Capítulo 4

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—¿Dónde está Jimin? Pensé que estaría aquí ahora. —dijo Yoongi mientras tomaba la silla al lado de Taehyung.

—Acaba de entrar en el cuarto de baño —el pelirrojo replicó, viendo la bebida en su mano—. No me pidas hacer algo como esto de nuevo, Min, o eso podría afectar nuestra amistad.

Yoongi miró a su amigo sorprendido. Se oía enojado. Realmente enojado. —¿Qué está mal contigo? Solo te pedí que mantuvieras a Jimin a salvo.

Taehyung lo miró fijamente. —Tú no viste su cara cada vez que alguien se alejaba o no quería bailar con él. Necesitas reclamar al chico o dejarlo ir antes de que lo destruyas.

Asintiendo, sus hombros bajaron ligeramente. Yoongi miró hacia el cuarto de baño.

—Sí, lo sé. Nam me acaba de decir lo mismo —pasó su mano a través de sus cabellos—. Mierda, Tae, nunca quise que las cosas llegaran tan lejos. Solo quería que tuviéramos algo de tiempo para conocernos mejor.

—El tiempo terminó, amigo. Necesitas reclamarlo antes de que lo pierdas. Sin embargo, si decides que no lo quieres —Taehyung dijo poniéndose de pie y acercándose a su amigo, sus manos en sus brazos—, déjamelo saber. Sabes que hay mucha gente que se alegraría de tomarlo; incluido yo mismo.

Yoongi asintió luchando por contener la ira que le surgía tras las palabras de su amigo. Quizás no haberlo reclamado desde un principio había sido un error. Ciertamente se veía de esa manera.

—¿Dices que está en el cuarto de baño?

Taehyung asintió, señalando hacia el pasillo que cruzaba el cuarto. —Sí, se dirigió allí justo cuando llegaste. Aunque creo que planeaba irse.

Yoongi se puso de pie y estrechó la mano de su amigo. —Gracias, Tae. Te pagaré por esto. Lo prometo.

—Coloca una sonrisa en su cara. Ese es el único pago que necesito, Min.

Yoongi se rió ligeramente. —Lo intentaré.



[ -♡- ]




Jimin esperó en el cuarto de baño varios minutos, tamborileando el pie con impaciencia. Pasó su mano ansiosamente por su cara. ¿Cuánto tiempo había estado ahí? ¿Cinco minutos? ¿Diez? Seguro que no podría estar sentado ahí todo el día. Podía oír hombres tras hombres entrar y salir del cuarto de baño. Ya había oído varios comentarios acerca de que ese cubículo había estado cerrado mucho tiempo. Si no salía pronto, ellos irían a cobrarle renta.

Lentamente abrió la puerta, se asomó y revisó alrededor, el cuarto de baño estaba vacío. Con el área libre, cruzó a los lavabos y se echó agua en la cara. Su reflejo en el espejo captó su atención. Se vio fijamente durante varios segundos.

«¿Qué veían los otros en él?» «Sí, era joven» «Y sí, era inexperto» «¿Pero cómo se supondría que adquirirá experiencia si nadie hacía nada con él?»

Sacudiendo la cabeza con molestia, se giró y salió del cuarto de baño. Caminó lentamente por el pasillo, y se detuvo para asomarse hacia el bar.

Ahí estaba Min Yoongi de pie, junto al hombre que se había sentado a su lado. La cabeza del hombre estaba cerca de la de Yoongi y su mano en el brazo de éste. Ellos se veían bastante cómodos juntos. Ellos se veían como una pareja.

No le extrañaba que Yoongi no hubiera estado interesado en él. Tenía un hermoso chico a su lado. No había manera de que pudiera competir contra él. El hombre era un póster de "chico sexy". Hacía que él se viera como un adolescente antes de la pubertad.

Con pasos firmes Jimin se dirigió a su coche. Le quitó la llave a la puerta y subió. Colocó la llave en el encendido e iba a ponerlo en marcha cuando dejó caer la mano y apoyó la frente en el volante. Las lágrimas ardían en sus ojos. Eso no era justo. Su familia no lo quería porque era gay. Sus amigos de antes en su casa no lo querían porque era gay. Y como si no fuera suficiente, los hombres gay tampoco lo querían.

¿Estaba pidiendo mucho? Solo quería una persona que lo amara y lo aceptara como era, no cómo ellos querían que fuera. Solo quería a alguien a quien pudiera llamar suyo, que llegara a casa en la noche, alguien que estuviera feliz de verlo.

