Epílogo.

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18 años después

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18 años después.

Aphrodita Pixes descendió del avión con una preciosa y alegre sonrisa en los labios, el calor insoportable de Grecia le golpeó sin una pizca de consideración nada mas pisó tierra griega después de abandonar el país y mudarse a Suecia al termino de la guerra de los dioses. La paz finalmente se respiraba en el aire, sin embargo, un atisbo de tristeza ensombreció tenuamente sus ojos celestes al recordar todo lo que habían perdido.

Ser uno de los pocos sobrevivientes no le hacía sentir orgulloso, pero al menos, puede vivir en paz, sin el constante estigma de haber asesinado a Aioros, porque no lo hizo, estaba vivo pero, al igual que él, no poseía cosmos. Los años había curado algunas heridas pero, desde luego que la muerte de su mejor amigo, Ángelo, dejó una cicatriz difícil de curar en su corazón.

Pero la vida sigue, y los muertos no regresan.

O eso pensó.

—¿Cómo es posible que hayas perdido la floristería, papá? ¿Ahora de qué vamos a vivir? —el reclamó de su hijo; un rabioso adolescente pelirrojo de diecisiete años tras su espalda le hizo suspirar avergonzado.

—Lo lamento, hijo. Pero creo que ya estoy muy viejo para trabajar.

—Solo tienes cuarenta y un años, papá. No inventes excusas patéticas —riñó el chico con la cara toda roja por el sofocante calor y el enojo—. Además, no te hagas el gracioso, se muy bien que mamá fue la culpable, pero no comprendo como es que le permitiste autoridad en el negocio precisamente a ella, ¡es una arpía avariciosa!

—Camus, por favor. Es tu madre —aseveró pero éste se alzó de hombros.

—Me vale un carajo, hubiera preferido que una perra me hubiese parido que alguien tan egoísta y superficial como ella. Al menos, me alegro que estés deshaciendo de ella,¿y ahora de qué te ríes? —exigió saber con las manos en jarra..

—No es nada, solo... —carraspeó y calmó su inesperada risa—, me recuerdas tanto a un viejo amigo, pero él no era tan impertinente y grosero como tú.

—Soy único, papá —alegó con prepotencia, hondeando su largo cabello rojo fuego y guiñándole el ojo a un chico que iba bajando del avión también.

—Tan egocéntrico como tu padre, Camus.

—Lo que sea. Salgamos de aquí que esta gente me está asfixiando —dijo tomando su maleta y dejándolo atrás.

Aphrodita rodó los ojos.

—De acuerdo.

Tomaron un taxi que los llevó directamente al hotel en el que se hospedarían, uno bastante económico para alguien tan exigente como Camus Pixes. Al llegar, éste dejó las maletas tiradas en la puerta de entrada y se encerró en la habitación mientras chateaba con alguien en el teléfono..

𝑫𝒆𝒔𝒆𝒓𝒕𝒐𝒓 ❥ 𝑴𝒊𝒍𝒐 𝒙 𝑪𝒂𝒎𝒖𝒔 ✔Where stories live. Discover now