Capítulo 13: Una Invitación a la Muerte.

205 34 21
                                    

—Milo, ¿porqué has vuelto tan pronto? —Camus le miró con extrañeza, pero a la vez, con un atisbo de esperanza

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Milo, ¿porqué has vuelto tan pronto? —Camus le miró con extrañeza, pero a la vez, con un atisbo de esperanza. Deseaba tanto lanzarse a sus brazos y abrazarlo con ahínco para que no volviese a irse nunca más, pero notó que no estaban solo y se contuvo—. Vaya, has traído contigo a Aioria y al maestro Dohko. Ya veo.

—Camus, no es nada de lo que estás pensando, yo... —las palabras correctas abandonaron su cabeza y lo dejaron sin oportunidad de contradecirlo.

Dohko, al ver que su presencia y la de Aioria salían sobrando ahí, palmeó el hombro del castaño que frunció el ceño, sin entender en lo mínimo que demonios le estaba tomando tanto tiempo a Milo.

Solo tenía que entregarle la orden del Patriarca a Camus de unirse a la guerra contra Poseidón aunque fuese a la fuerza, ¿qué dificultad tenía eso?

Exactamente, nada.

—Un gusto verte sano y salvo, muchacho, pero Aioria y yo nos vamos adelantando. Milo ya te lo explicará con mejor calma —estableció con una expresión inquieta.

No podían perder mas tiempo, sobre todo cuando lo tenían en su contra justo ahora. Combatir contra Poseidón y Hades al mismo tiempo ameritaba que supieran apreciar cada minúsculo segundo si es que tuvieran la oportunidad mínima de ganar.

—Maestro Dohko, ¿qué acaso no están aquí para arrestarme por desertar? —expresó su confusión Camus.

—Niño tonto —agitó la cabeza con una enorme sonrisa y palmeó la cima de la suya como alguna vez tuvo la osadía de hacerlo con Dégel. Menos mal que su sucesor no le congeló el trasero entre maldiciones como lo había echo su antiguo compañero de batallas mientras Kardia solo se burlaba de su sufrimiento junto a Manigoldo—. Nada es lo que parece.

—¿Qué trata de decir? —intentó indagar, pero Dohko le dio la espalda no sin antes guiñarles un ojo, cómplice, a Milo y a él, como si supiera el secreto que escondían, pero ya sabía.

Ambos, inevitablemente, se sonrojaron hasta las orejas.

—Milo te lo aclarará con mejor calma. ¡Vamos, Aioria, reunamos con el Cisne y abramos camino en esta batalla!

—Pero Maestro... —rezongó de inmediato Aioria, observando con recelo la forma en que sus compañeros de armas se miraban.

Era extraño, y a la vez, tan conocido. Si ni se equivocaba, esos dos tenían algo, y no precisamente era una amistad.

—Es una orden, niño.

—No soy un niño, Dohko.

—Parece que has olvidado que soy uno de los sobrevivientes de la antigua guerra santa al igual que Shion, y aún así, he vivido mucho más que él. Por lo tanto, toda orden que yo de es como si viniera directamente del Patriarca y la Diosa Athena —le sermoneó con implacable autoridad.

𝑫𝒆𝒔𝒆𝒓𝒕𝒐𝒓 ❥ 𝑴𝒊𝒍𝒐 𝒙 𝑪𝒂𝒎𝒖𝒔 ✔Where stories live. Discover now