Compartía el pequeño apartamento de una habitación con otro chico porque no podía pagar nada más con su salario. Su compañero de cuarto casi nunca estaba ahí. Salía a trabajar y llegaba a casa, solo para hacer exactamente la misma cosa al día siguiente. Encontró que su única distracción era ir al Club Refectory cada fin de semana.

Pero no veía el punto de seguir yendo allí ahora. Nadie lo quería. De hecho, nadie lo quería en ningún lado. Su padre lo había desheredado cuando él salió. Le dijo que se fuera y nunca regresara. Ni siquiera se le permitió llamar a casa para hablar con su mamá. Estaba muerto, en lo que concernía a su padre.

Sus amigos lo habían tratado como una roca ardiente. Después de que le dijeron cada odioso nombre en el diccionario, lo golpearon y lo dejaron sangrando y con moretones en el suelo. Y ellos eran sus amigos desde el jardín de infancia.

Ahora esto. Jimin tenía muchas esperanzas cuando se mudó a la gran ciudad. Allí había mucha más gente. Había pensado que era seguro que encontraría a alguien. Una y otra vez se había decepcionado.

Aparentemente nadie en el planeta lo quería. ¿Cuál era el caso de salir del closet si no podía encontrar a alguien, a ninguno? Había pensado pagar por sexo. Sonrió a pesar de las lágrimas. «Con mi suerte ellos también me dirían que no».

Unos repentinos toques en la ventana del coche hicieron que Jimin se sobresaltara y dejará salir un pequeño grito. Levantó la vista para encontrarse a Yoongi de pie al lado del coche, tocando su ventana. «¡Oh demonios..! Justo lo que necesitaba».

Girando la cabeza mientras se secaba las lágrimas, rezó para que el pelinegro dijera un rápido hola y se fuera. Volvió la cabeza hacia la ventanilla y bajó el vidrio. —¿Yoongi?

—Jimin, ¿qué estás haciendo aquí, sentado en el coche?

Se encogió de hombros. —Pensando.

Yoongi se inclinó y apoyó los brazos en el marco de la ventana. —¿Estás bien? —le preguntó, viéndolo de cerca.

Jimin se rió. —Sí, estoy bien. Yo siempre estoy bien.

—¿Estás seguro?

—Sí. Solo voy a casa. Hablaremos después. —giró la llave en el encendido, agradecido de que el motor se encontrara bien. Ahora, si pudiera irse antes de hacer un completo ridículo...

—¿Cuánto bebiste, Jimin? Quizás debería seguirte a casa para asegurarme de que estés bien.

Él sonrió ante la preocupación que se oía en la voz de Yoongi. Si solo fuera el tipo de preocupación que realmente quería. Pero no, él solo estaba siendo amable. Siempre era amable. Eso no significaba que quisiera algo más de él.

—Solo he tomado un par de bebidas, hyung. Estoy bien.

—¿Por favor? Eso hará que me sintiera mejor.

Jimin lo miró fijamente antes de asentir. —Está bien, supongo.

La sonrisa que Yoongi mostró hizo que Jimin sintiera total felicidad en su interior.

Yoongi subió a su coche y encendió el motor, entonces lo siguió. Sus manos temblaban ligeramente y su corazón se aceleró. No se había sentido tan aprensivo desde que era un adolescente y salió a su primera cita.

Usó cada gramo de su autocontrol para evitar gritarle a Jimin que abriera la puerta y sujetarlo en sus brazos cuando lo encontró sentado solo en su coche de esa manera. Él podía decir por los rojos ojos del rubio que estaba llorando. Y Yoongi sabía que él era la razón.

Realmente había enredado las cosas y ni siquiera le había hecho saber a Jimin que estaba interesado. De hecho, lo había rechazado diciéndole que quería que fueran amigos y solo amigos.

No porque no quisiera más, porque quería... mucho más. Pero una vez que Jimin fuera suyo, no habría imposibles. Sabía que no podría resistirse a ser dominante y posesivo con él, y no creía que Jimin estuviera listo. Aún.

Pero quizás era tiempo de dejar que Jimin supiera que estaba interesado en algo más que ser su amigo. Ellos podrían moverse lentamente, trabajando las cosas, darse su tiempo para conocer al otro, quizás algunas citas.

Ese al menos sería un comienzo.











DOMINACIÓN Y SUMISIÓN. ➸yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora