Capítulo 3

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Jimin llegó frente al Kim’s Dungeon, encontró un lugar donde aparcar y apagó el motor. Sacó las llaves del encendido y miró hacia la entrada del lugar. La gente entraba por las puertas dobles del local. Tomó una profunda respiración. «¿Realmente quería hacer esto?»

¿Un club D/s? ¿Qué sabía sobre los clubes D/s? ¿Podría ser considerado un Dom o un sum? Jimin empezó a reírse. Sabía que podría considerarse un sumiso. No solo por su tamaño, sino que le gustaban los hombres fuertes, tipo "alfa".

¿Qué era lo peor que podría suceder? ¿Regresar a su casa solo de nuevo? De cualquier manera lo había hecho cada noche. ¿Por qué esta noche sería diferente? Al menos dentro tendría la oportunidad de encontrar a alguien.

Tomando una profunda respiración, salió del coche. Guardó las llaves en su bolsillo y se dirigió a las puertas del frente. Sacó su billetera y buscó su identificación. Ellos siempre se la pedían.

Cuando llegó a la entrada le entregó su licencia de conducir al portero, esperando que lo dejara entrar.

—¿Estás seguro de que eres lo suficientemente mayor? —el guardia preguntó, mirando la identificación y luego a Jimin.

El rubio apenas consiguió evitar girar los ojos. —Sí, soy lo suficientemente mayor.

El guardia miró la licencia una vez más antes de devolvérsela. —Bien, puedes entrar.

Jimin guardó su identificación en la billetera y ésta en el bolsillo trasero de sus pantalones, entonces atravesó las puertas. Sus ojos se agrandaron y se quedó con la boca abierta. No estaba seguro de qué esperaba, pero no era eso. Un mar de piel, cadenas y cuerpos casi desnudos frente a él.

Algunos hombres guiaban a otros con una correa atada a un collar con puntas. Otros tenían hombres arrodillados a sus pies. Unos usaban piel, otros trajes y otros jeans y camisetas. Aparentemente el Kim’s Dungeon no tenía un código de vestuario estándar.

Lo que le sorprendió más era que todos tenían una serena alegría en sus caras, incluso los hombres arrodillados. Todos parecían estar felices en cualquiera que fuera su rol. Se encogió de hombros y se dirigió al bar.

Encontrando una silla vacía, saludó al barman y ordenó un refresco. Quería algo más fuerte para tener valor pero imaginó que necesitaría todas sus facultades esa noche. No se sentiría cómodo allí sin estar sobrio.

Una vez que le dio un trago a su refresco se giró a ver el salón. Pudo ver a varios hombres mirándolo, aparentemente clasificándolo. Quizás había hecho una buena elección y esa noche no era una total pérdida de tiempo, después de todo. Realmente no estaba muy seguro de que le interesara el estilo de vida que esa gente disfrutaba, pero definitivamente haría algo esta noche.

—¿Está ocupado ese lugar? —una profunda voz preguntó a su lado.

Jimin se giró y vio a un hombre alto, pelirrojo señalando la silla de al lado. Era muy hermoso, vestido con traje negro y camisa blanca. El botón de arriba estaba abierto mostrando su ancho y semi bronceado pecho.

—No, no, para nada. —contestó, dándole su más sexy sonrisa. Vio al hombre un momento antes de darse cuenta que el tipo apenas lo vio, una vez que se sentó, su vista fue a la pista de baile. Con un suspiro, Jimin se giró. «Oh bueno, a veces se gana y a veces se pierde».

Él también revisó a la gente en la pista de baile. Tamborileaba su pie con el ritmo de la música mientras veía a un particularmente caliente chico en jeans negros y camisa blanca, que estaba en el lado opuesto del salón. Solo.

«Oh, qué diablos. ¿Por qué no?» Saltando de la silla, caminó entre los bailarines. Llegó junto al alto, oscuro y hermoso hombre. —¿Te gustaría que me uniera? —le preguntó al hombre girándose hacia él. «Por favor, por favor, que diga que sí».

—Por favor hazlo. —le dijo sonriéndole. El tipo envolvió su brazo alrededor de la cintura de Jimin y los dos empezaron a moverse con la música. «¡Sí!»

Jimin justo acababa de encontrar el ritmo, disfrutando las manos del hombre en su cadera, sus cuerpos presionados juntos, cuando otro chico se les unió. Antes de que pudiera protestar, el nuevo hombre se movió entre ellos y se inclinó a murmurarle al oído a su pareja de baile.

