.•Doce•.

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Aunque la entrega de su regalo no había sido lo que esperaba; pudo darle la gargantilla a su novio y lograr su cometido de ser aceptado como su alfa.

Felix lloró un poco (mucho) ya que se lo dió aún en el hospital y por lo tanto aún un poco afectado por las primeras etapas de la hipotermia.

Pero gracias a la luna todo salió bien, aunque lo de ser hospitalizado no estaba en los planes; pero pudo ser consentido por el gordito.

También pudo presentárselo vagamente a su hermana mayor, ya que fue a recogerlo al hospital. Y por lo poco que hubo de interacción notó que se cayeron bien.

De echo no tardó mucho en comenzar a contar cosas vergonzosas sobre él, que, claramente intentó detener; pero la bocota de su hermana parecía no querer parar.

Y así sin más dejó ir a su lindo omega a casa, ya que llevaba bastante tiempo cuidándolo en el hospital. Y él simplemente tenía que llegar a darse una buena ducha y recuperarse para estar totalmente sano para cuando volviera a ver a su lindo novio.





•••






Desde que su esposa murió, Jun ho se dio a la tarea de proteger y mimar al pequeño niño que quedó a su cargo.

Lo cuido y guardó tanto que se volvió un niño gordito, tímido y llorón.
Su Lix era tan transparente que sabía cuando algo le molestaba o alegraba, así que cuando comenzó a verlo más feliz de lo normal y llegando tarde a casa, supo que algo sucedía... o alguien.

Y como era de esperarse el padre de Felix esperaba con ansias poder conocer al alfa que cortejaba tan formalmente a su pequeño hijo.

Al principio no quiso darle mucha importancia ya que los jóvenes de ahora gustaban de otra gente muy a menudo y, ciertamente pensó que no era nada serio, o fue así hasta que vio llegar a su pequeño con un collar; pero no uno cualquiera, sino uno de cortejo. Y a partir de ese momento vio llegar a su hijo lleno de regalos, dulces y flores; en especial tulipanes.

Cosa que casi lo hizo infartarse.

-Felix. Quiero conocer al chico.

-¿Q-qué?- casi se ahoga con la cuchara de su helado.

-Lo que oíste, quiero conocer al alfa que está cortejando a mi hijo.

-... O-okey, le diré que venga a cenar dentro de dos semanas.

-¿Por qué en dos semanas? Que venga mañana.

El gordito casi se ahoga por segunda vez. Changbin no tendría tiempo para procesarlo y mucho menos él.

-Le avisaré.- dijo un poco ido.

-Espero y te merezca. Si resulta ser un patán entonces rompes el cortejo, no puedo permitir que lastimen a mi bebé.- su padre lo abrazó y fue ahí donde se lo pensó: ¿ahora como le diría que ya era su novio?

No creía que se molestara por ese pequeño detalle que omitió hace unos minutos, ¿o si?

Realmente no era culpa suya, era solo que su papá no había notado que ahora su collar de cortejo estaba acompañado.

Sonrió falsamente hasta su padre y tomó su celular para poder mencionarle a su novio la tormenta que se avecinaba.

<<Binnie. Mi papá quiere conocerte. Y...quiere que vengas a cenar mañana >>

<<Okey. Nos vemos mañana, angel.>>

-¿Qué?- no podía creer que no estuviera ni un poquito nervioso

<<Llega a las 6:00 Binnie.>>

<<Bien>>

Iba a ignorar el sonrojo y las mariposas que le causó ese nuevo apodo y le daría lugar a la preocupación.

Ordenó su habitación y el resto de la casa, para después decirle a la cocinera que el día de mañana por la tarde tendrían visitas y que cocinara algo muy rico.

Hizo una reverencia y se dirigió a su habitación ya que fue un poco cansado ordenar los muebles y limpiarlos.

Y hubiera seguido con su camino si este no estuviera siendo bloqueado por su madrastra.

-Escuché que vas a traer a alguien mañana.

-Ah, si.- la miró unos segundos y subió unos cuantos escalones más, sin lograr llegar al segundo piso porque Jennie lo detuvo una vez más.

-Espero que te controles con la comida. No querrás quedar como un animal; porque una cosa es cuando estás en casa, todos ya conocemos tus maneras de comer; pero no tus invitados. Y, no queremos que se asusten.- sonrió mientras arrugaba la nariz y le dio un toque en la nariz al más bajito, para después bajar las escaleras de manera lenta y elegante. Asegurándose, de que lo que acababa de decir lastimara al más pequeño.

Se detuvo y lo miró por encima del hombro para después hablar. -Ah. Y, no pidas tanta comida. No todos tenemos tus capacidades para comer.

Miró hacia atrás y al notar la expresión sombría en la cara de Felix, sonrió ladina y siguió su camino.

Si algo estaba seguro, era que mañana los pucheros de Felix serían divertidos de ver.










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➿My fluffy omega➿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora