Capítulo XIII

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Ya habían pasado tres días más, a la lejanía ya notaban que se estaban acercando a una nueva zona.

La última zona que debían atravesar para llegar a su deseado destino, aún no querían cantar victoria antes de tiempo pero ya era un alivio saber que habían llegado tan lejos juntos.

Decidieron tomar un pequeño descanso para luego seguir andando, el híbrido de oso revisaba su mochila buscando algo, el ente solo lo miraba sin preguntarse el qué.

Finalmente sacó de su mochila un artefacto, el walkie talkie que alguna vez le regaló un híbrido de pato. El ente demoníaco y el híbrido se miraron con la misma idea en la cabeza; intentar comunicarse con ese dúo.

Recibir alguna noticia de ellos o mínimo saber si seguían con vida, había muchas posibilidades de que no funcione, por varios motivos, pero tenían la esperanza de que lo haría.

El osezno prendió aquél dispositivo y tocó el botón para finalmente hablar, a su lado se ubicó Shadoune quién prestaba atención a lo que hacía su acompañante.

— ¿Hola? ¿Chicos siguen ahí? ¿Me escuchan? — Preguntó el osezno, dejando que pasen un rato para ver si recibía respuestas pero nada. Volvió a intentarlo, tal vez el dúo estaba distraído y no escuchó el ruido del walkie talkie. — Eu, manga de boludos, ¿están ahí? —

Hubo silencio nuevamente, el osezno miró al ente quién solo se encogió de hombros sin saber que hacer o decir, de pronto un ruido se escuchó proveniente del dispositivo.

— ¿Hola? ¿Hablaron o estoy esquizo? — Un tono español era presenté en aquella voz, el argentino sonrió al recibir respuesta, Shadoune sentía una sensación agridulce.

— ¿Rubius? Soy yo, Spreen. — Saludó, sentía una gran felicidad al saber que los otros aún seguían con vida, aún podrían llegar a encontrarse.

— Y Shadoune. — Agregó con un tono serio el francés, rodeando con sus brazos a su compañero cuando realmente el oso castaño no representaba un peligro porque no estaba con ellos.

— ¿Aún sigues celoso? Debes tenerme miedo si haces notar tanto tu presencia. — Respondió al otro lado el español, se escuchaba como llamaba a alguien, seguramente era al pato que lo acompañaba.

— No puedo creer que peleen hasta sin verse, Rubius ¿cómo está Quackity? — Cambió de tema el azabache, largando un dulce aroma para evitar que el alfa cerca suyo se alteré.

— ¿Hablaban de mí? Ira nomás, pensé que estaban muertos cabrones. — Apareció el beta con un tono que dejaba notar su felicidad.

— ¿Por qué decís eso? Si somos altos capos, la tenemos atada. — Respondió el argentino, contento de escuchar y saber que ambos seguían vivos, era un alivio. — ¿Ustedes siguen en el bosque? —

— No, hace unos días ya salimos de ahí, estamos en una pradera, ¿ustedes? — Explicó el osezno español.

— Igual, ya estamos cerca de los pantanos, nos falta poco para llegar, espero verlos allá. — Comentó el argentino, el francés no aportaba mucho solo se limitaba a escuchar.

— Claro, no estamos tan pendejos, puto el que no llegue... Es bueno saber que aún siguen con vida. — Su tono se suavizó, se ve que realmente le agradó la noticia.

— Lo mismo digo, bueno. Nos tenemos que ir, estaré más atento por si nos hablan por el walkie talkie. — Se despidió el azabache, él solo necesitaba saber que los otros chicos aún seguían vivitos y coleando.

— Claro, otro día hablamos, mándale un saludito a tu noviecito. — Después de eso no se escuchó más, el rostro del ente y osezno estaban ardiendo, cuando los vieron por última vez ni siquiera tenían algo ¿Qué clase de sentido sobrehumano tenía el pato para saber cosas así?

Pasivo agresivo. - Shadreen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora