.•Ocho•.

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Felix se encontraba frente al espejo de su habitación, pues por primera vez en su corta vida pensaba que debía cambiar la manera en la que se veía.

Realmente nunca le interesó como lucía, y no le molestaba ser gordito, pero cuando entró a la preparatoria el concepto que tenía de su cuerpo cambió por completo; y aunque le seguía encantando comer ya no estaba ese sentimiento de cero preocupación cada vez que ingería algo delicioso. Pues siempre había personas recordándole lo poco que encajaba en la sociedad siendo un omega bajito y con sobrepeso.

Pero de verdad quería que su hyung dejara de verlo como un amigo. Odiaba que por verse así el alfa que le gustaba lo considerara solo eso.

De verdad quería gustarle. Y si conseguía un cuerpo como el de los omegas bonitos de su escuela, lo lograría ... ¿Certo?

Así que se puso manos a la obra y comenzó a buscar dietas en internet.

Y no fue de esperarse que encontrara una dieta dudosa que prometía hacerlo perder peso en días, pero aún así lo intentó. Y para cuando llevaba tres días siguiendo el artículo al pie de la letra ya había logrado perder cinco kilos, haciendo que sus amigos lo notaran de inmediato, pero no por la razón que él creía, si no por que se veía pálido y enfermo.

-Felix, ¿que es lo que te pasa, por qué te ves pálido y sin brillo?- preguntó preocupado Jisung. -¡Ya sé! ¿Quieres un pastel de la tiendita para que te sientas mejor?

-Ta-tal vez luego, Sung. Ahora quiero agüita.

Era la última hora de clases y desde que llegó no paró de sentirse horrible, pues, no paraba de sentirse mareado y veía borroso. Su cabeza dolía mucho y tenía hambre por no comer más que un poco de lechuga y pepino los últimos tres días.

Caminó hacia la cafetería para comprarse una botella de agua, pero en el momento en que llegó no pudo quitar su mirada de una pequeña rebanada de pastel que se encontraba en uno de los refrigeradores.
Y en verdad quería seguir la dieta, pero su fuerza de voluntad no era la mejor.

-Solo será un poco, y después lo tiraré.- susurró.

Lo tomó y comenzó a comerlo cuando llegó frente a las puertas del gimnasio, pues era muy difícil que hubiera ruido o personas a la última hora de clases.

Tomó asiento en el suelo y siguió dando cucharadas a su pequeño pastel, cuando de repente cayó en cuanta que se lo había terminado todo.

Se sentía horriblemente culpable y no pudo detener las lágrimas que se desbordaban por sus ojitos.

-¿Por qué no puedo hacer nada bien?- dijo y un sollozo resonó en el pasillo, causando que todo el lugar se inundara con sus feromonas llenas de tristeza.

Y justo por esa razón, un Changbin que salía de ducharse después de saltarse las últimas dos horas de clases para entrenar, salió de los cambiadores del gimnasio preguntándose de donde venía ese olor a tristeza. Probablemente no le importaría un comino si no oliera a alguien que conocía muy bien.

Caminó rápidamente mientras se ponía la camiseta, mojándola un poco con el agua que quedaba en su cuerpo y cabello.

Tomó la manija de la puerta y la abrió; mirando inmediatamente a Felix recargado en la otra puerta, con los ojitos hinchados y las mejillas mojadas.

-¿Que tienes, Felix?- cuestionó preocupado.

-Y-Yo... no quiero ser tu amigo.-Soltó.

-¿Qué?

-S-Si sentirme de esta manera... Si para estar cerca de ti tengo que ser tu amigo... entonces ya no quiero.

-Lo siento si te hago sentir mal, no es mi intención, solo-

-No soy suficiente. No soy lindo y tampoco soy delgado y perfecto.- sollozó lastimeramente. -Y aunque lo intenté no pude, no pude ser bonito como los otros omegas.

-¿De que hablas, Felix?-  estaba confundido por el actuar del menor, pero después llegó a su mente el día de su partido y él como el omega le había hablado de que había alguien que le gustaba. -¿Dónde escuchaste algo tan estúpido como eso?... Eres mi definición de perfección. Eres lo mas hermoso que han visto mis ojos y por supuesto que eres suficiente, lo eres para mi. Pero si otro no puede ver eso, entonces es un idiota, si el alfa que te gusta no puede verlo; entonces no sé qué ves en alguien como él, que no puede mirar lo especial que eres.- dijo después de sentarse frente al omega y mirarlo fijamente a lo ojos.

-No tienes que cambiar el como te ves para gustarle a una persona, Felix. No cambies por nadie.- sonrió cortamente mientras  su corazón dolía por tan solo pensar en el gordito con alguien más.

-E-Entonces... ¿podría gustarle tal y como soy?... ¿P-puedo... gustarte así?

Las palabras de Felix lo sorprendieron en demasía, tanto que se quedó pasmado por unos segundos mientras procesaba la información. Pero después llegaron las palabras.

-No sabes cuánto tiempo lo has echo ya. ¿Por qué pedir permiso ahora? Se un intruso en mi corazón por el tiempo que te plazca.- miró al más bajito con ternura y sonrió ladino. Esperándose cualquier cosa menos que Lix se abalanzara sobre él acompañado de un lindo besito en la mejilla que derritió todo su ser.

-¿De verdad te gusto?- preguntó con un puchero y con lágrimas aún en sus ojitos.

-Claro que lo haces, y desde hace mucho tiempo.

-Y te gusto aunque... ¿soy diferente?

-¿Que es ser diferente para ti?

-Es decir, ¿te gusto aunque tengo una pancita en lugar de una cintura delgada y bonita?

-Eres perfecto y cada una de las veces que te he dicho que me pareces lindo no solo lo decía por tus lindas mejillas o por tu nariz  llena de pecas. Todo tú es muy hermoso; y tu pancita es mi parte favorita de ti.

Se levantó y ayudó al omega a hacer lo mismo para después abrazarlo mientras se veían a los ojos.

-Enserio me gustas mucho, Lix... dime, ¿puedo ser tu alfa? Es decir, puedo esperar lo que quieras para hacerlo oficial, con una marca y todo eso. Solo quiero tenerte conmigo.

-Changbin hyung, si q-quiero. Quiero que seas mi alfa.- dijo tímido. 

El alfa sonrió tomando el mentón de Felix y uniendo sus bocas en un vaivén lento y delicado.










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➿My fluffy omega➿Where stories live. Discover now