy le preguntó a Bobby.

—Fue al hospital.

—¿Annabeth está bien? —pregunto preocupado.

—Sí, solo no se sentía bien, pero no es nada grave.

Percy no se quedó muy tranquilo con eso, pero decidió dirigir su atención a Noah, quien estaba desconsolado.

—Ya campeón. Más tarde verás a mamá... Más tarde lo traigo —Percy le dijo a Bobby.

—Está bien.

***

Una hora y media después, Percy estaba comenzando a perder la paciencia. Ya había intentado de todo para distraer a Noah, pero cada que ofrecía algo nuevo, su respuesta siempre era un rotundo No, seguido de un Quiero a mami.

Para hacer el cuadro perfecto, Noah se había puesto a llorar otra vez.

—¿Quieres ir al acuario?... ¿Quieres un juguete? —Percy ofreció sin saber qué más hacer.

Las mejillas de Noah se inflaron y un sonoro "Quiero a mi mami" escapó de su boca antes de que se pusiera a patalear.

Percy inhaló con fuerza tratando de encontrar paciencia.

—Está bien —dijo sacando su teléfono con la intención de llamar a Bobby y preguntarle en dónde estaba Annabeth para llevar a Noah—. Te voy a llevar con tu mamá.

—¡No! —Noah chillo al escucharlo. Dejó de llorar y se limpió los ojos con sus pequeñas manitas.

—¿No? —una ceja obscura se elevó en el rostro de Percy—. Desde que llegue estás llorando porque quieres ver a tu mamá y ahora ya no la quieres ver.

Noah empezó a negar con la cabeza.

—Mi mami ya no me quiere —el niño comenzó a llorar silenciosamente.

—Claro que tu mamá te quiere —Percy le dijo—. ¿Por qué dices que no?

—Por qué yo quería ir con ella y no me llevo... y... y... y ya no quiere jugar conmigo, y ya no me deja dormir con ella.

—Noah, ya eres un niño grande, puedes dormir solo.

—Pero yo quiero dormir con ella y no me deja porque le pateó la barriga —lloró—. Y me regaña porque dice que lastimó a Hannie.

—¿Hannie? ¿Quién es Hannie?

—La bebé que mami tiene en la barriga.

—¡¿Qué?!

Operación clasificadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora