𝔍𝔬𝔫𝔞𝔱𝔥𝔞𝔫

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Estaban frente a frente, Drácula observaba y escuchaba al humano con incredulidad, ya que estaba contando la historia de cómo había llegado al hotel con gran entusiasmo.

Para su alivio, escuchó que sus barreras aún seguían allí, aquellas que se supone que aterraban y alejaban a los humanos. Los zombis, el bosque embrujado y demás seguían en operación, después se aseguraría de pasar para revisar todo.

Algo llamó la atención de Drácula, arqueo una ceja al escuchar que este humano no se había asustado, de hecho, sintió como si el peligro lo llamase, el peligro y las leyendas lo atrajeron al bosque, parecía que le gustaba correr hacia el peligro.

Aquel relajado rostro expresaba profunda comodidad y felicidad, Jonathan tenía muy buena autoestima y energía. Aquello lo estremeció... "¿Le gusta el peligro?, vaya, que exquisito".

¿Cómo reaccionaría si se enterará quien era la persona que estaba frente a él, sujetándolo con agresividad?, más bien... ni siquiera era una "persona".

— Pensé estar perdido en el bosque, pero a lo lejos pude ver algo de fuego y humo, así que fui a ver si eran amigos con quién rolar —

— ¿¡Qué!?, ¿"Fuego"?, ¿"Rolar"?, ¿¡De qué carajos hablas?! —, pregunto desesperado, apretujando aquellos delgados hombros en sus manos.

El pelirrojo soltó una pequeña risilla, pues le parecía graciosa la reacción del otro.

Por alguna razón era divertido, pues era un hombre pálido y gigantesco, pensaba que parecía un fantasma. Además de que tenía un acento peculiar, parecía estar haciendo el papel de un vampiro a la perfección, aquello lo hacía reír al pensar que el hombre se tomaba en serio su papel.

El no sabía que se debía a qué era un vampiro de sangre pura, aquellos crecían más de dos metros después de cumplir 300 años, dónde realizaban su último estirón.

Mavis sería así algún día, aún le faltaba. Drácula siempre pensaba en aquel momento y en qué aunque fuera enorme aún seguiría llamándola como su niña.

— Ví a unos hombres medio lelos que intentaban llevarse el fuego y después se incendiaron —

Drácula se llevó una mano al rostro, olvidó quedarse para asegurarse de que el transporte de los materiales del ensayo hubiese salido en orden.

Era lo que se hacía regularmente, los zombis eran la mano de obra que se llevaban los materiales esenciales del lugar del ensayo hasta el castillo. Uno de los elementos era una hoguera que seguramente no habían apagado antes de intentarlo cargar y llevárselo, eran unos idiotas.

— Entonces los seguí hasta que llegué a este castillo súper cool —, comentó relajado.

— ¿¡Alguien más viene contigo!? —, preguntó exaltado.

— Nah, me gusta rolar solo, siempre conoces gente genial cuando vas de paseo en solitario. Y hablando de súper —, estiró una mano y tomó un pliegue de la capa de Drácula mientras sonreía ampliamente, — ¡Está cápita está alucinante! —

Entonces giró su cabeza e intentó observar a su alrededor entusiasmado.

— ¿Qué?, ¿Esto es una fiesta de disfraces? —, de repente fue sorprendido al ser estrechado contra el torso del otro.

— No no no... —, susurró.

Drácula se sentía culpable, pues sabía que si él se hubiese quedado, los Zombis no sé hubiesen incendiado para llamar la atención de este chico.

Entre Lujuria y SangreWhere stories live. Discover now