4: Fiesta.

352 37 1
                                    

advertencia: contenido un poco subido de tono, nada explícito obviamente.

—¡Jojo, quédate quieta!

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


—¡Jojo, quédate quieta!

Astria sostiene mís manos en la silla mientras que Anemone me tortura sin piedad alguna.

—¡No!—grito desconsoladamente.—¡Papá, Katherine, ayuda!

Mi cuerpo se retuerce, intentando escapar de las garras de las brujas de mis hermanas. Anemone ríe sin vergüenza alguna, su risa resonando en mi cabeza como una sirena. Entonces, pasa. Ella arranca la cera seca que se encuentra atascada a los vellos de mi bigote, yo chillo en horror ante el inmenso dolor que estoy experimentando. Lágrimas bajan por mis mejillas mientras ellas rompen en carcajadas. Estoy sentada frente al tocador de mi habitación, veo mi reflejo en el espejo.

Mi cabello está recogido en una media coleta, con dos mechones que caen rebeldes sobre los costados de mi cara.

Hace mil años que no me peino.

Me veo casi decente.

Dejo de llorar.

—¿Ves?—alcanza a decir Astria entre risas.—Pareces persona de verdad.

Las miro resentida.

—Bien, ahora toca maquillarte.—dice mi hermana mayor.

Niego repetidas veces con la cabeza y Anemone me lanza una mirada amenazante. Me podrían arreglar las cejas, depilarme el bigote, pero me rehuso a dejar que ellas pongan una gota de maquillaje en mi cara. En el pasado había creado una relación tóxica con él, no era capaz de ir a ningún lado sin antes arreglarme la cara, me prometí a mí misma que no volvería a caer en ese vicio.

Aunque la verdad es que extraño delinear mis ojos.

Y ponerme pestañas.

No, Jojo, no lo extrañas.

—Me maquillo yo sola.—declaro.

Anemone y Astria comparten miradas antes de suspirar.

—Bien.—acepta Astria.—De todas maneras ya voy tarde a mis clases de esgrima.

—Yo iré a darme una ducha, apesto.—Anemone se huele sin disimular, haciendo una mueca de asco.

Respiro hondo cuando me quedo sola en mi habitación.

En la escuela, después de dejar a Jamie solo en el jardín, fui hasta la oficina de papá. Él se vio un poco molesto ante el hecho que salté mis clases, pero me acogió de todas maneras. Le pedí permiso para ir a la fiesta de Brianna, y él se puso a llorar de la nada. Entre sus sollozos lo único que fui capaz de entender fue: "Mi bebé ya está grande". Obviamente me dijo que sí, y llamó a todas mis hermanas para contarles las noticias. Ash y Lettie me llamaron poco después, gritando emocionadas.

El patito feo y el príncipe [Jamie Flatters]Where stories live. Discover now