CAPÍTULO 4

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POV Ana

Mientras estaba con Verónica, aún en la bañera disfrutando de nuestra compañía y caricias en silencio recordé la vez que nos conocimos formalmente. Definitivamente eso fue una gran obra del destino.

<flashback>
Tenía un dolor de cabeza horrible y así no me apetecía ir a la fiesta que Alberto iba a hacer en su casa.
Como pude busqué mi celular entre las sábanas y al encenderlo la luz de este me dió una punzada de dolor, así que rápidamente busque su número y marqué.

-¿Bueno?- Respondió Alberto.
-Hola Alberto-
-Hola mi chinita, ¿Cómo estás? ¿Ya vienes llegando?- preguntó Alberto emocionado.
-Está vez si te voy a fallar, cariño mío- Dije mientras me sobaba la cabeza.
-Ay no, Ana Gabriel. Ni se te ocurra cancelarme porque no te vuelvo a hablar- Dijo Alberto con un toque de enojo.
-Alberto tú sabes que yo nunca te he quedado mal, pero es que tengo una jaqueca que no la soporto-
-Mija hubieras empezado por ahí, en 20 minutos estoy en tu casa- Sin dejarme decir una palabra más colgó la llamada.

Dejé mi celular en la mesita que tengo al lado de mi casa y me acosté en la cama, de medio lado, esperando quedarme dormida para que así el dolor disminuyera.
Efectivamente Alberto llegó 20 minutos después.

-Hola chinita, ¿cómo estás?- Dijo Alberto en un susurro mientras se acostaba en mi cama y me abrazaba.
-Hola cariño, estoy que no puedo del dolor de cabeza- Dije volteándome para quedar frente a él y poder esconder mi cara en su cuello.
-Ay mi chinita, mira te traje estos aceites esenciales que me dijeron son perfectos para los dolores de cabeza, y te traje esta pastilla, tómatela-

Alberto encendió la lámpara que estaba en la mesita y mientras me alcanzaba un vaso con agua, yo me sentaba en la  cama, una vez me dió el vaso me tomé la pastilla y cuando lo hizo me aplicó los aceites en puntos estratégicos.

-Bueno mi vida, duerme mientras yo elijo tu ropa- Me dijo Alberto
-Está bien cariño. Me despiertas, capaz y sigo derecho- le respondí.
-No te preocupes mi amor, que los Gabriel esta noche van a deslumbrar- reímos por su comentario.

Alberto se fue hacia mi closet y empezó a mirar toda mi ropa, en cuestión de unos pocos minutos me quedé dormida.
A la hora de estar durmiendo sentí que Alberto me estaba despertando.

-Ey cariño, despierta. Ya es hora de levantarse- Dijo Alberto mientras movía suavemente mi pierna.
-5 minutitos más- Dije en un puchero.
-No mi Anita, ya vamos con el tiempo justo-
-Está bien, ya me paro- Dije mientras me estiraba en la cama.
-Bueno te voy a mostrar lo que escogí para que te pongas esta noche y así puedas terminar con alguna chica entre tus sábanas- Dijo Alberto y ambos reímos, porque la mayoría de veces así terminaban mis noches cuando había fiesta en casa de Alberto.
-Muéstrame, estoy ansiosa por ver- Dije emocionada, Alberto tenía muy buen gusto para vestir.
-Mira Cariño, este traje de sastre negro y estas sandalias altas- el traje era tipo sastre, el pantalón era todo ancho y el saco hacía que mi cintura se marcara. Y las sandalias eran con brillos plateados y altas.
-Óyeme pero que buen gusto tienes-
-Bueno pero muévete, que ya vamos sobre el tiempo-

Tome una ducha rápida, mientras Alberto me ayudaba con el cabello, yo me iba maquillando y en cuestión de 1 hora íbamos saliendo rumbo a la casa de él.
Cuando llegamos empezamos a darle los últimos toques a la fiesta y esperar a que la gente comenzara a llegar.
Habían pasado las horas y la fiesta estaba en todo su furor, definitivamente era un fiesta organizada por Alberto, solo él las sabe hacer así. Mientras tanto yo tomaba, bailaba y me divertía con mis amigos, en especial con Diana que ha sido mi mejor amiga y mi cómplice desde que tengo memoria, cuando nos juntamos Diana, Alberto y yo no hay quien nos pare.

-China ven- Me llamó Alberto.
-Dime cariño mío-
-Ven que te quiero presentar a unas amigas-
-¿Cómo así que amigas tuyas? Las únicas que puedes tener somos Diana y yo- Dije a modo tóxica.
-Cálmate reina- ambos reímos- recuerdas la vez que no pudiste ir a una fiesta que hicimos porque estabas toda enamorada de ...-
-Ay si, me acuerdo- No lo dejé terminar la frase.
-Bueno, esa vez conocí a Susana y Verónica, quienes tienen una energía espectacular. Hoy las invité y acabaron de llegar, vamos y te presento-
-Ándale, vamos-

Después de intentar pasar en medio de toda la gente que estaba bailando, finalmente logramos llegar a la parte trasera de la casa, cerca del patio, iba junto a Alberto pero sentí el suave tacto de las manos de una mujer que detuvieron mi tacto e hicieron que me volteara.

-Anita sabía que te encontraría acá- Dijo coquetamente Violeta, una amiga con la que he tenido ciertos encuentros.
-Violeta, tiempo sin vernos- Dije mientras mordía mi labio. Ella se acercó a mi oído
-Espero terminar esta noche entre tus sábanas- Dijo Violente y mordió mi oreja.
-¡Cariño ven!- Me llamó Alberto.
-Ya nos veremos, Violeta- Dije, besé su mejilla y me fui.

Me di la vuelta para ir donde estaba Alberto y sus amigas que quería presentarme y allí la vi, esa hermosa chica con la que choqué hace unos días en la universidad, me quedé unos segundos pérdida en su mirada. Empecé a detallarla y estaba con un corto vestido rojo y entallado lo que resaltaba sus curvas junto con unos tacones negros cerrados, se veía hermosa.

-Ay Ana casi que no vienes- Alberto llamó mi atención
-Si que pena, estaba saludando a una amiga-Dije disculpándome.
-Parecía más que su amiga- Susurró aquella chica de hermosos ojos, pero alcancé a escuchar y me di cuenta que su amiga le dio un codazo.
-Bueno Anita te presento a unas amigas. Ella es Susana Giménez- Señaló a una hermosa rubia alta.
-Mucho gusto, Ana Gabriel- Me presenté y ella me dio un fuerte abrazo.
-Por el contrario, el gusto es todo mío- Dijo Susana, al soltarme del abrazo. Y noté que no era de acá de México.
-Eres de Argentina, me encanta ese país- Dije emocionada.
-Cuando quieras te llevo, Anita- Dijo Susana gentilmente.
-Bueno y ella es Verónica Castro- Dijo señalando a aquella chica que desde la primera vez que la ví me encantó.
-Mucho gusto, Ana Gabriel. Es un gusto por fin saber tu nombre- Dije. Y Verónica me tendió su mano.
-El gusto es mío- Dijo Verónica secamente y retiró su mano. Su teléfono empezó a sonar- Qué pena tengo que contestar esta llamada- Dijo y salió con dirección al patio.
-Anita de verdad lo siento, ella no suele ser así de antipática, no sé qué le pasa- Me dijo Susana apenada.
-No hay problema, Susana- Dije amablemente.
-Ay pero dejemos las formalidades, mejor dime "Su"-

Cada vez llegaba más gente y la fiesta estaba en furor. Después de la conversación que tuve con Susana y Verónica, volví a buscar a Diana y lo único que ella hizo fue darme licor cada 2 minutos, ademas de según ella enamorarse de cada mujer que le pasara por el frente, pero yo solo podía pensar en Verónica y no entiendo el por qué si solo la he visto dos veces en mi vida.
Cerca de media noche me acerqué al bar para pedir un shot de tequila cuando Violeta se me acercó insinuándome que fuéramos a un lugar más privado a lo que me negué, en el umbral de la puerta que da al patio vi a Verónica quien estaba mirando a Violeta con cara de pocos amigos, dejé a Violeta hablando sola después de tomar mi shot y me acerqué a Verónica.

-Al parecer siempre que nos vemos tienes mala cara- le dije a Verónica.
-Solo nos hemos visto dos veces, así que no exageres- Dijo de mala manera.
-Pero esas dos veces han sido suficientes para saber que viviré eternamente bajo el hechizo de tu mirada- Dije coquetamente.
-Eso debes decirle a todas tus amiguitas- Dijo y noté celos en su tono voz.
-Puede ser, pero a ninguna se lo digo mirándola a los ojos. Porque es realmente lo que siento-
-¿Sabes? No me importa- Dijo
-¿O más bien estás celosa?- La reté.
-¿celosa yo? ¿Qué te pasa? Ni te conozco- Dijo con el ceño fruncido.
-No me conoces pero te mueres por mí- Dije divertida.
-¿Qué? ¡Claro que no!-

Estábamos frente a frente, mirándonos fijamente a los ojos y ninguna apartaba la vista. Ella con el ceño fruncido por mis comentarios y yo con una sonrisa coqueta.
Poco a poco fui acortando la distancia y la tomé por la cintura, sentí como suspiró y desvié mi vista a sus labios, eran tan provocativos, ella pasó su lengua por ellos, por lo que subí mi vista a sus ojos pidiendo su aprobación a lo que ella movió ligeramente su cabeza hacia arriba y hacia abajo, y eso era lo que necesitaba para tomar sus labios entre los míos y besarla dulcemente pero con mucha pasión, ella enredó sus brazos por mi cuello y yo la pegué más a mi.

-Dios me muero por estar contigo- Me dijo Verónica al separarse levemente.
-Subamos a mi habitación- Le susurré al oído.

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Nos veremos en un próximo capítulo jajaja, no me maten por dejarlxs iniciados, lxs quiero

Conmigo volverás Where stories live. Discover now