Jimin vio con el corazón hundido cómo el hombre le dirigía una breve y curiosa mirada. Entonces le sonrió y giró su atención hacia el tipo que los había interrumpido, dejándolo bailando solo. Miró alrededor para ver si había alguien más con él que pudiera bailar pero todo el mundo parecía tener pareja. Todo el mundo excepto él.

«La historia de mi vida», pensó. Con los hombros hundidos, regresó a su silla junto al bar y se sentó. El hombre de antes seguía ahí, su mirada fija en algún lugar sobre su hombro. Éste soltó un suspiro de frustración. «¿Por qué nadie podía pasar más de cinco minutos con él?»

Por el rabillo de su ojo vio a otro hombre mirándolo. Jimin giró la cabeza hacia él. No era tan agradable como el hombre sentado a su lado pero aun así no estaba mal. Nada mal.

Le dio al hombre una invitadora sonrisa, saltando de alegría cuando este se dirigió hacia él. «¡Sí! Tenemos un ganador!»

—Hola. —dijo el hombre y se inclinó acercándose.

—H-Hola. —contestó Jimin, esperando que no se le enredara la lengua.

—¿Esta es tu primera vez aquí? Creo que te recordaría si te hubiera visto aquí antes.

—No, esta es mi primera vez. —esperaba no oírse demasiado ansioso.

Jimin vio la mirada del hombre ver más allá de él. Cuando lo miró a los ojos de nuevo, sabía lo que le iba a decir. Podía verlo en su cara y ya lo había oído antes.

—Bueno, espero que lo disfrutes. —el tipo dijo, se giró y se alejó. Un segundo después se aproximó a alguien más y los dos comenzaban a bailar.

—Sí, seguro. —Jimin replicó, girándose a la barra para darle otro trago a su refresco. Levantó el vaso y se lo acabó de un trago, entonces lo dejó en la barra. Hablándole al barman ordenó un trago fuerte esta vez.

Si iba a estar sentado, al menos podría calmar el dolor de ser rechazado por un corto tiempo. Solo no podía entender por qué. Por todos lados veía parejas que se enganchaban, pero nadie parecía quererlo a él. ¿Sería que no era atractivo? ¿Tendría un tatuaje en la frente solo visible para los otros que les decía que se mantuvieran alejados? Realmente. «¿Qué jodidos pasaba?»

Medio había pensado cambiar de equipo... si tuviera estómago para salir con chicas. Pero entonces, ¿qué lograría con eso? Probablemente sería rechazado también por las mujeres.

Oh, eso era ridículo. ¿Por qué se molestaba en ir a un bar cuando sabía que no podría conectar? Bien, podría admitir su derrota y solo regresar a casa. Rápidamente se acabó su bebida, sacó su dinero de la cartera y lo dejó sobre la barra.

Se giró para dirigirse a la puerta cuando se detuvo sorprendido. Se quedó con la boca abierta y sus ojos se abrieron más. Min Yoongi, el propietario del Club Refectory, acababa de entrar por la puerta del frente. «¿Qué estaba haciendo ahí?» Y maldición «¿podría esta noche empeorar?»

Él sentía algo por Yoongi desde la primera noche que entró al club. El hombre le quitaba el aliento.

Min Yoongi. Totalmente hermoso y… completamente desinteresado en él.

Sabiendo que iba a sufrir, Jimin había hecho varios intentos de acercarse al pelinegro solo para ser rechazado en cada ocasión. Oh, él era muy amable. No se había burlado de sus débiles intentos de coqueteo. Pero había dejado claro que no tenía oportunidad en el infierno de ganar a un tipo como ese.

Pero los repetidos rechazos no habían evitado que Jimin deseara que las cosas fueran diferentes, o que fantaseara con Min Yoongi casi cada noche. O que fuera al club cada fin de semana esperando que, de algún modo, el pelinegro cambiara de opinión.

«No es extraño que no pueda encontrar a alguien», pensó, dándose a sí mismo una sacudida mental. «Soy patético».

Jimin se dirigió rápidamente al cuarto de baño, esperando evitar a Yoongi. Realmente no quería encontrárselo ahora. Eso podría ser solo la cereza en el pastel. Entró en uno de los cubículos, cerró, y bloqueó la puerta, después bajó la tapa del sanitario y se sentó.

Se quedaría ahí hasta que Yoongi se fuera.










DOMINACIÓN Y SUMISIÓN. ➸yoonminOù les histoires vivent. Découvrez maintenant