🌌CAPÍTULO 5🌌

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—¿Me recuerdas por qué estoy aquí? —pregunté por tercera vez en la tarde mientras Erika me arrastraba (literalmente) por los pasillos de la preparatoria.

—Shhh —me mandó a callar, deteniéndose en el final de la pared para ver el otro pasillo. Parecía espía en cubierta, y yo un mapache por las ojeras que tenía—. Estamos esperando a alguien.

—¿A quién? ¿A Damon Salvatore?

—No, genia, no al papucho. Estamos esperando a la hermana de Larry.

—¿Y como que por qué? Según tú, ella te cae como una patada en el trasero. Y en invierno, cabe recalcar.

—Pues sí... pero ahora quiero ser su amiga.

Fruncí el ceño y bufé por lo bajo. Éramos las únicas en el pasillo, pues los demás alumnos se habían marchado. ¿Por qué la hermana de Larry se quedaría en la preparatoria a esas horas?

—No entiendo ni un pepino —me quejé, pegando mi espalda a la pared. Ella seguía viendo al pasillo del lado. De pronto, se puso algo nerviosa y no supe la razón de su comportamiento. La examiné y cuando se giró vi que tenía las mejillas rojas, aun por encima de su maquillaje.

—¡Larry y su hermana vienen hacia acá! —comenzó a gesticular con las mano—. ¡Actúa normal, Kaela, actúa normal! —ella seguía nerviosa, y yo muy neutra—. ¡Kaela, actúa normal y que no se note que los esperábamos! ¡Ay, Dios mío, como Larry sepa que...! —se calló al girarse y toparse con el pecho de Larry, quien la miraba con el ceño fruncido. Yo reí por lo bajo al notar que su plan se había ido a pique.

—Bien hecho, Erika, bien hecho —murmuré para fastidiarla. Se giró a mí con expresión de susto y ya no parecía saber qué hacer. Ella era muy torpe en cuanto las amistades y el amor, por lo tanto supe que tenía que salvarla. Caminé hasta Larry y su hermana—. Hey, hola.

Larry, un pelirrojo de tez blanca, me miraba con curiosidad e intercalaba su mirada entre Erika y yo. A su lado, su hermana dos años menor, quien era su versión en más bajita y femenina.

—Hola —saludó la chica, muy alegremente—. ¿Quién eres?

—Ehmm... —me hice a un lado para que Erika, aun con las manos temblorosas, hablara con ellos.

La expresión de Larry era divertida, como si disfrutara de tener nerviosa a Erika. De seguro sabía que le gustaba.

—H-hola... Larry —pudo decir Erika. Tomó aire y se arriesgó—. Y hola, Larissa.

La hermana de Larry, Larissa, le sonrió a Erika. De inmediato, al ver su sonrisa y expresiones, supe que era una chica amigable. O eso pensaba yo.

—Eh, si es la chica del otro día —dijo Larissa, mirando a su hermano—. ¿O ella no es la que de inmediato se fue porque tenía dolor de ovarios?

Erika enrojeció aun más y pedía con la mirada que la chica se callara. Sí, esa historia me la sabía; Erika al final fue a estudiar mates con Larry, pero se puso tan nerviosa que inventó tener dolor de ovarios y con la misma se fue. Era toda una crack inventando escusas que yo usaba en la secundaria para no hacer deporte.

—Sí, Laris, es ella —dijo Larry, metiendo las manos en sus bolsillos y mirando con sus ojos avellanas a Erika. Ella ya no sabía dónde meterse—. ¿Y qué les trae por aquí a ésta hora?

—Y-yo... —intentó decir Erika, pero al parecer le ponía nerviosa mirar fijamente a Larry, por lo que volteó a Larissa y se calmó—. Quería hablar contigo, Laris.

La chica pareció confundida, pero enseguida accedió y Larry se marchó, no sin antes tomar la mochila de su hermana para que ésta no tuviera ese peso encima. Me pareció algo muy tierno de su parte. De inmediato quedamos solo nosotras tres en el largo pasillo de ventanales.

Las mejores historias terminan trágicamente ©حيث تعيش القصص. اكتشف الآن