Capítulo 4: La Misión.

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El Santuario entero era un caos es estos momentos

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El Santuario entero era un caos es estos momentos. La noticia que uno de los caballeros de Oro había desertado corrió como pólvora, al igual que las infinidad de especulaciones sobre la conocida identidad del desertor.

¿Porqué lo hizo?

Nadie allí tenía una idea concreta, ni siquiera Saga, a quien Camus le habló días antes de su plan pero no le dio una explicación razonable para hacerlo. Es más, Camus ni una explicación le dio, pero él tampoco se la pidió, sin embargo. Saga de Géminis no revelaría ante nadie la delicada conversación que mantuvo con Camus, ex caballero de Acuario, de lo contrario, no solo sería visto como el cómplice de un traidor, si no también, pondría en peligro la vida de éste.

El cosmos de su entrañable amigo Aioros se había desvanecido al igual que el de Aphrodita. Se negaba a creerlo, ellos no podían haber muerto.

No existía una sola posibilidad para que Camus hubiese derrotado a dos caballeros dorados él solo y con semejantes heridas. El pobre hombre tenía casi un pie en el sepulcro, ¿cómo lo hizo? O, mas bien, ¿qué había sucedido realmente?

Ese asunto era mas extraño de lo que incluso todos imaginaban.

—¡Pero, Athena! —reclamó Aioria, conteniendo su furia y odio hacia Camus.

Salir de la cámara del patriarca en medio de una reunión exclusiva de caballeros dorados únicamente lo haría ser igual que Acuario. El traidor que asesinó a sangre fría a su hermano y al caballero de Piscis al mismo tiempo a palabras de la misma Athena. No es que estuviese desconfiando de ella pero, era prácticamente imposible que Camus pudiera derrotar a esos dos sin portar su armadura.

—¿Intentas revelarte ante mi orden, Aioria de Leo? —los azules y despectivos ojos de Athena se posaron sobre él, haciéndolo bajar la cabeza y apretar los dientes, humillado.

—En lo absoluto.

—Entonces, deberías ir preparándote para castigar la impertinencia del desertor —dijo con desdén y una frialdad que ni siquiera el mismo Camus poseía—. Milo.

—Sí, Athena —respondió con la voz firme, escondiendo en el fondo de su pecho sus propias conclusiones sobre aquella extraña batalla.

—Partirás enseguida con Aioria al sur de Italia —ordenó para maravilla del de Leo, quien no podía esperar para encontrar a Camus y sacarle la verdad hasta matarlo—. Deben seguir el rastro del traidor, y cuando lo encuentren, traiganlo antes mi de rodillas.

—¡El traidor debe morir, Athena! Yo mismo estoy dispuesto a matarlo.

—¡Silencio, Leo! —aseveró Athena, implacable. Y furiosa, se levantó del trono que por años ocupó el Patriarca, y apuntó con su báculo al caballero impertinente que osaba ir contra sus órdenes—. Una palabra mas y mandaré a encerrarte en una de las prisiones para que aprendas a respetar a tu diosa.

𝑫𝒆𝒔𝒆𝒓𝒕𝒐𝒓 ❥ 𝑴𝒊𝒍𝒐 𝒙 𝑪𝒂𝒎𝒖𝒔 ✔Where stories live. Discover now