3. Atrapado

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Clay estaba acostumbrado a que la gente se riera de él.

Los niños de su escuela secundaria se habían reído de él, pero eso no le había impedido ir a una universidad increíble. Luego, la gente de la universidad se había reído de él, pero eso no le impidió fundar una empresa multimillonaria.

Y sí, la gente de esa empresa lo había echado.

Pero así fue como terminó trabajando para la gobernadora Westwood, quien iba a ser el próximo líder del maldito mundo libre.

Todos los que alguna vez se habían reído de él, les había demostrado que estaban equivocados. Así que no se sorprendió exactamente, cuando fue convocado a la oficina de la gobernadora, al encontrarla a ella y a Felicia casi dobladas de risa.

—Uh, hola—dijo, sonriendo tentativamente en caso de que se estuvieran riendo de otra cosa—. ¿Qué esta pasando?

Al verlo, Lennie y Felicia volvieron a estallar en carcajadas. Él frunció el ceño.

La única otra persona que no se reía era Thom, que se paseaba por un rincón de la habitación. Ante la pregunta de Clay, lo miró fijamente.

—Mira tu teléfono, idiota—. Clay abrió su teléfono y casi saltó de la sorpresa.

Tenía cientos de notificaciones: correo electrónico, Twitter, Insta, todo. ¿Se estaba volviendo viral? Sintió que comenzaba a sonreír.

La sonrisa se evaporó un segundo después.

Las notificaciones eran todas sobre una foto de él y Thom de hace un rato, cuando Thom lo empujó contra la pared y se volvió loco. En la imagen, Thom tenía un puño en la chaqueta de Clay y lo miraba con el ceño fruncido, todo su cuerpo tenso y apuntando hacia Clay.

Clay parecía un idiota: tenía la boca abierta y una expresión aturdida de párpados pesados en el rostro mientras miraba a Thom.

Se encogió de vergüenza.

Pero eso no fue ni siquiera la peor parte. Por alguna razón, todos los que compartían la foto parecían pensar: qué carajo, ¿que estaban juntos? El horror y la humillación lo quemaron.

—Ew—dijo Clay, sosteniendo el teléfono lejos de sí mismo como si fuera tóxico.

Felicia se secaba las lágrimas de los ojos.

—Ustedes dos— dijo Lennie, todavía sin aliento por la risa—. ¿Por cuánto tiempo ha estado sucediendo esto?

Crispado y enojado, Thom dijo:—Señora, yo soy…estoy ofendido de que crea que alguna vez tocaría a Clay.

Dios, Clay lo odiaba.

Odiaba el imbécil sin alegría que era Thom, lo arrogante que era, lo claro que pensaba que era mejor que Clay. Clay había entrado en esta campaña perfectamente dispuesto a aguantar una cantidad decente de novatadas y tonterías de chico nuevo, pero Thom parecía despreciarlo genuinamente.

¿Y quién diablos se llama a sí mismo? Thom, y no Tomás? Esa era una mierda. Maldito pretencioso.

Claramente había sacado todo lo que tenía en la vida de su apariencia. Sí, era estúpidamente sexy, tenía la cara de un maldito príncipe de Disney, excepto por el brillo de amenaza en sus ojos.

No era tan alto como Clay, pero tenía una complexión delgada y nervuda que se veía desagradablemente bien con un traje. Tenía cabello negro, ojos marrones con borde oscuro, algunas pecas en la nariz y una perpetua sombra gris azulada en la mandíbula.

Y Clay odiaba tener que darse cuenta de todo eso cada vez que Thom encontraba una forma nueva y creativa de insultarlo.

—¿Qué… no, ¡yo estoy ofendido!— gritó de vuelta—. Señora gobernadora, me gustaría que conste en actas como el ofendido.

Amor, Odio y ClickbaitOn viuen les histories. Descobreix ara